No hay otra forma

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-No. No puedes hacer eso, Draco.

Él se llevó ambas manos al rostro, tratando infantilmente de no mirarla, de hacérselo un poco más fácil. Pero tenía que ser fuerte, tenía que hacerlo, para que ella estuviera a salvo...Siempre.

-Sabes que es la única...

-¡Tiene que haber otra forma! -explotó ella al fin -No puedo...No puedes borrarlo todo...

A Draco le afectó mucho más esa pequeña súplica de voz entrecortada. Hubiera preferido que siguiera gritando.

-Hermione...

-No puedo aceptarlo- sollozó ella. Draco no soportó más y tiró con suavidad del brazo de la chica hasta que la distancia entre ambos desapareció. La abrazó con cuidado, para no lastimarla; pero ella se aferró a él con todas las fuerzas que le quedaban.

-No pienso soportar que te sigan lastimando, Hermione.

Con la cara oculta en el cuello de la chica, sintiéndose mejor al tenerla entre sus brazos, no le importó que le temblara la voz. Tampoco le importó cuando una traicionera lágrima escapó de sus ojos, ni el ruido de las explosiones que retumbaban sobre sus cabezas. Ése momento era sólo de ellos dos, de ambos, y quizá sería el último. No permitiría que nada lo arruinara.

Se concentró en el tacto de los brazos de su novia alrededor de su cuerpo. Su pelo castaño desordenado y su piel emanando aquél aroma tan característico  mientras trataba de calmarse. Casi podía escuchar a su cerebro trabajar, buscando otra solución, otra salida que no terminara por separarlos. Pero aunque existiera, Draco sabía que ella no estaría a salvo del todo hasta que sus nombres dejaran de relacionarse.

Suspiró, e inmediatamente la sintió tensarse, alerta para impedir que el chico moviera la varita. Pero él simplemente la tomó por la barbilla con una mano, acercando sus rostros una vez más.

La tensión de Hermione se transformó en tranquilidad. Durante cuatro años le había demostrado que la necesitaba, que no podía mantenerse alejado de ella, y esta vez no sería diferente. Se relajó, deslizando despacio sus manos a través del pecho del chico, hasta llegar a su cuello, rodeándolo.

La delicada caricia no pasó desapercibida a Draco, que cerró los ojos y ladeó la cabeza. No era el momento de dejarse llevar, pero lo olvidó en cuanto sintió los tibios dedos de Hermione entrelazándose en su nuca. Se inclinó, acercándose más a los labios de la muchacha y la besó sin poder contenerse más.

Ella le devolvió el beso, lento, dulce, tratando de decirle todo lo que sentía por él, tratando de suplicarle que no desapareciera lo que tenían.

Draco acarició su mejilla con una mano, profundizando el beso lo suficiente para que ella no notara que le apuntaba a la nuca con la otra mano, la que estaba recargada en en hombro de la chica y sostenía la varita.

Separó los labios, dejando que Hermione tomara el control y odiándose por lo que estaba haciendo. Ella suspiró ligeramente, y Draco supo que si no lo hacía en ese momento, no lo haría jamás.

-Desmaius -susurró entre los labios de la castaña. No le dió tiempo de protestar, ni de impedirlo, ni de sermonearlo como acostumbraba; simplemente se le fueron las fuerzas, como si se desvaneciera, perdiendo el equilibrio y cerrando los ojos. Draco tuvo que sostenerla para que no cayera al suelo.

La mantuvo así, sólo un poco más, creándose la falsa ilusión de que estaba dormida, que despertaría dentro de poco, borradas todas sus heridas y saldrían a ganar la batalla que se libraba en el castillo. Juntos.

La mano inerte de Hermione se deslizó por su hombro y cayó sin fuerzas a un costado, rompiendo la pequeña fantasía y recordándole lo que tenía que hacer.

SacrificioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora