¡Por fin llegamos! Ledesma nos da la bienvenida

102 8 9
                                    


—Hagan lo suyo, bastardos—dijo el hombre de la capa mostrando una gran sonrisa mientras veía como sus hombres corrían a toda velocidad a por sus adversarios. Lucía muy confiado sobre su equipo.

—Lo mismo digo—responde el Trotamundos quien también compartía el gesto y estaba terminando de desenvainar su tan famosísima arma, esa que estaba bañada por los rumores de todas partes del reino.

Doom observó que sus acompañantes se estaban desmotando de sus animales, todos a excepción de Kalir, en su posición como arquero siempre debía mantenerse a una distancia considerable de su oponente. El Redhood sabía que sus amigos habían tomado esa decisión porque querían evitar causarles algún daño a las criautras que se encargaban de brindarles el transporte y, porque consideraban que tal conflicto no se prologaría por mucho tiempo, es más, sería rápido, en un abrir y cerrar de ojos para ser más exacto; a menos de que se apasionen debido al momento de calor...

—Tal parece que podremos ser testigos, en primera persona, eso es lo mejor..., de la capacidad de, nuestro señor de Redhood al esgrimir un arma, y con nada más ni nada menos que su tan aclamada espada, Mano Verde—le comenta Ser Jens a su escudero.

—Sí—responde éste algo tímido y con ese tono de voz tan reservado que, por lo general, siempre deja ver. Después de decir aquella palabra el chico esbozó una pequeña sonrisa, aunque no lo dijera, se notaba leguas que estaba ansioso por ver a uno de los personas más interesantes (aun siendo joven y sin conocer el mundo) en acción; flipaba con solo pensarlo.

El rojo hizo lo mismo que su compañeros, se bajó de su animal y se echó a andar lentamente con dirección al líder a aquella división, de los no tan escuchado, "Caras de Hierro", una compañía de mercenarios que no poseían una gran (ni muy buena) reputación y renombre, y mucho menos de manda que las demás que se encontraban en el mismo mercado; muy probablemente habían sido contratados por una persona que sentía resentimiento hacia el Trotamundos, pues, en su fama de "picante", se había acostado con la pareja de tal individuo y dicho sujeto optaba más por Doom que por su pareja inicial, es decir, prefirió al rojo dentro de sus sábanas.

El Redhood reconocía que aquel enfrentamiento, la verdad, sería algo bastante fácil, simple y rápido de conseguir, y, además, podría aprovechar la oportunidad que le dio el destino para demostrarle a Ser Ryder y al chico de cabello azabache pulido que, aunque era un tanto obvio por el cargo y poder político que ocupaba su padre, sería una terrible idea el traicionarlo. A la vez que iba acercándose a su rival, pudo observar que uno de los cuatro hombres restantes iba a propiciarle una cuchillada con la gran daga de marfil que ocupaba en su mano derecha, de aspecto similar al colmillo de una bestia, y lo más probable es que eso fuese. Cuando estaba a punto de causarle lo que se esperaba fuese una gran herida en el cuello del rojo, alguien le grito:

—Eh, tú, guapo. —dijo Kalir, cosa que ocasionó que el hombre que se acercaba al Trotamundos volviese su cabeza hacia el sonido de su voz, en el instante que terminó de volverse vio cómo una de las flechas del vyrense impactaba a una velocidad tal que si hubiese sido más cerca y en el ojo le atravesaría el cráneo y, por consiguiente, le provocaría la muerte—. Hay que estar atento a todo—añadió mostrando una sonrisa bastante burlona.

Ni lento ni perezoso el Trotamundos se volvió, quedando frente a la espalda de aquel sujeto que intentó herirle y le atraviesa su espada en el pecho, lo que provoca que el hombre reaccione, soltando un aullido de obvio dolor y escupiendo sangre.

—Eso fue una mala idea—dijo Doom al momento que sacaba la espada del interior del sujeto y tomando un poco de fuerza para propiciarle un tajo que lo decapitó al instante.

Los Viajes de Doom: El mítico y mágico GuiaroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora