Levanta la mirada

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—¿Qué tal si vamos a ver a Andrew?—sugirió Estelle sutilmente mientras yo leía un libro.

¿Ver a Andrew?. No, no quisiera incomodarlo mientras trabaja, probablemente esté ocupado. Además, dudo que él quiera verme.

—En una hora cierra después de todo y quiero ver qué tal está su local desde la última vez que lo visité—agregó Estelle—...pero si voy sola probablemente me eche a patadas, ja. Porque pues...Andrew no es esa clase de persona que le guste convivir mucho...¡pero contigo haría lo que sea!

¿Lo que sea?, ¿conmigo?. Definitivamente no, solo soy una existencia no deseada para él, ¿por qué estaría feliz de verme?. Terminé accediendo porque de todas formas quería conocer el dichoso local. Es cierto, ahora que lo pienso...¿por qué nunca me llevó ahí?, ¿no se supone que vende sus creaciones allí?

Fuimos caminando al local —el cual no nos quedaba lejos— estaba un poco nerviosa de salir afuera, recién conozco a Estelle y nunca he visto más allá de la casa de Andrew. Me asusta que alguien se vaya a dar cuenta de que no soy humana...

Al entrar no vimos a Andrew, el lugar se veía desaliñado, había una vitrina con muñecas empolvadas y con unos rostros tristes. Estelle no parecía sorprendida, se adentró más en el local y encontramos a Andrew en una pequeña habitación peinando una muñeca con desgano.

—Me temía que estuviese así el lugar como la última vez que vine—musitó Estelle—. Vamos, levanta la mirada, vine con Annie—dijo mientras me tomaba de la mano con una sonrisa.

¿Ann...ie?

—¿A-Ann?...no me mires, y-yo...no quería que me vieras así...—dijo Andrew mientras se cubría la cara.

—¿Ve-verte así?, ¿qué tiene de...malo?. Al contrario, por aquí luce fatal—dije preocupada—. Deberíamos hacer algo.

Siempre he visto a Andrew como alguien honorable, parecía que siempre tenía la mente en alto...aunque a veces caía...él se levantaba...o eso pensaba.

—Ya la escuchaste, te ayudaremos a limpiar y después nos contarás qué sucede—dijo Estelle tan decidida como siempre.

Andrew estaba avergonzado. Se negó de inmediato. Decía que era una pérdida de tiempo y que no era nuestra responsabilidad, pero eso no detuvo a su hermana. Yo no sabía limpiar, por lo que Estelle solo me dio un paño y me pidió que limpiara la vitrina de las muñecas. Le pidió a Andrew que la ayudara a barrer y le dijo que ella trapearía, cosa que Andrew no discutió más y lo hizo. Terminamos a las seis, justo a tiempo para que Andrew cerrara y nos fuéramos a casa. Ahora solo faltaba arreglar ese "asunto"...

—¿Y bien?, ¿qué pasa?—preguntó Estelle sin rodeos.

—No pasa nada...es solo que...ya sabes...las muñecas de porcelana ya no venden en estos tiempos...ahora la gente prefiere coleccionar muñecas de plástico.—respondió Andrew sin darle importancia...a pesar de que yo notaba que había algo más.

—¡No pasa nada los calzones de mi madre!—exclamó la castaña muy enojada—.Dime la verdad...es por...¿mi papá?—agregó un poco desanimada.

—No es eso...en especial. Quizás cuando mi papá aún trabajaba conmigo vendíamos un poco más, pero eso era porque se llevaba bien con todos los de por aquí. Pero de no ser por eso, él tampoco vendería nada—respondió Andrew irritado.

—¡Aaahh m-mi falda!—dije en un sobresalto al momento en que sentí que alguien tiraba de ella.

Al bajar la vista noté que era una niña con unos encantadores ojos verdes y unas lindas trenzas colgando de sus hombros. Enseguida Andrew y Estelle preguntaron qué pasaba.

—¡Es real! ¡mamá, mamá! ¡una muñeca de verdad!—exclamó la pequeña inocentemente

¿Cómo lo sabe? ¡Me descubrieron! ¿Qué hago, qué hago?

—Liz, deja a la señorita en paz. Disculpe mucho las molestias, ya sabe cómo son las niñas de su edad—dijo una señora muy apenada—...aunque es verdad que luce como una muñeca...luce tan pálida...y tiene unas pestañas enormes.

—¡Ja, ja, ja, ja! Disculpe pero tenemos cosas que hacer y...

—¡Mira mamá, más muñecas! ¡cómo tú!—exclamó refiriéndose a mí—. ¡Quiero una, quiero una por favor!—dijo la niña mientras veía las vitrinas.

—Y-yo no soy una mu...

—No tengo dinero, ya será después, vámonos.—interrumpió la mujer de ojos verdes como los de su hija.

—¡S-Señora, no se preocupe por el dinero!—discrepó Andrew apresuradamente—. Eeh eh este...¡puedo darle un descuento de un cincuenta porciento!.P-Pasen, pasen, estábamos por cerrar pero no se preocupe.

La señora se negaba, pero finalmente accedió. La niña observaba con entusiasmo e ilusión las vitrinas por lo que la madre no pudo desistir ante toda esa inocencia. Andrew retiró de la vitrina una encantadora muñeca con caireles castaños cayendo por sus delicados hombros de porcelana y una noble expresión perfectamente detallada por los pinceles de Andrew. La madre de la niña pagó por la muñeca, se disculpó por las molestias y se retiró con su hija de la mano.

—¡Tengo la clave para hacer que tu local vuelva a la vida!—expresó Estelle apenas llegar—. ¡Sólo tiene que ir Annie al local!

—¿¡Qué!?. ¿De qué hablas?—dijo Andrew indignado—. ¿Y quieres dejar de decirle "Annie" a Ann?

Creía que era la única que pensaba que Annie sonaba raro.

—Está claro, cuando aquella niña vio la apariencia de Ann se interesó por tus muñecas. ¡Solo tienes que llevar a Ann y así fácilmente nos ganaremos a los padres de todos esas niñas de los suburbios!—exclamó la hermana de Andrew segura de que era una buena idea. Aunque...dudo que Andrew piense lo mismo.

—¿Sugieres que expongamos a Ann a que descubran que es una muñeca? ¡Es una terrible idea! ¿No es así Ann?—interrogó Andrew mientras cerraba sus puños con fuerza.

—¡Agh, ya vas a empezar de amargado!, eso es lo de menos, nadie sospechará. Es un negocio de muñecas, es normal que la gente haga esta clase de cosas como método comercial. Diremos que está maquillada o algo así, ¡ya!

—Pu-pues...¡Ann tiene el veredicto final! ¿Qué opinas Ann?—preguntó Andrew en un suspiro.

Solo tengo que ir al local y ya...¿no?. Y si puedo ayudar a que Andrew sea exitoso con su negocio, yo...

—N-no veo por qué no...

—¡Siiii! ¡Te regresaremos al negocio de las muñecas de porcelana, Andrew!—exclamó Estelle muy contenta mientras tomaba a Andrew de sus dos manos.

Andrew solo cruzó sus brazos resignado, pero en el fondo...sabía que él también estaba feliz por eso.


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No se me ocurrió un buen título pueh.
No tengo mucho que decir así que pues, nos leemos después?

Amor FrágilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora