Capítulo 9 (Parte II)

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La puerta se abre de par en par y me siento como un ciervo cegado por los faroles de un auto, esperando la inminente colisión

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La puerta se abre de par en par y me siento como un ciervo cegado por los faroles de un auto, esperando la inminente colisión. Todo lo que puedo ver son los ojos furiosos de Dave Françoise saltando de una a otra entre nosotras antes de posarse finalmente en Arturo, en mis brazos. Maldición.

—¿Y ustedes quienes son? ¿Qué haces con Arturo? —brama eso último en mi dirección.

Su mirada es acusadora y grita que acabará con nosotras. No puedo evitarlo, tiemblo. Los nervios son tantos que suelto al gato como si de un palo en llamas se tratase.

Layla abre la boca para hablar pero mi cabeza no para de gritar: "Queremos llevarnos al gato, ¡Vamos a robar a Arturo!" Así que antes de que ella pueda decir nada o yo pueda desmayarme, digo lo segundo que se me viene a la mente.

—¡Soy veterinaria!

Mi grito histérico los sobresalta a todos.

—¿Eres veterinaria? —pregunta Dave sin creerme en absoluto, cruzando sus brazos sobre el pecho.

Scar me da un pellizco desde atrás para que continúe, pero nuevamente me he congelado.

—Se terminó, llamaré a seguridad.

—¡Sí! —grito y aclaro mi garganta un par de veces en un intento de controlar el temblor en mi voz—. Soy Patrick, soy veterinaria y nos invitó tu amigo —pienso en el chico que nos permitió entrar, rogando porque aquello sea suficiente para tranquilizarlo.

—¿Qué amigo? —cuestiona de inmediato, sus ojos dos pequeñas rendijas.

—Alto, moreno y guapo, acento sureño, como de unos veintivarios —Scar sale a mi rescate—. Ciertamente él nos dio carta blanca en este asunto, si quieres quejarte con alguien, que sea con él. No golpees al mensajero, ya sabes.

—Mira Dave —digo con seguridad de pronto, seguridad que no siento. No sé qué me pasa, pero la determinación me toma el cuerpo y me digo a mí misma, Patrick, esto no puede ser difícil. Recuerdo a Alyssa, triple p: Agito mis pestañas con lentitud, acercándome a él con un movimiento que intenta ser felino, cruzo mis brazos bajo mis pechos antes de hablar—, ¿ves eso que está ahí? Sí, esas uvas. ¿Tú permites que alimenten a Arturo con eso? —pregunto en medio de una acusación.

Veo su postura flaquear un poco.

—Contéstame —ordeno dando otro paso para estar más cerca.

—¿Tú quieres que te responda? —pregunta incrédulo. Y la duda me supera, quizás estoy siendo demasiado demandante.

—¡Pues claro! —devuelvo medio exaltada, olvidando mi papel de cazadora—. ¿Es que no sabes que las uvas son tóxicas para los gatos? —Lo indago cambiando a la tercera p, pero en lugar de su pierna, apoyo con descaro la mano sobre su pecho.

Observa mi mano y después a mis ojos. Su mirada es tan intensa y me sorprendo cuando no la quita de inmediato.

—¿Lo son? —pregunta de pronto, preocupado y sin dejar de mirarme a los ojos.

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⏰ Última actualización: Sep 17, 2017 ⏰

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