Capítulo 4

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Ya había pasado una semana desde aquella noche fatídica. Mara intentó seguir con su vida igual que como si no se hubiese enterado de la traición de su esposo, no tanto por ella y el amor que estaba comenzando a preguntarse si sentía por Eros, más bien lo hizo por sus hijos. Desde ese día, Mara sintió que se murió un pedazo de ella, y por más que intentaba mirar a su marido con los mismos ojos no pudo. En esa semana también se topó con Alaitz mientras recogía a Meredith de sus clases. Simplemente se saludaban cordialmente. Meredith, por su parte, no paraba de hablar de su profesor, lo buena gente que era  y lo bien que realizaba su trabajo. No sabía si lo decía porque de verdad era bueno en lo que hacía o porque su hija en cierta forma era una fan de su profesor, una groupie, por decirlo así. Pero eso pasaba a secundario en estos momentos. Tenía que ver cómo iba a encarar a Eros y decirle que ella ya sabe todo. Estaba decidido, hoy hablaría con Eros, pero antes debía hablar con alguien al respecto. Dejó a Meredith en la casa, le dijo que se calentara la comida que ella tenía asuntos pendientes. Le mandó un texto a Alaitz para ver si podía tomar el café con él en ese momento. Este último no se hizo de rogar y le respondió si se podían juntar en el café que esta al doblar de la escuela en 15, a lo que ella le respondió con un allí te espero.

Mara era de esas esposas tipo Stepford wife, pero desde que se enteró de la infidelidad de su marido se había descuidado un poco en su apariencia. Vestía un vestido largo blanco arriba y gris debajo, y unas flip flops con el cabello suelto, para ella el andar así simplemente no era ella, pero últimamente se cuestionaba si todo lo que había vivido y hecho fue por ella o por agradar a su esposo.

Llegó puntual y al estacionarse justo en frente miró como Alaitz ya estaba sentado dentro junto al ventanal esperándola. Sin ganas de hacerlo esperar, entró.

-Hola de nuevo- dijo ella sonriendo, ya que solo habían sido unos minutos desde que lo vio cuando recogió a Meredith.

- Hola de nuevo- le respondió igual con una sonrisa de medio lado, dándole un aire de misterio, sexy. La manera que iba vestido no ayudaba a que Meredith no parara de mirarlo de reojo. Sus jeans oscuros, shirt negro cuello V mangas cortas dejando entrever sus trabajados brazos, era más o menos una tortura a sus ojos. No se había fijado en el con detalle como lo hizo ese día, algo que la hizo ruborizar un poco.

-Gracias por aceptar venir con tan corta anticipación.-

-No hay problema, te dije que si me necesitabas siempre que pueda estaría.-

-Sí, pero en este caso estoy cumpliendo lo que prometí- le dijo de forma un poco infantil, cosa que hizo reír a Alaitz.

-La verdad es que necesitaba hablar con alguien, y no quiero hacerlo con nadie de mi familia. Es un tema un poco complicado.-

-Tú dirás-

-Mi esposo me engaña- le dijo sin más.

Alaitz solo pudo articular un Oh, mirándola incrédulo por lo que Mara acababa de decir.

-pero eso no es todo, me engaña con mi prima- dijo Mara mirando a la calle, no quería ver la reacción de Alaitz pensando que sería de pena, de lastima. Aun así necesitaba decírselo a alguien.

Alaitz, aunque había tenido varias experiencias con respecto a la infidelidad, en ese momento no sabía que decir ni cómo actuar. Al mirarla allí tan frágil sintió como su corazón sentía por ella, quería que no se sintiera mal, quería abrazarla, poder consolarla y decirle que todo iba a estar bien. Pero él mejor que nadie sabía que después de eso, nada iba a estar bien.

-Lo has hablado con él?- le preguntó

-No, pero creo que debo. Me hago la fuerte por mis hijos, no merecen saber lo bajo que ha caído su padre. Pero al mismo tiempo pienso en mí, en que cada día se me está dificultando poner una cara alegre ante mi esposo sabiendo lo que hace…… probablemente varias veces al día!- dijo de forma irónica.

Es Difícil Comenzar de NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora