Luna llena

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Cuando salimos de aquel lugar ya era noche cerrada.

Dejamos a John sentado en una roca mientras Sherlock y yo revisábamos su herida.
Al ver a Scorpius contemplando el castillo cuyas ventanas parpadeaban, haciéndolo ver aún más hermoso que de costumbre, las ganas de ir a su lado me invadieron.
Volví a mirar a mis amigos.
-Eso debe doler- dije viendo la herida.
-Mucho- dijo John -quizás me amputen la pierna-
-Pequeña vete con él- dijo Sherlock señalando a Scorpius con la cabeza -yo me quedo con John-
-Vale- dije para abrazarles a los dos y ir junto a mi padrino.

Lentamente me aproximé a él y me coloqué a su lado.

Sus ojos estaban fijo en el edificio y algo vidriosos.
-Precioso ¿No crees?- dijo Scorpius.
-Si- sonreí.
-Daría lo que fuera por volver a cruzar las puertas de ese castillo- suspiró él.
-Lo sé- dijé posando mi mano en su hombro.
-No sé si lo sabrás- dijo con una suave sonrisa -cuando naciste Rose y Albus me hicieron tu padrino-
-Lo sé- sonreí.
-Ha sido muy caballeroso lo que has hecho esta noche- respondió el fugitivo.
-Muerto la verdad muere con él- dije -mientras viva tú eres libre-
-Entendería que no quisieras verme durante tus vacaciones- dijo con pena -oh tal vez venirte unos meses a vivir conmigo-
-¿Ir a verte?- dije sonriendo -¡Por supuesto que iré! Eres mi familia después de todo-
-¡(T/N)______!- gritó Sherlock alterado.

Al girarnos vimos como una enorme luna llena brillaba en el cielo.

El profesor Lupin comenzó a gemir y a gritar de dolor, por lo que mi padrino se acercó corriendo junto a su amigo.
Según parecía el profesor no se había tomado la poción.

Pronto nos encontramos frente a un enorme hombrelobo de piel grisácea y ojos amarillos con una feroz dentadura.
Al principio parecía no ser un peligro pero tras su enorme aullido, nos asustamos.

El profesor Strauss agarró mi brazo ajeno a la criatura.
-¿Estáis bien Potter?- dijo antes de que la criatura gruñera furiosa -poneros detrás de mí-
-Pórtate bien- dijo John temeroso dirigiéndose al animal -se buen chico-

La enorme criatura propinó un golpe certero al profesor derribándole al mismo tiempo que a nosotros.

Tras haber sido tumbados por aquel ser, un enorme perro negro acudió en nuestro auxilio.
Ambas criaturas comenzaron a enzarzarse en una brutal batalla.
-¡Scorpius!- dije al ver como el perro era lanzado a otra zona seguido del lobo.
-¡(T/N)______ no!- gritó Sherlock.
-¡Vuelve aquí Potter!- gritó Strauss.

Pero hice caso omiso a sus palabras.

Al ver que Scorpius estaba mal herido y a punto de ser asesinado por aquella bestia feroz, tomé una piedra del suelo y la arrojé con un puntería certera sobre el cráneo de esta última.

Al sentir el golpe, la criatura se giró furiosa y caminó lentamente hacia mí.
Temiendo que aquellos serían mis últimos minutos de vida, saqué mi varita e intenté mantener la calma.

Justo cuando el animal levantó su enorme zarpa, se oyó in aullido a lo lejos que lo distrajo un par de segundos.
Haciendo caso omiso al sonido, este volvió a intentar atacarme pero un segundo aullido mucho más insistente le hizo huir hacia el ruido.

Volví mi vista donde Scorpius se encontraba y vi como su forma humana se desplazaba torpemente entre los árboles.

Por miedo a que algo le ocurriese, decidí seguirle hasta un estanque que comunicaba con el lago negro.
Allí, Scorpius yacía inconsciente en el frío suelo.

Me arrodillé a su lado y intenté despertarle gritando su nombre varias veces.
Inmediatamente, un frío helador se apoderó de la zona, el agua comenzó a congelarse y la felicidad se esfumó.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza al ver como centenares de sombras negras descendían sobre nosotros.
Me levanté, pues ya no les temía, y pronuncié el hechizo.
-¡Expecto Patronum!- grité.

Una luz blanca salió de mi varita.

Un par de dementores fueron asustados por ella, pero eran demasiados.
Todos fueron acercándose para absorber lentamente cada uno de nuestros recuerdos.

Tanto Scorpius como yo gritábamos de dolor.
De repente, mi padrino dejó de respirar y una bola de luz azul salió de su boca.
Era el alma que se había salido de su cuerpo.

Mientras los dementores se arremolinaban a nuestro alrededor, encandilados ante el alma de Scorpius, vi como una figura surgía de entre los árboles.

Aquella figura desprendía una luz cegadora y caminaba sobre un tronco sitiado al otro lado del helado estanque.
La figura tenía la forma de un hermoso león cuya melena se mecía con el viento.

Ví como rugía silenciosamente haciendo que una enorme onda de luz ahuyentase a los dementores.
Cuando todos fueron ahuyentados, la pequeña bola de luz, se introdujo de nuevo en el cuerpo de su dueño, el cual respiró con fuerza.

Lentamente, la figura de aquel león fue desapareciendo dejando al bosque en una completa oscuridad.
Me sentía muy débil y estaba agotada por lo que no pude evitar caer desfallecida junto al que ahora yo consideraba un tío más en mi familia.

Poco a poco percibí un olor a medicinas que llenaba mis fosas nasales y una suave caricia en mis cabello.
-¿(T/N)_____?- dijo una voz masculina -¿Estás bien?-
-He visto a mi padre- dije sonriendo -¡Papá nos salvó!-
-¿Qué?- dijo Sherlock extrañado.
-Papá puede convertirse en un león cuando quiere- dije -y anoche estaba en el lago-
-No había nadie allí- dijo él -tú y Scorpius estabais solos-
-¿Dónde está?- dije extrañada al no verle.
-Lo han encerrado en la torre- dijo Sherlock -van a darle el beso del dementor-
-¡¿Qué lo van a matar?!- dije molesta.
-Peor aún...- respondió el muchacho -le van a absorber el alma-
-Tienen que impedirlo Sherlock- dije agitada -el no ha echo nada-

De pronto la directora entró con John que llevaba un par de muletas y su pierna estaba vendada.

El chico se tumbó en una camilla mientras me levantaba.
-¿Como te encuentras John?- dije.
-Me duele- dijo él -pero es soportable-
-Bien- dije para dirigirme a la mujer -profesora McGonagall tiene que hacer algo para que no condenen a Scorpius-

La mujer nos miro a los tres con una sonrisa.
Sabíamos que no todo estaba perdido.

La magia de la deducción (Parte 3) (Sherlock Holmes y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora