Capítulo 4

24 4 0
                                    

ELÍZABETH

Abro la puerta del coche y salgo. Ha parado de llover, pero el suelo sigue mojado.

-Gracias por traerme- le sonrío a James mientras me apoyo en la ventanilla del coche.

-Cuando quieras- levanta la mano para despedirse y me guiña un ojo-. Tengo que aparcar. Encantado de conocerte, preciosa. Ya nos vemos otro día.

-Claro. Tienes mi número.

Me sonríe por última vez y arranca el coche.

Me quedo mirando el vehículo hasta que se pierde de vista. Sacudo la cabeza y suelto una risita. Que chico más... peculiar.

Me doy la vuelta y entro en la residencia. Miro fijamente el camino de grava que me lleva a la casa de Ian antes de dar el primer paso.

Me parece que está muy enfadado. Mientras iba en el coche con James me ha llamado como unas siete veces, pero no se lo he cogido ni una sola vez. También ha dejado mensajes de voz, aunque todos han ido a la basura.

Me encojo los hombros y sigo caminando.

....................................................................................................................................................................

-¿¡Tenemos que pelearnos cada noche!?

-¡Eres tú! ¡Yo acabo de entrar por la puerta!

Avanzo deprisa por el salón. Intento esquivar a Ian para poder irme a mi habitación, pero me agarra del brazo y me aparta de las escaleras.

-¿¡Por qué te vas sin decirme nada!? ¡Ya te he dicho que no podías salir de esta casa sin mi consentimiento!

-¡Porque me da la gana! ¡Puedo irme a donde quiera y cuando quiera!

-¿¡No te das cuenta de que vives en mi casa!? -me espeta con odio. Abre los brazos, abarcando todo el salón-. ¡Estás bajo mi techo, y soy yo quien te da de comer!

-¡Cómo no me voy a dar cuenta si no hace más que repetírmelo con esas estúpidas reglas!

Me mira fijamente y se ríe. Esa carcajada llena de desdén me enfada todavía más, y me tengo que contener para no saltarle encima y arrancarle uno por uno los pelos de la cabeza.

-¿¡Estúpidas reglas!? ¡No tendrías normas si me hicieras caso!

-¡Y yo a te haría caso si no fueras un imbécil!

Golpea la mesa de madera de con el puño, haciendo que dé un salto en el sitio. Sus ojos azules se vuelven más fríos de lo normal. Camina hacia delante y se queda a unos centímetros de mí.

-No te atrevas a insultarme- murmura con una calma sobrenatural. Un escalofrío me reccorre la columna de arriba a abajo-. ¿Por qué te has escapado?

No me acobardo ante su expresión.

-¡Necesitaba aire, espacio, un sitio tranquilo donde pensar!

-Oh, claro. La niña necesita espacio. ¿Algo más? Como aquí no puedes hacer lo que quieras, tienes que irte, ¿verdad? No puedes fumarte hierba ni meterte nada como hacías en tu antigua casa, ¿me equivoco? Tampoco puedes traerte tus noviecitos para follártelos... apuesto lo que sea a que tu madre no te hacía caso. Seguro que sólo estaba contigo para poder ganar algo de past...

No me aguanto más y mi mano sale volando hacia su cara. El sonido de la bofetada resuena en el salón. Ian tiene la cabeza girada, pero sigue mirándome con furia y confusión. La mano me arde a la vez que varias lágrimas ruedan por mis mejillas.

364 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora