Fantasía sin fronteras
En este número nos aventuramos un poco más allá de la fantasía clásica, trayendo de raíz a la fuente de otro de los grandes inspiradores de las historias contemporáneas: la fantasía japonesa. Como los escritores de habla castellana solemos pasar por alto las mitologías autóctonas y mirar hacia las fábulas anglosajonas, no podemos ignorar que otra gran influencia sopla desde el sol naciente trayendo nuevos aires.
Si bien para muchos el único contacto parecería que fueran los dibujos animados que pasan en canales abiertos, con temáticas más emparentadas a lo infantil, y como contraste las historietas triple x dirigidas a un público opuesto; lo cierto es que hay toda una gama intermedia que abarca diferentes segmentos de edades y géneros. Esto es tan así que en muchos países existen tribus urbanas que visten y peinan a la usanza de estos estereotipos, además de los autonombrados "otakus" entre otras otras variantes.
Pero esta influencia no es tan nueva como parece, y hasta afectó bastante al mercado norteamericano que tanto consumimos. El director Quentin Tarantino declaró públicamente gustarle la película "Battle Royale", obviamente japonesa y de alta violencia como es típico de él. No olvidemos que en su "Kill Bill" coquetea permanentemente con la ambientación nipona. Otro caso reconocido es la inspiración en el anime "Perfect Blue" por el director de la película "El cisne negro". En algún momento también confesaron a regañadientes los directores de "Matrix" el haber tomado algunos elementos de animes, concretamente "Ghost in the Shell" de la versión del '95, para algunas secuencias.
Por otra parte hay otro tipo de juegos no tan sanos de los estudios ávidos de renovarse con ideas ajenas. Si vamos a un caso concreto, el film "El Rey León" de los estudios Disney habrá parecido original para quienes no vieron anteriormente el serial japonés de Ozamu Tezuka llamado "Jungle Taitei", manga de los años 50 que se conoció por su anime a mediados de los sesenta en España como "El Emperador de la Selva" y en toda Hispanoamérica como "Kimba, el león blanco". No es necesario revisar mucho para que se vean las descaradas "coincidencias" nada casuales, que comienzan desde el nombre del león (el original japonés debía llamarse Simba en su primera traducción al inglés pero como era un nombre registrado debieron cambiarlo por Kimba) y se suceden en varias escenas claves.
Así que espero haber despertado la suficiente curiosidad para poder estar atentos a todo este mundo de la fantasía oriental, seguramente novedoso para muchos, pero sin dudas más que rico e interesante y que seguiremos abordando en siguientes números.
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JVI
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