9. La otra.

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Me encontraba entre sus brazos y solo pensaba en que me negaba a perderlo.

—Debo ir con ellos... —no termino la oración.

Mis brazos no aflojaron, me asusta todo lo que está pasando.

—Ruby, ellos saben algo que yo aun no entiendo. Soy un peligro para ti...

Lo interrumpí despegándome un poco para ver su rostro. No se atrevió a mirarme a los ojos. Sus palabras tomaron sentido él pensaba alejarse de mí.

—Dijiste que estarías a mi lado. —le recordé de manera brusca sus palabras.

Con su mirada aun a lo lejos se cruzó de brazos y trago profundo.

—Te necesito. —puse mis manos en su pecho. Coloco las suyas sobre las mías y las empujo.

—No, yo necesito. Tu no entiendes el lio en el que estoy metido. —finalizo.

Su brazo derecho rodeo mi cintura, me acerco a él y su mano derecha se colocó detrás de mis rodillas elevándome. Rodee su cuello aun molesta. Me llevo a casa sin decir nada más. Me bajo con brusquedad debido a su nueva fuerza que aún no sabe controlar. O quien sabe tal vez trata de hacerme perder los estribos. Imbécil. Le regale una última mirada de enojo. Quiero que sepa que estoy enojada y mucho. Parece no importarle y se marcha sin más. ¿Por qué diablos me importa tanto? Odio a la Bella esa, desde que llego solo me destruyo la vida. Mire mi casa, el auto de mi madre estaba estacionado a fuera y la luz de su habitación encendida. Si no entro estará preocupada, pero no quiero entrar así nada más y olvidar todo lo que sucedió. Necesito respuestas, pero tampoco puedo ir a casa de los Cullen después de lo que sucedió. Bella puede intentar volver a matarme. Y quien sabe tal vez hasta lograrlo. Negue con la cabeza alejando el pensamiento. Entre a casa y mi madre rápidamente me cuestiono donde había estado.

—No sé en qué está metido ese Gabriel, pero su padre me llamo para advertirme que está usando drogas. —dijo lo último como si fuera el fin del mundo. —No te quiero cerca de él.

Las madres siempre exagerando todo, pero por primera vez esto no era una exageración. De hecho, es mucho peor, no sabe que la vida de su hija corre peligro. Ella pareció detectar algo en mis ojos.

—¿Sabes algo sobre eso? ¿Estás tú también en eso? —me pregunto con preocupación, pero algo alterada.

—No, mama, por dios. —Negue de inmediato. —Gabriel no utiliza drogas.

Se quedó mirando esperando algo más.

—Y yo tampoco. —exhale frustrada.

Lo que me faltaba una charla con mi madre sobre drogas después de un día ajetreado. Mi celular sonó interrumpiendo la agradable charla. (Noten mi sarcasmo.)

—¿Quién es? ¿Es él?

Al mirar la pantalla descubrí que las chicas de voleibol me habían re-agregado al grupo de What's app. Una sonrisa se formó en mi rostro. ¿Acaso esto significa que estoy de vuelta en el equipo?

—Es el, ¿verdad?  —pronuncio enojada.

—No, mejor. —me reí emocionada y le mostré el celular. —¡Estoy de vuelta en el equipo de voleibol!

—No sabía que te habían expulsado.

Mi sonrisa se marchó. No debía tomar a la ligera esto tal vez no es lo que estoy pensando.

—Hay muchas cosas que no sabes. Estos días en la escuela ha sido de locos. —dije desanimada.

—Ruby, sé que fue difícil. Ya sé todo lo de Gabriel. —sonó comprensiva.

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