Capítulo 16.

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Víctor

Me salto un semáforo y un coche me pita, pero sigo acelerando.

Me dirijo hacia la casa de Myriam. No me ha llamado, pero estaba tan preocupado que no he podido evitar salir.

Necesito saber si está bien. Tengo un mal presentimiento.

Continúo yendo lo más rápido que puedo, y cuando me queda poco para llegar, la veo. Veo a Myriam, sentada en un banco, llorando desconsoladamente.

Me viene a la mente la noche anterior, cuando la conocí.

Me paro a su lado y me bajo de la moto.

- Myriam. - digo, derrumbándome por dentro. Está sufriendo, la tristeza la inunda y no puedo verla así.

- Víctor. - dice ella, titubeante. La sorprende verme.

De repente, se vuelve a echar a llorar ruidosamente y me abraza. La rodeo con mis brazos y la protejo. Tengo la necesidad de hacerlo.

- Lo siento. - solloza. - Me he dado cuenta de que...

- ¡Lo sabía! - grita alguien interrumpiéndola, y los dos miramos al lugar del que proviene la voz.

Es James.

- ¡Sabía que estabas tan rarita por otro chico! Él es el del teléfono, ¿verdad?

- ¿Qué haces aquí? - exclama ella, y nos separamos del abrazo.

James se acerca y agarra a Myriam por el brazo.

- No me haces caso por este gilipollas, ¿eh? ¡Olvídale y vuelve conmigo! Ya te lo he explicado todo. ¿Qué más quieres? ¡Dímelo!

- ¡Déjala en paz! - digo, empujándole y haciendo que suelte a Myriam. Ya estoy harto. - ¡Ella no te quiere! Tú no has dejado de confundirla para engañarse a sí misma, pero ahora estoy yo aquí y eso ha cambiado. Yo voy a protegerla. No permitiré que vuelva a sufrir como hacía contigo.

Él frunce el ceño y aprieta los puños. Se acerca a mí y me pega un puñetazo que me hace caer al suelo. Myriam chilla.

- ¡No le pegues! - grita.

- ¡Tú cállate! - gruñe James. Dirigiéndose a mí, bufa: - No tienes ni idea de nada. En nuestra relación YO decido lo que tiene que pasar, y no tiene que intervenir nadie para cambiarlo todo, ¿entiendes?

- Myriam también tiene derecho a decidir. Ella también importa, coño. - digo, incorporándome. Me sangra el labio.

Él sonríe, y me dan ganas de matarlo.

- Ella sólo tiene que hacerme caso. Así somos felices, ¿verdad, tesoro?

No aguanto más. Me lanzo sobre él, pegándole sin cesar. Estamos en el suelo, y sólo puedo descargar mi rabia e ira.

Él ha hecho pensar a Myriam que la quería, aunque sólo estuviera jugando con ella.

Ahora seré yo el que la enseñe de verdad lo que es querer a alguien. Porque, sí...

Yo quiero a Myriam Smith.

Sólo contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora