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Sehun no había podido dormir esa noche y por eso hoy se había sentido cansado en la escuela. Nadie parecía haberlo notado ya que no solía hablar con ninguna persona y Nini no había asistido. De hecho, debería pasar por su casa a visitarlo. Iban ya dos días que no venía y podría estar enfermo, sin amigos con quienes jugar.

Aun así, dudaba entre ir o quedarse en casa. ¿Hoy también saldría a practicar con el balón el vecino? ¿Cómo se llamaría? ¿Hablaría coreano? Esas y muchas más preguntas llenaban su curiosa cabeza pero no se atrevía a preguntar nada. No quería que el nuevo también se riera de él.

- Nethethito verlo. - declaró finalmente y se levantó del sofá donde estaba tumbado para ir a su habitación.

Ya se encontraba agachado como ayer, mirando a la calle y esperando a que el chico apareciera. Entre los barrotes de la barandilla jugaba a ver las diferencias entre su familia y la del costado.

- Nothotroth tenemoth theto y elloth muralla de yetho. - fue lo más notable que pensó en voz alta, pese a que ambas cosas se juntaban en el lado que separaba las casas. Eso era bueno en caso de que se le escapara la pelota.- No dañará el theto de mamá. - murmuró, recordando las veces que él sí lo había hecho y el gran castigo que le habían impuesto. ¿Quién deja a un pobre niño sin su postre y sin videojuegos por una semana entera? Sólo su madre.- Ahí ethtá. -

Finalmente el rubio salió de su casa, moviendo los brazos como un molino para estirarse y dando saltitos con la pelota. A Sehun le resultaba increíble cómo parecía apretar la pelota entre sus tobillos y ésta volaba por detrás suyo.

La tarde avanzó de forma lenta y mientras el Sol se escondía minuto a minuto, el chino mejoraba su truco. Desde el balcón, el menor se había dado cuenta que con un pie deslizaba la bola por la otra pierna, hacia arriba. Durantes horas había visto buscar el punto exacto donde debía dejar de ejercer fuerza para que así el balón volara en una parábola hacia arriba y luego su labio había sido mordido, a la par que el vecino, deseando que esta vez sí atinara y le diera con la cabeza para finalizar el espectáculo.

Cuando la sombra de la casa de enfrente ya tocaba su casa y las nubes entre rosadas y anaranjadas surcaban el cielo en un cálido ambiente, se escuchó un chillido victorioso por todo el barrio. Por fin había conseguido tocar el balón cuando subía. Lo había logrado y Sehun había estado ahí para verlo de primera mano.

Lo malo vino después. El chico se giró y miró directo al balcón donde el pelinegro estaba.

De nuevo lo había pillado mirando pero esta vez parecía que a propósito.   

EL VECINO (HanHun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora