Chat Noir

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  Marinette se había quedado callada ante lo sucedido, no podía despegar la vista de Adrien, ni tampoco evitar poner un rostro tenso. Su corazón, que no había dejado de hacer estruendos dentro suyo, continuó palpitante y aumentando su volumen. Lo sentía en la boca, lo sentía en los ojos.

- Te pido perdón nuevamente Marinette, mi padre no siempre es así.. Está tenso, no sé por qué salió así, sin saludar..

  El chico bajo la mirada unos segundos, quería soportar las emociones negativas que lo atacaban, esconderlas debajo de la diminuta felicidad que le causaba la presencia de su amiga.

- Es raro...

Comenzó a decir la joven con un pequeño hilo de voz.

- Que puedas verme Adrien.. Hola..

  Él la miro curioso, no entendía a que se refería pero asumió que debían estar esparciendo rumores en la escuela. Seguro alguien había dicho que ya se encontraba ciego por la enfermedad, cosa que no le sorprendería si sucediese. 

- ¿Que es lo que te..? ¿Por qué estás internado?

  Pregunto Marinette al fin, temerosa de la respuesta pero decidida a escucharlo. Mientras decía aquello se acercaba lentamente hacia su amigo, para poder verlo mejor. El cuarto a diferencia de los pasillos tenia un agradable olor a jazmín; los mechones rubios del joven reflejaban la blanca luz del techo, al igual que su ahora pálida piel de porcelana. 

- No lo sé... Nadie lo sabe.. Hay algo en mi, que no hace más que empeorar cada día que pasa..

  Adrien comenzó a incomodarse con respecto a los ojos de la chica, que permanecían clavados en él de una manera un poco tétrica. Sabía que seguro era un shock para ella verlo en ese estado, más siendo alguien con quien compartía una agradable amistad, así que intentó no darle mucha importancia.

- Marinette.. ¿Puedo hacerte una pregunta..? Esto puede parecerte tonto pero..

  Dijo mientras la invitaba con la mano a sentarse en la cama. Ella miró un par de veces el gesto, no se decidía si era correcto aceptar tal cercanía, a pesar de todo seguía sintiendo una barrera moral entre los dos. 

- Si no lo recuerdas solo.. Solo ignora lo que dije ¿Si?

  Ella decidió sentarse a su lado, su corazón seguía palpitando nervioso. El infinito silencio que los rodeaba amenazaba con desaparecer, tras escuchar unos lejanos pero notables pasos acercarse. 

- Tu.. ¿Recuerdas a un chico y una chica...? Es decir.. ¿Recuerdas a un chico de negro? Con un traje como felino y..  ¿A una chica vestida de rojo y lunares? 

  Con miedo el joven corrió la mirada de los celestes ojos de la chica, que se abrieron mucho más que antes. Marinette no comprendía por qué aquella pregunta tan abstracta sobre algo cotidiano, pero se asusto de la mirada tímida de Adrien y respondió con velocidad.

- Claro, Ladybug y Chat Noir ¿No? ¿Que sucede con ello..?

  El rubio levantó la mirada sorprendido y completamente alegre, estaba tan feliz de aquella respuesta que abrazó a Marinette a pesar del dolor que sentía al moverse. La chica correspondió el abrazo confundida, aquella felicidad del joven la contagio un poco haciéndola sonreír, aunque no sabía por qué.

- ¡E-Es que! ¡Todo el mundo! Bueno, todos.. Todos con los que me he cruzado.. ¡Todos me trataron de loco! ¡¿Pero tu los recuerdas no?! ¡Les describí cada una de sus hazañas pero solo insistían en delirios! Entonces ellos están mal.. ¡Ellos están mal! Últimamente solo vienen con sus sonrisas e inyecciones.. ¡Ma-Marinette! ¡Por favor, diles que tu también los recuerdas!

  Los pasos resonaban más cerca. La chica se alejo repentinamente de Adrien, asustada chocó contra una pequeña mesa contigua a la cama, tirando una lampara al suelo. El ruido la volvió a asustar, se corrió también de allí. Los pasos ya estaban cerca. 

- ¡No les digas que me ves!

- ¿Marinette..?

- ¡No se los digas!

  La joven se alejaba paso a paso mientras mantenía la mirada en él, sus manos las aferraba al corazón. La puerta se abrió, Gabriel ingresó a la habitación con un doctor y dos enfermeros que traían consigo una pequeña mesa metálica, esta brillaba con las luces del techo.

- ¡ADRIEN NO LES DIGAS QUE ME VES! ¡NIÉGALO!

  Siguió gritando aterrada la joven, desesperada. El joven permanecía tieso mirando entre parpadeos a los enfermeros, detrás a su padre, a su izquierda Marinette y a la derecha la mesa metálica con ruedas. Nada le cerraba, nada tenía sentido, no sabía que estaba pasando ni tampoco que hacer.

- ¡Hey! Hola campeón, me dijeron que hoy vinieron a verte ¿Estás contento con la visita?

  Dijo de forma entusiasta el doctor, mientras se acercaba a su paciente. Adrien sabía que cuándo más sonreían ellos, peor le iría; aterrado lo miraba, mientras se dejaba caer por debajo de las sabanas. 

- ¡NO LES DIGAS! ¡YO NUNCA VINE!

-¿Por qué esa cara Adrien? Hey.. ¿Que paso allí con esa lampara? Habrá que juntar los vidrios..

- ¡ELLOS NO PUEDEN VERME CHAT NOIR! 



5 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora