Sueño

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...En ese mismo instante Doom despertó, bañado en su transpiración, con el corazón a toda potencia. Sus dulces ojos café estaban abiertos, con la pupila dilatada, estuvo a punto de... ¿morir? Miró sus manos, se tocó la cara; estaba bien, sano, completo. Solamente había sido una extraña pesadilla, pero éste sabía que no era cualquier sueño, era uno de esos sueños; ¿por qué ahora? ¿Por qué después de tanto tiempo habían... vuelto? El Trotamundos pensaba que ya se había librado de ellos.

Doom soltó un resoplido y quitó el sudor que se acercaba a sus ojos con ambas manos. Se levantó de la cama, estiró sus piernas y decidió quitarse sus prendas, éstas solamente aumentaban el calor que ya sentía. Quitándose la bota izquierda empezó a hablar:

—Mierda, qué calor. —se comentó a sí mismo mientras se aflojaba las correas que mantenían su bota derecha ajustada—. Con que decidieron regresar para confundirme y llenarme de dudas, ¿eh? —se sentó en la cama y movió su oscuro y castaño cabello hacia atrás—. Malyra ya no está. Ella era la única que me comprendía. Pero, lo que no entiendo, es por qué ahora; por qué aquí. —miró hacia el tejado de sus aposentos y exclamó—: Dioses, sé que no somos muy allegados, pero, ¿qué demonios significa eso que acabo de ver?

Después de unos minutos el Trotamundos soltó un bufido, ¿por qué había hecho esa pregunta? Además, ¿en serio? ¿a los dioses?; seres que no se manifiestan, y si lo hacen, es de "formas desconocidas". Sabía que no iban a contestarle. Estaba hablando con el tejado, básicamente. Los dioses de su padre no se harían presentes a darle una respuesta, y de eso estaba seguro, pero desde joven era consciente de que no perdía nada con intentarlo.

—Es imposible hablar con ustedes—dijo dirigiéndose a la sala de baño—, no me dicen nada, nunca responden mis preguntas; lo único que hacen es traerme más dudas, primero a ese dichoso "Hijo de la Luz" y ahora esto.

Ya dentro del cuarto de baño el Redhood observó la tina y sacando la mano de su guante derecho se aproximó hacia la bañera e introdujo esa parte descubierta de su cuerpo.

—Esto es lo que de verdad necesito, un dulce, tranquilizador y delicioso baño.

El rojo terminó de quitarse sus ropas, todas a excepción del guante en el que se escondía del mundo su mano izquierda, temerosa de ser juzgada por los hombres, aborrecida por el pueblo y quizá eliminada por personas ignorantes. Doom se introdujo lentamente a su baño. Lo disfrutaba bastante, pero éste más que los anteriores; lo necesitaba y lo deseaba. Tenía un inmenso calor, algo bastante extraño ya que, gracias a su no tan lejanía con Wilduz, en Ledesma aún se sentía un poco del frío que reinaba en los territorios de su padre. Ya dentro, con las aguas abrazando su cuerpo cual putas al ver a un hombre noble en un prostíbulo, el Trotamundos miró su mano izquierda y dijo:

—Quizá debería dejarte libre—comentó, a la vez que observaba su mano cubierta por el cuero—, que seas capaz de apreciar la dulce brisa, ser bañada por el agua y los rayos del vibrante sol; conocer al mundo y que el mundo te conozca...— seguía diciendo a la vez que iba removiendo poco a poco el guante, tan lento que parecía como si no estuviese haciendo nada—. Mejor no—dijo en seco y devolviendo su acción—, los hombres temen a lo desconocido, y temo decirte que pueden ocurrir dos cosas: o huyen de ello, o lo cazan...

Doom siguió limpiando su cuerpo, quitándose los males atrapados en la mitad de aquel día; tratando de olvidar aquel extraño sueño; pero no era tan simple hacerlo, su cabeza estaba plagada de interrogantes que no le dejaban pensar con claridad, sabía que tenía que comentarle aquello a alguien; Malyra ya no estaba para aconsejarlo, a pesar de haber nacido después que él, estaba dotada de más sabiduría que el Redhood mayor.

Los Viajes de Doom: El mítico y mágico GuiaroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora