Capítulo 5

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—Un martini por favor —pido con desgana al barman del hotel, el cual resulta ser un hombre de mediana edad con la cabeza medio calva.

Lo observo asentir con una sonrisa amable mientras va a preparar lo que he pedido, yo me limito a quitarme los tacones negros que usé toda la jornada.

Ha sido una noche de mierda. Por decir lo menos, claro está. Ni fiesta, ni diversión, se me ha ocurrido decirle que beba a la santurrona y cómo no, se le ha calentado la boca tomándose hasta el agua del florero que estaba sobre la mesita nocturna junto a su cama. La peor parte fue ver que Scarlett se divertía de lo lindo mientras yo cargaba con la chica que se encontraba prácticamente en estado de bulto.

Bueno, tampoco fue tan terrible, era lo mínimo que podía hacer luego de que me contara su trauma con esos ojos de perro mojado, sin mencionar la rabia que me dio el cabrón de su chofer. No hay nada más molesto para mí que ver a esos idiotas mandoneando como quieren a las mujeres como Patrick, aprovechándose de sus caracteres débiles.

—Aquí tiene señorita —indica el hombre tendiéndome la copa mientras apoyo mis codos sobre la barra.

Se me escapa una sonrisa involuntaria al pensar la resaca que cargará Pat el día de mañana, o bueno, hoy en unas horas más. Es lo que necesita, una sacudida de su vida de convento.

Siento que vibra mi móvil y lo quito del bolsillo de mi chaqueta para ver que la pantalla indica "Ellie".

—Hola tía —saludo refregándome los ojos con cansancio—, ¿cómo va todo por allá?

—Pues más o menos, hay alguien que te echa de menos —explica desde el otro lado de la línea—. Le he dicho que probablemente estabas durmiendo pero no hay caso de que apoye la cabeza en la almohada.

Sonrío al imaginar a Caroline insistiéndole a tía Ellie para que me llamaran.

—No hay problema, no estaba durmiendo, deme con ella —pido mientras llevo a mi boca la copa que ya he medio vaciado.

—¿All? —La voz tímida de mi hermana suena del otro lado y comienzo a sentir cómo me baja la pena por no tenerla cerca.

—¿Qué pasa enana? Creí que eras una chica valiente.

—¡Lo soy! —exclama ofendida—. Pero igual te extraño. Además Blacky también ha llorado toda la tarde.

Blacky es un perro salchicha hiperactivo que no deja de dar vueltas alrededor de la gente, evidentemente él no ha llorado por mí, porque lo detesto y el sentimiento es mutuo. Pero no necesito hacérselo saber, a fin de cuentas solo tiene ocho años.

—Oh pues en ese caso, deberías darle el amor que yo no puedo —respondo rodando los ojos, agradeciendo que ella no pueda verme—, de todas formas deberías estar durmiendo Caroline, son las cuatro de la mañana y tienes que ir a la escuela.

Stellae: todo queda en L.A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora