Guardo el celular en el bolsillo de la chaqueta antes de llegar a estrellarlo contra la pared más cercana, frustrada. La odio, la odio, la odio.
No, me digo. No me va a arruinar esto también. Puede que fuese su culpa que quedara atrapada en este tonto juego al principio, pero al saber que si gano tendré la posibilidad de ser libre de una vez por todas, bien, ahora esto es algo personal. Sin embargo parece que no importa cuanta distancia ponga entre nosotras, no puedo librarme de ella.
Pero lo haré, debo hacerlo.
—Esa parecía una conversación bastante acalorada —Casi pego un brinco cuando una voz ronca varonil y sí, desconocida, habla a mis espaldas.
Giro enfrentando al imbécil, unas cuantas réplicas nada amables en la punta de mi lengua, o eso pienso hasta que lo veo, observándome semi recostado sobre una de las puertas del pasillo donde me escondí para atender la llamada. Su cara de sueño y pelo enmarañado explican la profundidad de su voz, su, muy a mi pesar en este momento, sexy voz ronca.
Quito esos pensamientos al recordar que hay grandes posibilidades de que este sujeto desconocido haya oído gran parte de la llamada, no es como si hubiese estado confesando algún secreto de Estado, simplemente detesto a las personas metiéndose donde no deben, en mis cosas.
Antes de que pueda ignorarlo por completo, estoy contestando de regreso.
—Eso parece no ser de tu maldita incumbencia.
Está bien, no pude contenerme.
Lo más sensato sería pedirle que olvide lo que ha oído, si lo ha hecho, y volver de nuevo a la habitación. No es como si esa idea me llamara mucho la atención, pero quizás logro convencer a la morena, Alyssa, de acompañarme a algún lugar cerca, incluso acepto que sea el bar del hotel, cualquier lugar con tal de conseguir algo de diversión y alcohol, quizás algunos chicos también. No soy lo suficiente optimista como para creer que la freak amargada de Aledis o la niña temerosa acepten acompañarnos. Tampoco es como si muriese por su compañía.
—Descuida, era solo un comentario —Levanta ambas manos en señal de rendición— ¿Quieres entrar? Tengo café.
Seguro que lo tienes, pienso.
En otra ocasión hubiese sonreído ante su clara sugerencia, siguiéndole el juego, pero en este momento no estoy de ánimos. Mierda, y yo siempre estoy de ánimo. Necesito un trago.
—Lo siento, guapo, hoy no. De todas formas no eres mi tipo —Comienzo a voltear para irme cuando su voz me detiene.
—¿Qué tipo sería ese? —Lo observo sobre mi hombro mientras finjo pensar, dándole un repaso a su desgarbado aspecto.
—Digamos que te ponemos de ejemplo... Pues todo lo contrario —declaro al fin.
Enarca ambas cejas en mi dirección.
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Stellae: todo queda en L.A.
Teen Fiction¿Qué sucede cuando unes un grupo de cinco chicas y un fin en común? ¿Qué pasa cuando la meta es el dinero y la fama? La respuesta está en una sola palabra: TODO. Un concurso, dos equipos y solo un grupo ganador, cinco jóvenes que serán reconocidos c...