Cuando iba a mi terraza, miraba a tu casa. Cuando cerraba mi ventana, tu hogar al otro lado estaba. Cuando iba a la puerta de mi casa, la tuya allí aguardaba. En ese momento, yo estaba en esa última situación.
Sentado en la puerta de mi casa, por la tarde –casi de noche-, inhalando aire fresco que me inspiraba a escribirte estas cartas, estas cartas que estaba aprendiendo a escribir.
Prendiste la luz de tu cuarto y te acercaste a la ventana, pero no sola, sino con tu novio.
Y le señalaste el cielo como si quisieses que lo mire, pero no te hizo caso; él te dio un beso, te comió la boca. Pero se podía ver a simple vista –incluso desde la puerta de una casa que estaba en frente-, que vos estabas insatisfecha porque él no había apreciado el cielo.
Y entendía tu fastidio, lo entendía increíblemente.
Porque yo siempre había intentado compartir mi arte con mis amigos, y ellos lo llamaban "gay", y me parecía una idiotez que lo hagan. Y sin importar la cantidad de veces que yo les fundamentase que ser gay no tenía relación con el arte, ellos seguían riendo y bromeando.
Pero vos lo olvidaste rápidamente y le devolviste otro beso, haciendo una mueca de felicidad.
Deseaba ser yo el que ponga una sonrisa en tu cara.
Deseaba ser yo el que ponga una sonrisa en tu alma.
-yo
Febrero 2017
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Cartas que definitivamente no te voy a mandar
Short StoryEstas son todas las cartas que te escribí, que te empecé a escribir desde mi ventana desde la vez que me enamoré de vos. La vez que habías salido a pasear. La vez que habías salido a pasear a tu perro, para ser más específico. Estas son las cartas q...