115 Horas

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  Marinette volvió corriendo al cuarto en donde se encontraba Adrien, cuando estaba por tomar el picaporte de la puerta se dio cuenta que aquella simple acción le era imposible de realizar. Era como si de repente sus manos fueran una proyección, un holograma o algún tipo de ilusión sin tacto.  

- No, no ahora.. ¡Lo necesito! Antes de que... Antes que su padre vuelva... Yo debo..

  Ella comenzó a desesperarse mientras intentaba reiteradas veces tomar posesión del dorado picaporte.

- Recuerdas por qué estás aquí 166781833 ¿No?

El propagado sonido resonó por todo el pasillo, la voz que deseaba nunca más volviese a aparecer hizo una pregunta que la hizo reaccionar. Sintió un nudo en la garganta, como si fuese una pequeña niña siendo retada por la autoridad más grande de la casa.

- Eres.. ¿Eres tu el que está haciendo esto? Déjame entrar, prometo qu-  

-Estoy cansado de tus promesas. 

Marinette se quedo callada ¿Que podía responder? ¿Que significaba eso? Aquello había sonado como una queja, si la voz no fuera tan inexpresiva juraría que el tono había sido de enojo. Ella era consciente de lo que debía hacer pero era por demás ridículo, jamás haría algo tan demente como matar a alguien para vivir; aunque fuese un animal el lamentable objetivo. Estaba segura que cualquier vida era más valiosa que la suya, no por sentirse en disgusto con ella sino porque desde que se había convertido en la heroína Ladybug se juró a si misma sacrificarse por los demás. Ese juramento incluía este tipo de situación, 166781833 había visto la lamentable situación de Adrien y estaba dispuesta a morir por él. No estaba segura de cuándo fue que decidió aquello, pero había probado la libertad y la racionalidad en los pasillos del hospital y ya no necesitaba nada más. 

- Lo juro entonces, dame otra oportunidad.

  Según el guía ella no existía ¿Si volviese a la vida no sería acaso otra ilusión? Marinette tenía miedo de caer en un uróboro, sentía dentro suyo la necesidad de acabar con todo antes de que fuese demasiado tarde. Era obvio que tenía miedo de lo que en verdad significaba morir, pero Adrien sí existía y la recordaba, él merece vivir mientras todo el mundo que lo rodea aún conoce su existencia.

- Lo mataré antes de las 120 horas, solo que aún yo..

- 115 horas y contando, el tiempo sigue corriendo.

  Marinette quedo viendo sus manos ¿Si intentara una vez más ahora podría? Ella suponía que si, asumió lo último que dijo la voz como un "acepto de mala gana". Debía decirle a Adrien lo de las cámaras, debía pedirle que la lastimara de alguna manera rápida para matarla sin que doliese tanto.. ¿Como le diría eso? ¿Él siquiera aceptaría tan horrenda propuesta? La joven seguía parada frente a la puerta mirando el dorado picaporte, antes estuvo apurada pero ahora solo quería encontrar las palabras adecuadas. Se dio cuenta que no había, no existen palabras adecuadas para pedirle a alguien que le ponga fin a tu existencia de la manera menos violenta posible; decidió entrar e improvisar con lo primero que saliese de su boca.

- ¡¿Pero qué?!

  Sus manos seguían proyectándose sobre su dorado objetivo, por más que intentará no las lograba solidificar para tener un tacto con el que moverlo. Se sintió frustrada, aquello se acercaba muchísimo a ser una especie de fantasma. Siguió pensando en como entrar y recordó que Adrien estaba del otro lado pudiéndola escuchar.

- ¡Adrien! ¡Adrien! ¡¿Puedes escucharme?! ¡¿Puedes abrir la puerta?!  

  Grito con todas sus fuerzas, sabía que nadie se alertaría de aquello más que su debilitado compañero, que sin importar el estado que tenga haría lo posible para que se lograran encontrar.   

- ¡Adrie-!

  Una brillante luz cegó por un segundo a la decaída chica, aquella se había filtrado por el costado derecho de la puerta que se abrió de repente. Del otro lado de esta se encontraba un desesperado joven, en su rostro se podía notar el esfuerzo hecho para llegar hasta allí y el dolor que seguro recorría su cuerpo. Marinette abrió los ojos para ver aquella figura rodeada de luz, no pudo evitar sonrojarse recordando todo el amor que siente por esa persona y comenzar a llorar por saber que una vida a su lado no sería más que otra ilusión dentro de lo que antes consideraba vida. 

-Marinette.. Volviste.. Gracias...

  Dijo esbozando una sonrisa de entre sus cansadas expresiones, para luego dejarse caer. 


5 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora