Un Malfoy

104 11 4
                                    

Draco no tendría las fuerzas para visitar cada uno de los memorables momentos de primer año. Además, no conocía los detalles que habían cambiado desde su intervención. Así que decidió hacer algo mucho más sencillo. 

Gracias -de nuevo- a Hermione, era perfectamente consciente de que no podría autointerceptarse una vez que llegara a los terrenos de Hogwarts. Solamente tenía una opción, y ni siquiera estaba seguro de llegar a tener la oportunidad; pero valía la pena intentarlo.

El constante movimiento del piso del tren le hizo saber que lo había conseguido antes de abrir los ojos. Aquello de la ubicación y el giratiempo no salía dársele muy ben, pero al parecer estaba agarrándole el truco.

Lo que hubiera dicho Hermione...

No había tiempo para eso. Ni siquiera teniendo un giratiempo entre los dedos. Si se detenía, sus pensamientos lo arrastrarían despacio y sin remedio de vuelta con Hermione. Y volverían a lastimarla. No podía permitirlo.

Puso una mano frente a su rostro para comprobar si el encantamiento desilusionador seguía funcionando. Tenía apenas unos minutos. Si lo había calculado bien, sería suficiente.

El ritmo de la marcha fue disminuyendo cuando Draco se acercó al vagón en donde, gracias a su interacción reciente, sabía que su versión joven se había instalado junto con Crabbe y Goyle. Se pegó a la pared junto a la puerta, y aprovechó el tumulto que se formó cuando se comenzaron a vaciar los otros para adentrarse en el que le interesaba. Se pegó al fondo para disminuir el riesgo de chocar con los otros y esperó.

El Draco de 11 años se había sentado junto a la ventana. Recordaba este detalle, por la cantidad de veces que se había imaginado avistando por fin la silueta del castillo desde el tren cuando era niño. Era un  recuerdo nítido que le había acompañado toda la vida; dado que cuando sucedió, había sido Harry quien la había señalado para que los cuatro pudieran verlo.

Ahora, Draco la admiraba solo, ajeno a los otros dos que ni siquiera se habían dignado voltear. 

Fue muy sencillo, puesto que la versión joven de sí mismo decidió por su propia cuenta retrasarse un poco. En cuanto el resto se alejó, el Draco adulto se acercó a la  puerta, bloqueando el paso y desvaneciendo el encantamiento. Con esfuerzo, ignoró la vocecita de Hermione en el fondo de su mente que le decía que no debía hablar consigo mismo. Su versión joven parecía aterrada.

—Soy un Malfoy —le reveló —puedes confiar en mí.

—¿Cómo sé que puedo confiar en ti?

Se esperaba esa reacción, y tenía la respuesta preparada.

—Me ha enviado tu madre, Narcissa.

Sabía que eso no sólo era la llave para su confianza, sino que se olvidaría de preguntar su nombre.

—¿Está bien? 

—Solo tengo que darte un mensaje, calma —lo tranquilizó, sin querer afirmar o negar nada. No sabía hasta que punto sus actos habrían afectado las cosas aún.

—¿Sobre mamá?

—Sobre todo.

El pequeño Draco pareció entender la seriedad de las cosas. 

—Debes hacer algo. Quizá no te gustará, pero por el bien de tu familia debes hacerlo.

—¿Tiene que ver con...alguien?

De acuerdo, quizá era algo más desconfiado de lo que recordaba.

—Sí, con quien tú crees. Quien tú sabes —sentía que estaba exagerando un poco la teatralidad, así que se agachó a su lado, evitando tocarlo.

—Mira, por tu propio bien no puedo decirte mucho aún. Y tampoco puedes decírselo a...Narcissa directamente —por poco y la llamaba mamá —yo seré su intermediario.

—¿Como sé que realmente vienes de parte de ella? 

Draco levantó su brazo y se desprendió un pequeño broche del interior de la manga.  Se lo había dado su madre en cuarto curso, cuando supieron que una segunda guerra llegaría pronto. Siempre lo llevaba consigo, era el escudo de la familia Black. 

—El broche —susurró la versión joven de sí mismo —Ella nunca se lo quita del cuello, ¿cómo es que...?

Se limitó a guiñarse el ojo. La sonrisa que recibió a continuación lo alentó a continuar.

—Puedes confiar en mí.

—¿Qué debo hacer?

—Debes ser el mejor Slytherin de Hogwarts. Y debes ser el peor enemigo de Harry Potter. 

—¿Por qué ? —la voz infantil parecía desconcertada.

—Hay muchas cosas que sucederán; y muchas personas en el mundo mágico saldrán lastimadas. Y Narcissa...no querría que te lo dijera, pero ella también podría estar en peligro. 

—Por mi lealtad, ¿no?

Ahora sí se había ganado su confianza.

—Así es. Además, hay otra persona que correría mucho peligro. No puedo decirte más, pero... — Draco lo consideró un momento —volveré a buscarte cuando estés en tercer curso.

- ¿Y podré saber más?

—Ambos sabremos más. Por ahora, sé el mejor Slytherin, y aléjate de Potter.

—¿Seguro que me lo explicarás todo?

—Un Malfoy nunca falta a su promesa.

Otra sonrisa, esta vez de ambas partes, apareció.

—¿Cómo esconderé mis verdaderas intenciones?

—Nadie te cuestionará. Eres un Malfoy, tu madre fue de la familia Black. 

No quiso añadir que su padre había sido un mortífago, no quería arruinar su percepción.

—Un Slytherin espía —sonrió el pequeño Draco. El mayor evitó arruinar su entusiasmo diciéndole que no sería el único. Además, era peligroso soltar esa información con tanto tiempo por delante.

—Podría decirse —respondió en lugar de eso.

—Si no vuelves en tercer año, dejaré de hacerlo —advirtió el niño.

—Suena justo —admitió Draco adulto —te veré en la sala común de Slytherin, la primera noche de tu tercer curso, cuando ya no quede nadie más.

—De acuerdo. Es...es un trato, supongo.

—Lo es. Recuerda —lo distrajo para que no intentara estrecharle la mano —por Narcissa y por los que te importan.

—¿Fuiste tú quien...hace un rato..?

—Sí —admitió Draco —Disculpa por eso. Era crucial alejarte de Potter para que suceda...algo la noche de Halloween.

—Si no sucede nada...

—Lo sé, lo sé —aceptó el adolescente sin poder evitar rodar los ojos - ahora corre.

El niño se apresuró, pero al llegar al pasillo se detuvo y giró para preguntar algo más.

Draco tuvo que resistir el impulso de deshacer el encantamiento desilusionador que acababa de conjurar para responder a sus preguntas. Después de un segundo que duró un siglo, la versión joven de si mismo respiró hondo, asintió con la cabeza y se alejó corriendo para alcanzar al resto. 


***

Este capítulo me encantó escribirlo. No recuerdo si estaba prohibido tocar a su versión joven, pero me tomé esa libertad. Mientras tanto, ¿les está gustando? Tengo planes para algunos giros enormes en el tercer y sexto curso. ¿Hay alguna escena de los libros que les gustaría ver con Draco interviniendo en ella?

 Nota extra: No he revisado estos capítulos. Siendo honesta, esta historia me está sirviendo para relajarme y desestresarme de la escuela y el trabajo, es una pequeña terapia. Si encuentran errores, y desean corregirlos, háganlo teniendo en mente a una universitaria que lleva seis meses en Home Office y clases online. Y gracias gracias por leer esta historia :3


SacrificioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora