Once rosas.

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-¿Qué te parece esto?- preguntó Wonsik saliendo de entre la ropa para enseñarme un vestido que yo sabía era nuevo.
-¡Me encanta!- me puse de pie y lo abracé.
-Y a mi me encanta que te encante. Ahora vístete que se nos hace tarde- puso el vestido sobre la cama y se recostó en la pared guiándome al baño con señas.

-¿Crees que está bien?- pregunté no muy convencida. El vestido era maravilloso pero no terminaba de sentirme cómoda en él.
-Claro que sí, de igual forma a ti todo te queda perfecto- me abrazó por la espalda y besó mi mejilla.
-A todo esto, ¿puedo saber a dónde vamos y por qué?- me giré para verlo a los ojos.
-No te puedo decir, es una sorpresa- tomó mi rostro entre sus manos y me besó con ternura.

Media hora después salimos del apartamento y subimos a su auto; condujo hasta casa de Hye y yo quedé completamente desconcertada.
-¿Qué hacemos aquí?- pregunté confusa. Él únicamente se limitó a sonreír y bajar del auto para abrir mi puerta.
-Debo cubrirte los ojos- sacó una venda de tela y se hizo atrás mío, corrí mi cabello aún sin entender la situación y esperé a que pusiera la venda, ahora no veía absolutamente nada y temía darme de narices contra el suelo.
-Sólo no me dejes caer, por favor- busqué con el tacto su brazo y me sujeté a éste.
-No lo haré, levanta el pie- hice caso y subimos los escalones -Pero aquí si debo dejarte sola- me entregó lo que supuse eran las llaves de la casa y susurró a mi oído: "Espera un minuto y quítate la venda", seguido de ello escuché sus pasos firmes y rápidos hacia quién sabe dónde. Conté los sesenta segundos mentalmente y me retiré la venda, parpadeé un par de veces para recuperar por completo la vista y abrí la puerta, di unos cuantos pasos y en frente mío pude ver una rosa blanca acompañada de una nota escrita a mano, era la letra de
Wonsik.

Para el amor de mi vida.
Halla las rosas y sigue las pistas, sólo así entenderas esto que quizá te parezca estúpido.

-¿Entender qué? Estúpido Wonsik, es tan tierno- dije en voz alta para mi misma y busqué con la mirada la siguiente rosa, se hallaba en el mueble de la sala.

Creíste mal, aquí sólo estuviste diez minutos. ¿Qué sucedió después?

-¿De qué habla? ¿diez minutos? No voy a esperar diez minutos- seguí con mi búsqueda. No había nada cerca -¿A qué se refiere con diez minutos?- solté inconcientemente mirando hacia todos lados, entré a la cocina y hallé otra rosa sobre la encimera.

¿Qué haces aquí? Deberías ir afuera.

Inmediatamente me dirigí al patio trasero y reposando en el pasto vi otra rosa.

Despistada, no sabrías su nombre de no ser por mi grito.
"¿Y esta bella señorita?"

Varios metros más a la izquierda había otra rosa.

Que mal educado llegar sin previo aviso. Te mostraste fuerte, aparentemente.

Busqué la siguiente rosa, que extrañamente estaba en el lugar de la que había tomado antes, ¿tan despistada era que no me di cuenta en qué momento llegó ahí?

¿Por qué no vas por un vaso de agua?

¿Agua? Creo que Wonsik se ha enloquecido. Entré y me dirigí a la cocina, en frente del lava trastes había otra rosa.

Oh, has empezado a fragmentarte.

¿Fragmentarme? ¿de qué demonios habla?
Otra rosa frente a la puerta que daba al patio trasero.
-¡Joder! ¿tan despistada? ¿es enserio?- solté esperando que alguien me escuchara.

Una grieta más, ¿lo resistirás?

Pude ver a la distancia otra rosa que descansaba sobre el sillón que había cerca a la alberca.

Llegó quien odié pero finalmente aprecié.

Miré en todas las direcciones y vi a mi derecha un camino de petalos blancos que seguí sin dudar.
Ahí estaba él, sosteniendo una última rosa entre sus manos, sonriendo como nunca antes lo había hecho.
-Tomala- extendió la rosa y la nota, las tomé y leí con cuidado.

Para el amor de mi vida.
¿Nada de esto se te hace familiar? ¿Que acaso no recuerdas este reconfortante rincón? Porque cariño, este rincón contempló algún día tus lágrimas desconsoladas y mi intento estúpido, casi desesperado por hacer que sonrieras.
Porque en este tonto e insignificante rincón me enamoré de ti; de tus lágrimas, de tu sonrisa, tus abrazos, tu calor, tus mejillas sonrojadas...En este rincón me enamoré de todo lo que tenía que ver contigo.
Y es muy simple, desde aquella noche, que es esta misma unos años atrás, conocí sin desearlo al amor de mi vida. Conocí a la mujer más hermosa del mundo. Porque me convertí en un completo imbécil bajo tu belleza; porque a tu lado todo me parecía perfecto e incluso el silencio me fascinaba; porque cambié para bien gracias a ti y nuevamente le hallé sentido a mi vida.
Jung Jihyun, sencillamente te amo como a nadie en el mundo.

Lágrimas amenazaban con salir y ya se me nublaba la vista por la humedad, parpadeé rápido para evitar derramar lágrimas y me lancé a sus brazos.
-Te amo- susurré a su oído y besé su mejilla.
-Falta una- sonrió y se separó de mi para ir a buscar finalmente la última rosa, la más hermosa de todas las que había recogido. La tomé en mis manos y leí la última nota.

Te amo, nunca me cansaré de decírtelo.
¿Quieres casarte conmigo?

Me fue imposible seguir conteniendo las lágrimas y me arrojé nuevamente a sus brazos mientras asentía con la cabeza una y otra vez.
-¿Eso es un sí?- preguntó sonriendo.
-¡Claro que sí!- di pequeños saltitos en mi lugar, sonriendo cual estúpida.
-Entonces permíteme- se separó y dirigió su mano al bolsillo de su pantalón, sacó la pequeña caja cuadrada que indicaba que dentro llevaba el anillo, se arrodilló frente a mi, suspiró con fuerza y preguntó una última vez para obtener la misma respuesta y poner el anillo en mi dedo -Serás mi esposa- sonrió y se puso de pie.

Realmente lo amaba y estaba dispuesta a pasar el resto de mi vida a su lado.

He's DifferentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora