5 . Uvita

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Te pido que no creas que soy un acosador, tan solo estoy aburrido... Y enamorado (aunque la parte de 'enamorado' la borré porque dejarla era exagerar mucho). Soy un chico normal, con una ventana normal, en una casa normal, que le gusta una chica que es lo que menos se acerca a ser normal.

Porque me acuerdo de la segunda vez que te vi, y me llené de esperanza de que vivas cerca, y de desesperación por si era tan solo un camino alternativo que en algún momento dejarías de usar. En fin; la segunda vez que te vi. Eran como las tres de la tarde, un sábado en las vacaciones de verano. Diciembre era, si no me equivoco. Saliste con tu hermana, era igual a vos pero más chiquita. Vos llevabas a ese perro negro y lindo que parecía un Galgo (la raza de perro, por si no saben), se le notaba que era cachorro porque olía todo lo que había cerca y jugueteaba descontroladamente con –todos- los perros que se cruzaba. Te vi como tratabas de controlar sus saltos, nerviosa y principiante, y ahí escuché tu voz:

-¡Tranquila, Uvita!

Me acuerdo de la pequeña risita que largué cuando escuché el nombre del perro –mejor dicho, de la perra-, tengo el recuerdo de tu voz, una voz que –a mí- me parecía angelical, el grito ese que intentaba no ser muy fuerte, para no alterar más a la perra, me había dejado cautivado.

Me convertí en una presa fácil que se cuidaba detrás de la ventana, me convertí en tú presa fácil que te observaba tras la ventana.

-yo

Diciembre 2016

Cartas que definitivamente no te voy a mandarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora