Capítulo 13

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*Aviso, escenas explicitas. No apto para menores*

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- Y a dónde vamos?- Mara quería saber si estaba vestida apropiadamente para la ocasión, pero no le quería preguntar directamente.

-Es una sorpresa.- Volteó a mirarla con esa sonrisa de lado, dejando ver la malicia con la que dijo sus palabras.

-Esta noche promete entonces.- Estaba feliz, su cara la delataba.

-Espero no decepcionarte.-

Mara notó que llegaban a una de las villas que estaban a orillas de la playa, sabía que el área era privada y que solo se podía entrar por invitación, quería preguntar por qué, pero calló al ver que Alaitz presentaba su identificación. El área es exclusiva y no dudaría que él vivía allí. Por lo que investigó con su amigo Google, podía darse ese lujo y más.

 Llegaron a una Villa que se visualizaba hermosa. En sus alrededores Mara pudo notar como esa obra se mezclaba con lo natural que brindaba el área. Un césped verde bien podado rodeaba la villa, así como palmeras y otras plantas y flores tropicales, dando la sensación de que habías llegado al paraíso. Alaitz se estaciono al costado de la entrada donde estaba colocado el garaje para tres vehículos y corrió para abrirle la puerta. Mara estaba nerviosa y esos mismos nervios comenzaban a jugar con su sanidad mental, sus manos se tornaron sudorosas, sus ojos paseaban por la alfombra verde sin observar verdaderamente lo que estaba allí.

 “pasará lo que lo que pienso?”. Su preocupación, más que todo, era de si podría satisfacer a un hombre como Alaitz que seguro tenía mucha experiencia en la materia. No dudaba de que quería estar con él, pero ella solo tenía a Eros como referencia, y al verlo haciendo aquello con Elizabeth, era más que claro que ella no sabía mucho, aunque indiscutiblemente, por más que le enseñaran, su ano no iba a ser parte de las clases. Era tachada a la antigua en cuanto a eso.

Entraron a la casa, donde el aroma a madera recién cortada de los techos y pisos le dieron la bienvenida. Sus ojos se pasearon por la estancia, unas escaleras a mano derecha de la entrada daban paso a lo que era el segundo piso donde Mara supuso se encontraban los aposentos. En la misma entrada se podía visualizar un juego de sala compuesto por muebles forrados de telas blanca y azul marino con jarrones y lámpara, dando ese toque masculino digno del Dios griego que habita este palacio. Siguiendo la vista en esa misma dirección, pudo ver también varias  puertas en cristal dando la impresión de que no había pared y que te invitaban a ver la piscina y de fondo el mar, dando la ilusión de que ambos eran uno. Lo poco que había visto la tenía con la boca abierta, era simplemente un hermoso lugar.

-Linda casa.- Le dijo, todavía mirándola por todas partes.

-Gracias.- El miró como Mara se maravillaba al ver el mar.

-¿Chantal esta?- quería llegar a un tema neutro, no quería seguir pensando que esa noche podrían estar juntos, el solo pensarlo ya la tenía excitada.

-No, está en casa de unas amiguitas en una pijamada.- Alaitz notó el nerviosismo de Mara, sabía que podría reaccionar mal a su idea y rápidamente se propuso tranquilizarla. Se acercó. –Mara, no te preocupes, no va a pasar nada más que una cena romántica entre dos personas que se quieren, pero preferí hacerlo aquí para evitar que conocidos nos vean. Sé que no estas lista para hablar de lo nuestro con nadie y lo respeto así como te respeto a ti, te esperare el tiempo que necesites.- Se acercó a ella y le dio un beso casto en los labios, aunque en realidad quería devorarla. Estaba usando toda su reserva de dominio propio.

Es Difícil Comenzar de NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora