Huellas del pasado

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Ayer Estelle salió con un chico. Vino por ella a las 18:30 en un auto rojo no tan lujoso, sin embargo; Estelle entró allí con una radiante sonrisa, unos pendientes largos, zapatillas altas y un vestido con escote. Ella nos dijo a Andrew y a mí que regresaría tarde, por lo que no teníamos que preocuparnos por ella pues cenaría con ese chico, Jeremy; de cabello negro, ojos cafés oscuros, delgado y con una camisa de cuello en uve. Bastante ordinario como para que Andrew y yo nos preocupáramos. Sin embargo dieron las 22:00 y Estelle no regresaba, Andrew al principio se preocupó un poco, así que la llamó por teléfono, no supe que le dijo pero me dijo Andrew que Estelle no regresaría pronto porque tenía asuntos que atender "puede que incluso la encuentres mañana oliendo a alcohol, así que no te asustes" me dijo él. Andrew me ha mencionado ya sobre el pasado de Estelle con el alcohol, me ha dicho que hubo una temporada en la que ella estaba muy deprimida y lo único que hacía era tomar, adelgazó y se descuidó mucho, poco a poco se fue recuperando, empezó a buscar pareja y dice que después de un año se fue porque quería independizarse, por lo que dejó la casa de Andrew y consiguió un apartamento en un pueblo cercano. Desde entonces no la vio hasta después de cinco años, a partir de ahí ya conocen la historia, Estelle vive con nosotros, de vez en cuando entra en pequeños periodos de depresión pero no duran más de dos días y solo son sus típicos periodos de tristeza por desamores fugaces.

Me fui a dormir tarde esperando a Estelle. Me desperté más temprano debido al pendiente de la ausencia de Estelle. Fui a la sala en pijama aún y encontré a Estelle en el piso dormida con la blusa hacia abajo, dejando ver su sostén rosa mexicano que usa con frecuencia.

—¡¿Estelle, estás bien?!—exclamé con preocupación mientras me ponía en cuclillas.

—Hmm...sí, no te preocupes, dámelo todo—dijo ella mientras acariciaba mi brazo.

—¿De qué estás hablando, Estelle?—pregunté confundida—. Vamos, levántate. Tienes que darte un baño, hueles mucho a alcohol.

En eso Andrew llegó en pijama, era la primera vez que veía que salía en pijama pues él siempre se despierta antes que yo. Me sentí un poco avergonzada al verlo en esas fachas y el pensar en que lo desperté de su plácido sueño me hizo sentirme más apenada aún.

—Lo siento, Andrew. No quería despertarte—dije tratando de no mirarlo para no incomodarlo más.

—No te preocupes—dijo adormilado—. ¿Qué demonios Estelle?, tenemos que ir al local y tú andas cruda.

—¡Joder, ya hacía un mes que no tenía una noche así!—exclamó Estelle fastidiada—. Y si hubieses visto el tamaño de esa cosa, te hubieras muerto, Andrew.

—No digas cochinadas frente a Ann, ash...menos mal que ella aún no comprende bien esas cosas—dijo Andrew mientras se tallaba los ojos—. Bueno, te sugiero que mejor te quedes aquí a descansar, no quiero que asustes a los clientes.

Estelle no dijo nada, solo siguió en el suelo durmiendo. Una vez Andrew terminó de desayunar fuimos al local. Pasó como una hora y Estelle llegó al local con una coleta más arriba que la otra y unos cuantos cabellos sueltos.

—¿Qué haces aquí? Te dije que no te presentaras si no estabas sobria.

—Tranquilo...no luzco tan mal.

—¿Es una broma?—preguntó Andrew sarcásticamente.

Antes de que Estelle pudiese contestar llego un cliente y yo me dispuse a mostrarle la tienda. Era un día tranquilo, no había muchos clientes, ¿quién vendría en lunes?.

—Oh, por cierto Estelle—mencioné para meter un tema de conversación—. ¿Qué pasó con el chico que te pidió tu número cuando recién comenzamos tú y yo en la tienda?

—Ah, él. Pues la verdad me habló un día pero sabes, cuando eres adulto ya no te puedes dar el lujo de enamorarte y buscar una relación seria pasados los treinta. Yo tengo treinta y uno, así que si accedí a salir con él fue con la intención de acostarme con él, pero estaba en mis días y tenía unos cólicos del carajo que desde esa vez no he hablado con él—respondió Estelle de forma ambigua.

—Oh, vaya...¿pero por qué hay un límite de edad para tener novio?—le pregunté a Estelle confundida.

—No es que lo haya, es complicado...pero para alguien como yo que le han roto el corazón en mil pedazos tantas veces como para seguir soltera a sus casi treinta años, simplemente no—respondió ella mientras sacaba un cigarro de su bolsa.

—No fumes aquí hermana, solo vas a hacer que tu aliento empeoré—dijo Andrew—. Además es tu culpa que esos hombres te hayan dejado, era obvio que solo te querían para ya tú sabes, o dime, ¿cuándo fue la última relación seria que tuviste?

—...hace diez años...tienes razón, si tan solo no hubiese sido tan ingenua todas esas veces quizás no estaría soltera ahora, ¿pero desde lo que pasó hace diez años qué esperabas?.

Quería preguntar, pero por el tono de Estelle me dio la impresión de que era un tema delicado. Estelle me dijo desde un principio que el amor era una emoción muy linda y agradable, ¿por qué todas las veces en que Estelle se ha enamorado ha resultado mal?.

—Estelle...ahmm...no quisiera ser grosera, ¿pero extrañas a ese hombre que tuviste hace diez años?—pregunté temerosa.

—No diría que lo extraño a él, pero si pudiese repetir esos lindos momentos que pasé con él antes de que todo terminara, creo que lo repetiría mil veces—respondió Estelle con una sonrisa nostálgica.

Andrew no parecía preocupado por ella a pesar de que ella no lucía del todo bien, sin embargo; ella comenzó a platicar de otras cosas con nosotros después de un rato de silencio incómodo.

El sol radiaba con intensidad esa tarde, pero de una forma que resultaba agradable aquella calidez. Estelle fue a comprar el almuerzo que solemos tomar a las tres de la tarde. Regresó con una bolsa con unos cuantos sándwiches. No lucía demasiado apetitoso, pero fue lo único que Estelle consiguió cercas.

Dieron las seis de la tarde, empezamos a cerrar el lugar. Hoy solo tuvimos tres "clientes" (porque en realidad no compraron nada, solo se acercaron a mirar), pero en fin. Hay días buenos y días malos. En eso, escuchamos que alguien abría la puerta del local, la cual ya habíamos cerrado mientras recogíamos todo.

—Disculpe, ya cerramos, pero mañana abrimos a las ocho en...—dijo Estelle pero se detuvo al ver quien había llegado.

Andrew estaba distraído guardando unas cosas, pero seguro se hubiese quedado igual que Estelle al verlo. Un hombre de cabello negro, mirada profunda y facciones delgadas. Estelle se quedó sin palabras.

—Wow, es increíble lo poco que ha cambiado por aquí...y tú sigues tan encantadora como siempre—destacó aquel hombre.

—¿Eres...tú?—interrogó Estelle titubeante—. ¿Tú eres Marcus?—preguntó ella mientras sus ojos comenzaban a disipar unas cuantas lágrimas.

Andrew y yo veíamos sin decir nada, había un ambiente muy denso en ese momento. Estelle estaba temblando mientras que aquel hombre no parecía tener inconveniente alguno.

—Sí, soy yo...no sabes lo mucho que te extra...

—¿Extrañé?, ¿me extrañaste?, ja, ja, ja...—dijo Estelle riendo falsamente—. ¿No me escribiste, no me visitaste ni nada en todos estos diez años y todavía tienes la cara para decir que me extrañaste?.

Las lágrimas de Estelle caían por sus enrojecidas mejillas mientras su maquillaje se corría por completo. Andrew frunció el ceño levemente y tomó mi mano con fuerza.

—Vámonos, no quiero que te involucres Ann—me dijo y apresuradamente me sacó de allí, dejando a Estelle ahogada en lágrimas junto a aquel sujeto. Estelle no volvió a casa esa noche.

Amor FrágilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora