Máximos esfuerzos por salvar la isla.

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Dear Jake, Jake Harper:
Luego de aquella tarde no pude mirar tus ojos color marrón, no quería un beso o una caricia.
Pensé tanto en lo que habías hecho, pensé tanto en lo que dijiste; "hace 7 años lo había dejado".
Yo ni siquiera sabía eso sobre tí, nunca imaginé una cosa así.
Recuerdo haber pasado semanas pensando en qué hacer, semanas bajo el mismo techo.
La primera vez que te hablé luego de no dirigirte la palabra por mucho tiempo, la voz se me quebró, pero pude soltar todo lo que sentía.
¿Cuál sería la gracia del amor si uno se rinde ante el primer obstáculo?
Este era uno muy grande, pero no imposible de vencer.
Acordamos internarte en una clínica de rehabilitación, el problema era que era muy cara, así que aparte de la tienda de arte, conseguí un trabajo de cajera y uno de niñera, habría hecho todo para ayudarte.
Las primeras semanas se te hicieron un infierno, te visitaba una vez por semana y recuerdo que las primeras veces que fui lucías destrozado. Estabas tan desesperado por consumir algo, tan enojado y agresivo que llegué a asustarme.
Con forme pasaba el tiempo asumías las cosas y en las visitas estabas más tranquilo y centrado.
Duraste siete meses ahí, en esos momentos el cansancio me ganaba, durante esos meses prácticamente no dormí pensando en el dinero, en que mejoraras.
En las visitas nos dejaban caminar por las áreas verdes del lugar, no se permitía el contacto físico, pero íbamos detrás de la fuente, en una parte alejada del jardín y ahí me abrazabas, unas veces llorabas y otras sólo te quedabas callado durante el abrazo.
Era entonces cuando comenzaba a extrañar los paseos en bus, las mañanas a tu lado, incluso las pequeñas peleas que teníamos por cosas tontas.
Durante esos siete meses hubo una vez en la que tú madre fue a buscarme a casa.
Fue para decirme que no malgastara el tiempo en tí, ni mi amor ni mi dinero.
Y ese era el problema, todos pensaban que no merecías nada de lo que tenías, todos lo repetían tanto que lo espezaste a creer, al punto de lo que todo lo que tenías, lo comenzaste a arruinar.
Comenzaste a creer que no merecías amor, que no merecías talento, que no merecías tener un hogar o una oportunidad grande, sentías que no merecías nada, así que comenzaste en drogas, entraste en depresión y sin saber por qué, yo seguía sintiendo la necesidad de mantenerte a salvo, sin importar qué, al final del día todo lo que pedía era poder tener toda una vida junto a la mayor de las maravillas, pero hasta eso tuviste que arruinar.

Eras tan frágil pretendiendo ser tan fuerte, tan inteligente pretendiendo ser tan tonto.
Y es que lo que había entre nosotros se sentía real, tan real que llegamos a casarnos.

-Lunae.

La melodía que hallé en tus ojos. [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora