Capitulo XII:
Jóvenes y prósperos.
Yeremi se considera a sí mismo un chico normal.
Trabaja en una empresa privada, donde desempeña un único turno que le permite, a su vez, cursar su tercer semestre de producción industrial. El salario que obtiene no es monumental, pero a pesar de no ser un sueldazo, le permite costearse sus estudios en el tecnológico nocturno.
El poco dinero que le queda está destinado a sus padres, para así colaborar con los gastos de la casa. Aún así, ellos no le exigen demasiado: conocen el elevado costo de la formación profesional y la dificultad de la vida universitaria.
Después de todo, Yeremi no sólo debe pagar la mensualidad que requiere el tecnológico; sino que además tiene que lidiar con el gasto contínuo que representa cada semestre, aumentando proporcional y progresivamente en la medida en que la carrera avanza.
Zapatos, pantalón, camisa, gorra, corte de cabello, crema dental, cepillo, una buena colonia... En fin, los típicos problemas de cualquier joven normal del siglo XXI en este mundo donde el consumismo y la apariencia personal son el eslabón clave de la buena impresión al prójimo. Ya no es, ni siquiera, una cuestión de vanidad, sino de necesidad.
De cualquier manera por una cosa o por la otra, entre el desembolso constante y el costo del transporte público -que cada año aumenta su valor-, a Yeremi se le va el sueldo completo: el dinero se cuela entre sus dedos, como si de fina arena playera se tratase. Y al final del mes su capital consta de tan sólo cero bolívares.
Siendo así, ¿qué le queda Yeremi? ¿Cómo hará él cuando quiera salir con su novia al cine, a la playa o, tal vez, comerse un simple helado...? ¿Cómo podrá mantener el equilibrio de su economía, cada vez que surjan gastos extras?
Es una suerte que Elizabeth, la que ha sido su novia desde el liceo, pertenezca a la misma clase social que él y sea capaz de entender perfectamente la situación.
Él tiene que lidiar con problemas más serios, y ciertamente no puede permitirse tales cosas que, a pesar de parecer detalles insignificantes, resultan ser lujos para jóvenes como ellos. Elizabeth, que puede ver a través de ello, comprende que a diferencia de otros noviazgos juveniles, ellos no tienen por el momento la posibilidad de concederse el placer de dar abasto a semejantes gastos superficiales.
Sin embargo esto es un detalle sin importancia, que no logra afectar su larga relación fortalecida por genuina confianza y una profunda comunicación.
Al igual que su novio, Elizabeth trabaja desde que culminó sus estudios secundarios. Ejecuta su labor como aprendiz administrativo en una empresa privada, y con el poco dinero que obtiene por ello, logra costear su carrera de administración de empresas.
Así, en medio del constante desgaste que representa el descomunal costo de la vida, Elizabeth y Yeremi construyen sus vidas y su relación mediante el esfuerzo y la dedicación. Y como muchos jóvenes de su época, piensan en vivir juntos. Después de todo, son novios desde hace mucho, ambos tienen un trabajo estable y están a la mitad de sus carreras. Los pensamientos y la emoción de una vida en pareja prontamente van llenándolos por completo.
Típico del Siglo XXI. Extrañamente muchos adolescentes conocen a la persona ideal para ellos, pero en lugar de molestarse en construir una relación fuerte, se dedican y se consumen en el desesperado intento de formalizar su enamoramiento, incluso a riesgo de estropearlo. Diariamente, millones de almas gemelas quiebran sus vínculos exhaustas del afán tan agotador que representa atarse mutuamente entre ellas.
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AMORES EN TIEMPOS MODERNOS
Teen Fictionwilian, beatris, arantxa, alexis, yeremi, leidi maría, son jóvenes como tu y como yo. Con gustos y manías sueños y pasiones y al igual que tu y yo con uno o varios amores que han marcado su vida. pero ¿acaso es una tragedia amar? eso depende de que...