La voz

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  Marinette se encontraba presenciando congelada una situación que no entendía en absoluto, desde la distancia miraba a sus padres en completo silencio. Ambos ignoraban su presencia, su madre hablaba sobre la silla como si de un ente se tratase mientras intentaba ser tranquilizada por Tom, su marido.  

  El pánico estaba apareciendo dentro suyo, podía escuchar con nitidez el latir del corazón dentro de su garganta. Le dolía la cabeza, el sonido agudo de un pitido se estaba haciendo presente desde la lejanía de su subconsciente mientras sus piernas se movían con autonomía hacía la escalera. Negaba con la cabeza lentamente,  todo lo que estaba sucediendo no podía ser real, estaba convencida que era un sueño pero asustada al no saber como despertar de el. 

  Corrió hacia su cuarto cuándo recobro un segundo de su conciencia. Su cabeza le dolía. Casi gateando se aferro a los escalones para llegar hacía arriba con más velocidad, allí hacía más frío. El pitido dentro de su mente seguía aumentando su volumen, se reincorporó del suelo. Su cabeza le dolía. Corrió por el pasillo ¿Pasillo? Pasillo. Su cabeza le dolía. El pitido aumentaba. Abrió la puerta al final de este, el cuarto de sus padres. SU CABEZA LE DOLÍA. EL RUIDO AUMENTABA. CERRO LA PUERTA, LA ABRIÓ DE NUEVO. EL CUARTO DE SUS PADRES. EL CUARTO DE SUS PADRES. PASILLO. SU CABEZA LE DOLÍA. TENÍA MIEDO. SE TIRÓ AL PISO. SE TAPÓ LOS OJOS. SENTÍA EL RUIDO A SU LADO.

  Marinette se despertó en su cuarto mientras abrazaba su alargado almohadón, sin querer moverse ni un poco abrió los ojos asustada. Sentía como si su respiración estuviese agitada pero por el contrario, se encontraba tan normal como en sus días más monótonos. Con cautela corrió de encima la sabana que la recubría hasta el cuello y bajo de su cama, luego siguió bajando hacía la planta baja de su habitación. Todo parecía normal, quizás ahora sí todo había sido un confuso sueño del cuál ya había despertado. Vio con curiosidad la luz del sol que caía desde la ventana hacía el suelo, tenía miedo de saber que sentiría pero aún así estiro su brazo dejándolo iluminar por aquel brillo dorado. Al sentir un reconfortante calor pensó en "meterse" por completo en el área iluminada, después de todo parecía estar confirmado por su esperanza que todo había sido una mala jugada de su mente. 

  Tan pronto como se dejó alcanzar por la luz, se alejó. Estar allí le había causado una instantánea mala sensación auditiva, fue como si a su lado por lo menos diez bisagras oxidadas resonaran al mismo tiempo. De alguna forma extrañó los gritos, miró con miedo el sol y con una extraña pero sencilla aceptación comprendió que lo lógico era alejarse de esa luz.

  Bajó las escaleras de su cuarto hacía el living-comedor de su casa, había algo que debía recordar de allí pero no podía hacerlo. Se sentó en los últimos escalones y miró que no había nadie.

- ¿Mamá..? ¿Papá..?

  No obtuvo respuesta, continuó mirando con miedo como por las enormes ventanas del living se filtraba una gran cantidad de luz. 

- ¿Mamá?

  Volvió a intentar, esta vez más alto. Igual que la primera vez no encontró una respuesta a su llamado, trago saliva y se levanto. Sabía lo que tenía que hacer pero la simple idea le causaba dolor ¿Cuánto tiempo tardaría en poder estirar todas las cortinas y dejar a oscuras la habitación? Con suerte cinco segundos, con realismo diez. Se le cruzó por la cabeza que podía evitarse eso quedándose en su cuarto hasta que sus padres regresaran, pero algo no le quedaba claro en esa deducción. Aunque quería evitar ese horrible ruido, ella había sido valiente antes y podía con aquello ¿Había sido valiente antes? Se preguntó, pero pensar en ello la agotaba. Miro las sillas cerca de la cocina y una sensación familiar la invadió, como si lo que se había olvidado tenía que ver con ellas. De nuevo evito otro pensamiento, ya eran muchas cosas las que tenía que hacer como para ponerse a pensar si fue valiente, si algunas vez había tirado alguna de aquellas sillas o si.. O si.. Había algo más ahí.. No le dio importancia. 

  Fue valiente y fuerte, soporto las múltiples bisagras oxidadas chochando entre si cerca suyo. Por un segundo sintió que su cabeza estallaría pero no sucedió, ahora se encontraba cómoda en la oscuridad. Permaneció allí durante mucho tiempo, ella estaba sentada en el suelo, la ausencia de luz la adormecía y tranquilizaba, sentía que su cuerpo se estaba cubriendo por gotas de agua y no necesitaba que ningún pensamiento interrumpiera esa reconfortante situación. 

  El silencio que había en esa habitación era casi divino, Marinette se preguntó que pasaría si Tikki estuviese con ella, pues era alguien que también disfrutaba la calma del ambiente.

-Tikki.

  Dijo secamente mientras abrió los ojos.

- Tikki es un kwami. Tikki.. Es mi Kwami.

  Se levanto del piso lentamente mientras comenzaba a razonar, razonaba en la oscuridad. Posó la mano sobre la mitad de su cara y sintió las piedras de su realidad encima con cada pregunta que se hacía. 

- ¿Donde está ella? ¿Donde están mis padres? ¿Que hora es? ¿Por qué la luz del sol tiene sonido? ¿Lo que paso anteriormente fue un sueño? ¿No hay nadie en la calle? ¡¿Por qué no hay sonido fuera de la casa?! ¡¿Por qué no tengo mis aretes?! ¿¡Por qué no-?!  

- Porque estamos aprendiendo. 

Le interrumpió una voz, respondiendo. Esta la dejó boquiabierta, mirando a la nada, asustada, confundida y enojada.

5 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora