Encuentro en Claveles.

126 19 0
                                    

Dear Jake, Jake Harper:
Habían pasado meses desde aquella tarde y no sabía más de ti.
Debo admitir que visité el parque algunas veces con la esperanza rota de hallarte.
Mi vida había dado foros desastrosos y grandes; mi padre había fallecido y tanto la famila aparte que él tenía, así como mi madre y yo, nos estábamos hundiendo en deudas.
Ya no vivía en aquella casa preciosa, mi madre se había ido a vivir fuera de Krignstone City y ahora yo vivía en un pequeño apartamento lleno de problemas y fallos, en un viejo edificio.
Durante el día podías escuchar gritar a las paredes y susurrar a las ventanas, todas aclamando por ayuda, prácticamente se estaban cayendo.
Estaba trabajando en un viejo restaurante como mesera, como ya se pudo notar, no pagaban nada bien.
El restaurante tenía un aspecto triste y solitario, haciéndose llamar 'Claveles', ahí fue dónde nos encontramos luego de tanto tiempo.
Recuerdo que era la mañana más calurosa hasta el día de hoy, el sol picaba como nunca antes.
Estaba recogiendo los platos y tazas de los clientes, observé que una mesa había una taza vacía (no tan vacía como quedé luego de tu partida), el chico de la mesa estaba concentrado en un libro que le tapaba el rostro, "Destello de una estrella", recuerdo perfectamente el nombre del libro.
Me acerqué sin intención de interrumpir la lectura y tomé la taza, lista para recogerla, pero la mano del chico detuvo la mía.
"No".
El chico bajó el libro y pude observar que era el mismo chico del parque, tú.
Me quedé sin palabras, algo que estoy segura, solías causar en todas las personas con tu grandeza.
Sonreiste y mierda, tenías la jodida sonrisa que anuncia una tormenta de la cuál quieres formar parte.
"Deja la taza".
Miré tu mano, la cuál no soltaba la mía aún, puedo jurar que tu mano se sentía como un hogar, como un hogar en el cuál crecería mi propia perdición.
"Sé que estás trabajando, pero ¿Te gustaría tomar asiento?".
Seguía petrificada, pude reaccionar luego de unos instantes.
"No".
Fue todo lo que pude soltar con mis labio temblando.
Me di la vuelta y con el cuerpo en un temblor seguí limpiando mesas, pude notar que me veías y cuando nuestras miradas se cruzaron mientras limpiaba una de las mesas, sonreiste de nuevo.
En la tarde cuando salí de trabajar no podía aguantar todo el dolor que llevaba dentro y solté en llanto en media acera, ahogandome  poco a poco.
"Hey". Escuché decir a alguien a mi lado.
No quería voltear a ver, apuesto que me veía hecha un desastre recostada a la pared de un edificio color crema.
No respondí a las palabras dichas por tí. Sin pedir permiso o previo aviso, te acercaste y me diste un abrazo fuerte, un abrazo de esos que te hacen olvidar de dónde vienes y a dónde vas, de esos que te hacen pedazos el alma pero al mismo tiempo la reparan.
Oh Jake, esa noche terminé llorando en tu sofá.

-Lunae.

La melodía que hallé en tus ojos. [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora