Buckbeak

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Maratón 1/3

La profesora se dio la vuelta dándonos la espalda mientras las campanadas de la mañana sonaban.
-Saben que normalmente no suelo saltarme las reglas- dijo la directora -pero no soporto las injusticias-
-¿Qué debemos hacer?- dije.
-Conoce las reglas Holmes- dijo girándose hacia mi amigo -usted y Potter no deben ser vistos. Harían bien en volver antes de esta última campanada y con suerte más de una vida inocente se salvará. Tres giros bastarán, buena suerte-
-¿A qué vino eso?- dijo John mientras la profesora cerraba la puerta tras ella.
-Lo siento John- dijo Sherlock poniendo su giratiempo alrededor de mi cuello también -pero tú no puedes caminar-

Sherlock dio tres vueltas a una pequeña pieza del artefacto que comenzó a girar.

Todo a nuestro alrededor comenzó a ir hacia atrás hasta que de pronto estábamos solos en la enfermería.
-Vale- dijo Sherlock guardándose el artefacto -las siete y media. ¿A dónde íbamos a las siete y media?-
-A casa de Hagrid- respondí.
-Vamos no nos pueden ver- dijo Sherlock echando a correr.
-¡Sherlock espera!- dije corriendo tras él.

Corrimos por los pasillos atravesando pasadizos para no ser vistos.

Al llegar al círculo de piedra, vimos como tres chicos bajaban la enorme cuesta hacia casa de Hagrid.
-Somos... nosotros- dije con entusiasmo.
-Si- dijo Sherlock -pero ya conoces las consecuencias si te ves a ti misma en el pasado-
-Lo sé- dije contemplándome bajar corriendo la cuesta.
-Vayamos con cuidado- dijo el muchacho saliendo de la roca tras la que nos habíamos ocultado.

Fuimos caminando escondidos tras los árboles hasta que vimos entrar a los muchachos en casa de Hagrid.

Nos metimos detrás de las enormes calabazas del huerto de Hagrid ocultos de los ojos de los demás.
Ví como Hagrid le daba su rata a John y el instinto asesino despertó en mi interior.
-¡¿Qué coño haces?!- susurró molesto Sherlock.
-Ese es Petterson- dije intentando entrar -tengo que acabar con él-
-¿Quieres volverte loca?- dijo él -no es el momento adecuado-
-Sherlock mira- dije señalando a tres figuras que bajaban por el campo.
-Granger ya viene- dijo Sherlock para luego mirar la cabaña -y aún no salimos-
-Hay que hacer algo- dije.

Sherlock agarró una piedra cuyo tiro rompió una jarra de Hagrid.

Su segunda pedrada golpeó mi cabeza, por lo que le di un golpe en el brazo.
Al ver que salíamos, corrimos a escondernos en los árboles.

Estar tan cerca de mi misma, me hacía sentir curiosidad sobre mi aspecto físico.
Mi cabello caía sobre mi espalda de una forma un tanto rara por la postura y la carrera hacia el escondite.
-¿Así es como se me ve el pelo desde atrás?- dije haciendo crujir una rama que me hizo volver a ocultarme.
-¿Qué pasa?- preguntó John.
-Juraría que he visto...- dijo mi yo extrañada -No importa-
-Venga vámonos- dijo el otro Sherlock corriendo hacía el círculo de piedra.

Vimos como se alejaban hacia el círculo de piedra y decidimos aprovechar.

Tomé la cadena de Buckbeak pero él no se movía.
-Vamos Buckbeak- dije tirando -tengo que salvarte-
-Vamos chico- dijo Sherlock agarrando un montón de hurones haciendo que se levantase -toma estos hurones muertos-

Corrimos con Buckbeak a ocultarnos en los árboles.

Una vez escondidos en las sombras, vimos como mi tía se extrañaba.
-¿Y el hipogrifo?- dijo Hermione.
-Estaba ahí- dijo McGonagall -y Hagrid estaba con nosotros todo el rato-
-Espero que no haya sido mi sobrina- dijo ella con un suspiro -de todas formas... esto ya pasó antes Hagrid... sé que Buckbeak es un excelente animal. Daremos el asunto por hecho aunque no sea así-
-Gracias Hermione- dijo el semigigante entre lágrimas para abrazarla.
-Pero que mi sobrina no lo sepa- dijo ella -querrá buscarle y saben que no es conveniente-
-Verdugo- dijo la directora -sus servicio no serán necesarios, gracias. ¿Le apetece otra taza de té ministra?-
-Por supuesto- dijo Granger siguiéndola a su despacho.

El verdugo partió una calabaza a la mitad y se fue molesto mientras Hagrid entraba en su cabaña.

Agarré la cuerda de Buckbeak y me subí a su lomo.
Sherlock subió tras de mí y comenzamos a seguir a los muchachos al sauce boxeador.
-Oye...- dijo Sherlock -quiero que sepas que es normal sentir ese impulso rabioso ante Petterson-
-Lo sé Sherlock- dije suspirando -por su culpa perdí a mi madre y mi padrino fue encarcelado de una forma injusta-
-Lo sé- dijo abrazándome por detrás para besar mi cabello con suavidad -por eso siempre estaré a tu lado, pase lo que pase-
-Gracias- dije con una sonrisa antes de que Buckbeak me golpease con su ala acercándome a él.
-Buckbeak- rió Holmes con su adorable sonrisa.

Buckbeak me dio una mirada cómplice, en ocasiones podía ser muy insistente.

Comprobé lo cerca que estábamos el uno del otro mientras Sherlock contemplaba el paisaje.
Todo en el muchacho era perfecto, su mandíbula, sus mejillas, su nariz, su cuello... ¡Todo!
Notaba mi pulso acelerado por el mero echo de estar solo a un par de centímetros de su mejilla.

Tomé el coraje que necesitaba y planté un beso en su mejilla.
El chico se sorprendió ante aquel acto y mis mejillas se pusieron rojas como dos tomates.
-¿A qué vino eso?- dijo Sherlock con extrañeza.
-Ah...- dije intentando no parecer nerviosa -solo quería darte las gracias por... ayudarme con todo esto. Si no estuviésemos protegidos nos expulsarían a ambos-
-No hay de qué- dijo pasando su brazo alrededor de mi cuello para acercarme -ven aquí. ¿Para algo somos amigos no?-
-Claro- dije sonriendo, a pesar de que aquellas palabras me atravesaran el corazón como un cuchillo afilado.

Sin esperarlo, un fuerte beso junto a un cálido abrazo se posó en mi mejilla derecha mientras Buckbeak nos miraba con mucha ternura en sus ojos.

La verdad es que estaba absolutamente encantada de poder pasar tiempo a solas con él, ya que normalmente en una situación como aquella no tendríamos la ocasión de hacerlo.
Daba gracias a tener un gran rato de espera solo para poder pasar tiempo con el chico que me gustaba.

La magia de la deducción (Parte 3) (Sherlock Holmes y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora