Troll en las mazmorras

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La noche de Halloween.

Draco recordaba con perfecta claridad la noche de Halloween de su primer curso. Día de brujas en un colegio de magia, ¿Quién se lo perdería?

Había sido el día que logró ganarse la confianza de Harry y la aceptación de Ron, aunque no su lealtad.  

Había sido el día que se había dado cuenta lo excepcional que era Hermione.

Se había sentado junto con ella en la mesa de Gryffindor, hablando animadamente sobre los hechizos que habían aprendido con el profesor Flitwick; mientras Ron, algo molesto, había entablado una conversación con Harry sobre quidditch. Y a medio banquete, Quirrel había entrado derrapando a avisarles que había un trol en el castillo, antes de desplomarse.

Harry, Ron, Hermione y él se habían rezagado a propósito, intentando verlo; y había sido entonces cuando la silueta contra el ventanal les había advertido de que el trol ya no se encontraba en las mazmorras.

Ahora, el Draco adulto se preguntaba qué habría pasado sin él. Probablemente, sin su intervención Ron no se habría enojado; y los tres habrían subido tranquilos a refugiarse en la torre mientras McGonagall y los otros profesores se encargaban de la situación, como debería haber sido.

Decidió esperar en la entrada del gran comedor para poder verlos entrar juntos; y también para ver cómo iba su alianza extraña con Crabbe y Goyle. Pero el tema quedó olvidado cuando notó que Harry y Ron llegaban solos. Sin Hermione.

¿Qué estaba pasando?

El banquete dio inicio y Draco permaneció fuera del comedor, resistiendo la urgencia de intervenir y preguntándose lo que había sucedido. Quizá Hermione había subido a la sala común. Quizá se había quedado dormida. Quizá...

— ¡Trol! ¡Troooooooool!

El profesor Quirrel se acercaba corriendo, pálido  como el resto de los fantasmas y con los brazos elevados hacia el techo mágico del gran comedor al que acababa de entrar. 

— ¡Hay un trol en las mazmorras!

Draco solo alcanzó a apreciar el enorme enredo de su turbante cuando, entre la mesa de Hufflepuff y Ravenclaw, el profesor añadió:

— Sólo creí que deberían saberlo.

Tal como en sus recuerdos, Quirrel se desplomó; y a Draco no le costó nada de trabajo imaginarse la forma en la que sus ojos habían girado hacia dentro de sus cuencas, a pesar de que hacía siete años de eso.

Como entonces, hubo unos segundos de silencio seguidos de un estruendoso pánico general. Dumbledore se las arregló para tranquilizarlos de manera que los prefectos pudieran llevar a todos a sus habitaciones. Pero aún no había ni rastro de Hermione.

El pánico comenzó a crepitar dentro del pecho de Draco como una hoguera. ¿Y si Hermione había regresado a casa? ¿Y si se hallaba en la enfermería? Peor aún: ¿Y si se había encontrado al trol? Hermione era una hechicera excepcional, sin duda. Pero a los once años, con solo dos meses de entrenamiento mágico; Draco tenía que admitir que sus posibilidades no eran muchas.

Los estudiantes comenzaron a salir. Los de Ravenclaw comentaban entre ellos el hecho de que los trols, tan naturalmente torpes, la tendrían difícil para entrar a un edificio como Hogwarts. Los de Gryffindor discutían las mejores maneras de derrotarlo. Y Draco los siguió a cierta distancia; esperando poder entrar con ellos a la sala común a comprobar si Hermione se encontraba allí.

Después de haber atravesado varios corredores, Draco advirtió que Harry se detuvo mientras el resto del grupo se cruzaba con un montón de Hufflepufs bastante confundidos.

— Acabo de darme cuenta —Draco le oyó decir mientras detenía a Ron por el brazo — Hermione.

¿Acababa de darse cuenta? ¿Dónde había estado todo el día?

— ¿Qué pasa con ella? — inquirió Ron.

— No sabe sobre el trol.

Ambos chicos se miraron por un segundo; y después Ron se mordió el labio.

— Oh, de acuerdo — aceptó — pero más vale que Percy no nos vea.

Draco quería subirse por las paredes. ¿Por qué se habían separado de Hermione? ¿Por qué la habrían dejado sola?

A medio camino, se encontraron con el trol. Y por supuesto, haciendo gala de su recién obtenido orgullo Gryffindor; intentaron detenerlo encerrándolo en el baño de niñas de la planta baja. 

Se habían alejado ufanamente en solo Merlín sabía qué dirección, cuando un grito agudo atravesó el silencio y le heló la sangre a Draco.

— ¡Hermione! — gritaron Harry y Ron.

El baño de niñas. Bueno, Draco decidió que los perdonaba por no estar con ella.

Corrieron de vuelta hacia la puerta que acababan de cerrar y entraron. Draco, invisible tras ellos; no pudo intervenir. Pero sí los vio luchar contra el trol. Los vio clavarle una varita en la nariz, y golpearlo con su propio bate; y vio la manera en la que Ron miraba a Hermione, orgulloso, después de haberlo noqueado para salvarla

Fue entonces cuando Draco Malfoy, un Gryffindor de diecisiete años, se dio cuenta del enorme sacrificio que acababa de hacer por ella: para salvarla, había tenido que perderla, en todo sentido.

***

¡Hola! Este capítulo me ha encantado ¿y a ustedes? 
Quiero disculparme por no haber actualizado antes. La vida universitaria y la de adulto apestan, ¿saben?

En fin, los comentarios y votos que ha empezado a recibir esta pequeña historia me han hecho el día ayer. Mil gracias por leer :3 




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