Cuando se despertó, Operd pasó un largo rato en silencio pensando en las palabras del libro. Había cuestiones que le molestaban mucho. ¿Cómo podía decir que todo era responsabilidad suya? Era verdad que ciertos aspectos de su vida los había elegido él; aun así, nadie tenía derecho a recriminárselo. Después de reflexionar sobre ello, se dio cuenta de que, en realidad, era él quien se lo recriminaba. Pero las preguntas resonaban una y otra vez en su cabeza: ¿qué quería hacer con su fortuna?, ¿qué quería hacer con su vida? Pensó en que le gustaba viajar, pero no podía hacerlo porque ¿quién cuidaría de su cueva? Además, los seres que no eran orcos solían asustarse con su presencia.
Finalmente, se decidió a abrir el libro.
—Es que mi aspecto me determina —dijo nada más abrir la portada.
—Tu aspecto no te determina —repuso el libro—, pero, si quieres cambiarlo, ¿por qué no lo haces? Aquí no necesitas ser terrible y horroroso para que te respeten.
—Claro, se dice fácil. ¿Cómo puedo volver atrás?
—Sólo necesitas voluntad y escuchar a tu corazón.
—Sí, pero olvidas una pequeña cosa: el gran brujo oscuro formuló un hechizo para convertirme en orco, y yo estoy bajo él. ¿Cómo puedo romper ese conjuro?
—Tú lo sabes, está en tu interior, en la energía básica de tu ser.
—Sí, claro, eso sólo son palabras bonitas. Seguro —dijo irónicamente— que está dentro de mí, pero ¿cómo libero esa «energía»?
—Sé paciente, encontrarás el tiempo para buscar en tu interior y lo harás de la manera correcta. Si eres verdadero y te ciñes a tu esencia, es imposible que falles. Has nacido con el poder y la luz dentro de ti. Los liberarás cuando sea el momento adecuado, es inevitable. Confía en ti mismo, eres grandioso, tienes un gran potencial y será mejor que te lo creas.
—¿Qué necesito para lograrlo?
—Tener fe y entendimiento. Necesitas aceptar el hecho de que no puedes controlarlo todo.
—¿Qué pasaría si tuviera miedo?
—Bueno, resulta que hasta los orcos tienen miedo. Primero tendrás que reconocer cuál es ese miedo y a qué se debe. Después deberás enfrentarte a él, afrontarlo de verdad, y por último superarlo. En tu interior sabes que es el único camino.
—Y después ¿qué hay?
—Siempre debe haber paz y balance en tu vida. No quieras correr, deja la ansiedad, ten calma, todo llegará en su momento. La respuesta estará siempre dentro de tu corazón. Estás aprendiendo, ten paciencia contigo mismo y sanarás tu cuerpo y tu mente.
—¿Por dónde empiezo? —preguntó Operd ansioso.
—Por ti mismo, desde luego, eso es lo primero. Convendría que te dieras un baño.
—Eso es fácil. Me bañaré en el río.
—Necesitarás jabón.
—Vale, ya entendí el concepto. Iré a la aldea a cambiar alguna moneda de oro por jabón y ropa.
—Se reirán de ti —afirmó el libro con convicción.
—Entonces ¿qué debo hacer?
—Entre todas tus posesiones deberías de tener algo de jabón y ropa. ¿Por qué no buscas?
—Es que está muy oscuro y no distingo nada —confesó él avergonzado—. Los orcos podemos ver en la oscuridad, sobre todo para cazar y matar enemigos, pero para distinguir los objetos necesitamos luz.