La nueva cocinera de la familia había hecho costillas en salsa barbacoa para toda la familia. En la cena, Harry y yo cruzábamos miradas y sonrisas y me preguntaba como mis padres no se daban cuenta de lo que sucedía entre él y yo ¿Acaso era...n idiotas?
Entre conversaciones y conversaciones mis pensamientos fueron viajando, me quedé pensando en lo que me había dicho Megan. ¿Por qué me decía cosas tan dolorosas? Cada palabra filosas que salían de su boca me lastimaban, me herían tanto por dentro que ya no soportaba, y menos mal que Harry llegó a mi vida porque si no fuera así ya no estaría viva desde hace un tiempo.
—Cariño, ¿En qué piensas tanto? – Preguntó mi madre tomando de mi mano. No sabía que contestar, no sabía si quería hablarle aún ya que desde hace unos días no nos hablábamos tanto después de lo que pasó. Mi boca no quería abrirse para ella y mucho menos para Mark, mi padre.
—El director del colegio nos llamó _____. ¿Tienes algo que contarnos? – De seguro el viejo canoso le fue con el cuento que golpeé a la loca de Megan, pero solo fue para defenderme así que no puede castigarme ni mucho menos darme sermón de la vida.
— ¿Qué me dirás mamá? ¿Que no es bueno andar por la vida a los golpes? Lo hice para defender ¿está bien? – Retiré mi plato de la mesa y me dirigí a mi habitación, era increíble que mi madre nunca me haya apoyado en algo que yo haya hecho, nunca me escuchó, nunca estuvo allí para mí.
Harry entró a mi habitación y se acostó a mi lado aferrándome en sus cálidos brazos, besándome en el cuello para que me excitara y lo iba a lograr si seguía así.
—No estoy de ánimos, perdóname.
—Claro que no estas de ánimos, y es por eso que hago lo que hago. – Dijo entre besos en mi nuca. Su mano derecha fue debajo de mis bragas tocándome suavemente, hacía que perdiera la cordura.
—Harry, nuestros padres… nuestros padres están aquí.
—Lo siento, es que no puedo esperar a otro encuentro.
—Ya lo tendremos mi amor. Lo prometo. – Me giré a él y lo besé.
Al otro día, estábamos completamente solos en la ducha, mis padres habían ido por su trabajo desde temprano, la cocinera tenía su día libre al igual que Josefa la mucama.
Harry estaba pasándome el jabón por la espalda mientras yo disfrutaba de la ducha caliente junto a él.
—Quiero terminar rápido así llegamos cuanto antes al lugar que me dijiste ayer.
—Paciencia niña. – Me dio una palmada en el trasero y luego me besó el cuello.
Después de un largo viaje, por fin pude conocer el lugar donde quería llevarme: una cabaña en el medio de un bosque.
La cabaña era hermosa, estaba rodeada de masetas de flores, árboles y de hierbas frescas. Se podía ver a simple vista una chimenea hecha de piedras rusticas, ventanas de cristal y techo de chapas.
—Es la cabaña de los Styles. Siempre venimos aquí los días de pascuas, año nuevo, navidad y día de acción de gracias.
—Es hermosa Harry.
—Es hecha por mi abuelo. Así que tiene más de 56 años esta cabaña.
Entramos a la cabaña a dejar las cosas, mientras Harry ordenaba los bolsos yo iba puertas en puertas a conocer cada rincón de esa hermosa y pintoresca cabaña.
Ya teníamos hambre, prendí una hornilla y puse agua a hervir en una cacerola. Iba a preparar spaghetti con albóndigas en salsa de tomate. Mientras esperaba que el agua hirviera buscaba los tomates, dos dientes de ajo, sal y aceite. Piqué los tomates junto a los dientes de ajo e hice una salsa perfecta con el resto de los ingredientes.
Me dirigí al fuego y vi que el agua ya estaba lista para los spaghetti, pero cuando quise girar sentí una mano caliente en mi abdomen que hizo que saltara. Era Harry que me llegó por detrás y apagó el fuego, hizo que girara para que viera sus brillantes ojos, eran hermosos. Pasó su húmeda lengua por mi rostro y luego me susurró:
—Estoy sediento de sexo.
—Y yo también. – Contesté juguetona. Me bajó el short de jeans y puso sus manos a trabajar. Una de ellas estaba manoseando uno de mis pechos y la otra jugando con mi sexo, era tan excitante. Besó mis labios, penetrando mi boca con su lengua, me acercó más a él y nos llevó a un sillón que estaba cerca de la chimenea. Terminó de sacar mi short y luego me sacó mi suéter, solo estaba en bragas y sostén. Yo hice lo mismo que él, primero le saque su suéter, luego sus zapatillas y su pantalón negro, y por ultimo su bóxer. Podía ver el animal parado y rosando mis partes.
Me puse de rodillas y pude meter en mi boca su miembro, lo chupaba mientras el sostenía mi cabeza, era tan placentero. Hace tanto no hacía eso, casi semanas y valió la pena esperar. Mis rodillas estaban matándome pero no importaba, lo que importaba era el placer de Harry y el mío.
Harry me puso de pie, me susurró algo al oído pero no alcancé a escuchar, me lamió el cuello y después la mejilla. Me recostó sobre el sillón, sacó mi braga y mi sostén y abrió mis piernas, ahora él estaba arrodillado, escupió sobre mí y luego puso su lengua a lamer mi clítoris era tan placentero. De lamer, pasó a chupar ¡mierda! Que rico se sentía.
— ¡Ah! – Salió de mi boca y una risa pequeña salió la de él. Harry se puso de pie y me examinó desnuda.
—No quiero que te toques pensando en mí. Ya vuelvo. – Se fue directo a la cocina dejándome intrigada en lo que iba a venir. ¿Tocarme pensando en él? Lo iba hacer si no volvía en segundos.
Su figura desnuda apareció por el umbral de la puerta y en su mano un plato hondo con salsa.
—Pero… ¿Que?
— ¿Que? Tengo hambre. - ¿Iba a parar para comer? Me pregunté, él me sonrió y se sentó a horcajadas sobre mi abdomen, su miembro apuntaba a mí.
Con una cuchara empezó a esparcir la salsa tibia por mis pechos desnudos, ya sabía que iba hacer, luego puso un poco de salsa por mis hombros y después por mí estomago. Se puso de pie y me acostó en el frio piso de madera. Con su boca y lengua comenzó a chupar toda la salsa de mi estomago y me hacía cosquilla con su pequeña barba, era tan excitante. Después de terminar con mí estomago y hombros chupó toda la salsa de mis pechos, no dejaba de hacerlo, si se terminaba ponía otro poco.
Ahora él estaba acostado en el piso y yo sentada sobre el pero a espalda, él estaba penetrándome rápidamente, mi trasero subía y bajaba, subía y bajaba.
—Te amo hermosa.
—Y yo Harry. ¡Pero sigue! – Grité bromeando y el rió apretando con sus manos mi trasero. Giré para ver sus ojos, ahora estábamos frente a frente, besé sus labios penetrando con mi lengua su boca y el penetrándome por delante sosteniéndome con sus manos mi cintura otra vez subía y bajaba mientras devoraba su boca.
—Te amo, te amo con locura ______ Gallaher, te amo en serio. Te lo juro por Dios.
—Yo… Yo también Harry… ¡Ah!