Epílogo "Un amor, dos seres, cuatro fracciones"

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Era el año 3056. Las calles estaban levemente inundadas, la lluvia no parecía cesar en poco tiempo. Dos chicos estaban en la misma acera. Uno de ellos se había "resguardado" de la lluvia con un periódico que anteriormente había leído, pero al mojarse restos de papel que pegaron a su cabellera. 


El contrario alzo la mano para pedir un taxi que casualmente pasaba por ese lugar. El taxi se detuvo, pero sin alguna compasión paso por un charco y mojo al primer chico.


- Disculpa no te había visto, ¿Gustas subir? - pregunto el contrario mirando al pequeño que había sido mojado


- ¿No será una molestia? - pregunto el chico con sus ojos levemente empañados en lágrimas, sin dejar que escurrieran por sus lágrimas obviamente.


- Por supuesto que no - respondió. El chico de baja estatura entro en el taxi con cuidado, al igual que algo de miedo por estar completamente empapado.


- Disculpa, ¿Nos conocemos? - pregunto el chico que anteriormente le había cedido en asiento


- Creo que no... - respondió el ojizarco levantando su mirada. Dejando ver esos profundos ojos azules que caracterizaban al mar o a la lluvia misma que se les presentaba en esos momentos. Su cabello mojado de un color celeste como el cielo despejado, aunque ese día no lo era.


- No era una pregunta - dijo el pelirrojo dejando ver una sonrisa gatuna, sus ojos dorados mostraron el reflejo del peliceleste y este se sintió extrañamente atraído por los mismos - Era una propuesta - agregó segundos después. 


El pequeño ojizarco se sonrojo mientras reía suavemente, una risa que maravillo al pelirrojo. El ojizarco se apartó un poco dejando el espacio suficiente como para que el ojimercurio se sentase a su lado.


- Mi nombre es Nagisa Shiota - susurro tendiéndole la mano - Es un gusto conocerte - agregó al sonreír con felicidad y entusiasmo 


- El gusto es mío, mi nombre es Karma Akabane - dijo el pelirrojo tomando la mano de Nagisa. 


El sentimiento que recorrió sus pieles al rozarse fue indescriptible, era como una corriente eléctrica que pasaba por sus columnas vertebrales en una sensación reconfortante y a la vez conocida, así como pasional y lujuriosa. Era una sensación tan lejana, pero a la vez se sentía tan cerca. ¿Cómo decirlo? Ese era el problema, era inefable.


Nagisa se sonrojo un poco mientras se dejaba llevar por la caricia del Akabane en sus manos.


// Cinco años después. //


- ¡Na-chan! - grito el pelirrojo observando su reloj.


- Lo siento Karma, ya estoy aquí... Pero, ¿No se supone que debes trabajar? - pregunto el peliceleste con una mirada de confusión 


- No quiero separarme de Na-chan - gritó el pelirrojo abrazando a Nagisa


Entre el cielo y el Infierno [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora