30: El comienzo de la guerra.

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Jamás en la vida hubiese pensado que ser la novia de Liam Bloom sería tan divertido y hermoso. Prácticamente vivía en una nube grande y esponjosa, completamente brillantes, de la que Cole vivía quejándose constantemente. Me la pasaba sonriendo mientras mi amigo se quejaba de que habían cambiado a su amiga. Todo hasta que Liam hacía su aparición con Paul, salvándome de seguir escuchando los quejidos de Cole.

Lo único que llegaba a inquietarme era la inactividad de Taylor en todo esto. Me daba cuenta que Liam pasaba más tiempo conmigo que con ella, sobre todo porque la mayoría de las veces nos encontrábamos en la casa. Tenía la ligera sensación que se estaba organizando para dar un gran golpe, justo en el momento que me encontrara más indefensa. Era horrible vivir con la sensación de incertidumbre constante.

—Estás pensativa otra vez, es raro —Cole apareció por la puerta de mi habitación—. Sobre todo cuando hace un par de días cumpliste tu récord de semanas sonriendo constantemente.

—Deja ya eso, Cole, estás exagerando. —Me quejé, poniendo los ojos en blanco.

—Estuviste dos semanas sonriendo sin parar, Samantha Clare, eso es todo una novedad en ti —Cole se encogió de hombros—. Pensé que seguiría así pero cruzarte en el pasillo de tu casa a Taylor volvió a traer a mi amiga de regreso. Siempre que Liam no estuviera cerca, claro.

— ¿A qué has venido, Cole? —Comenzaba a hartarme de su constante burla, sobre todo porque sabía que seguiría así por mucho tiempo más.

—La Dra. Shelton está por llamar y quiera verla, sólo eso.

—Estás planeando contarle todo, ¿No es así? —Cuando la sonrisa de Cole aumentó supe que no tenía mucho para hacer— ¿Hay alguna forma de impedirlo?

—Nop, sobre todo porque tu carnada para entretenerme está ocupado con las arpías por culpa de tu novio. —Suspiré, resignada a lo que vendría.

Después de todo, Cole tenía razón. Sin embargo, Paul no estaba ocupado con Taylor y sus amigas por culpa de Liam, precisamente. Sep, me dicen la mente brillante. En un arranque de locura, le había pedido a mi novio que pasara la tarde con su hermana y las amigas de la misma. El problema estuvo cuando Liam interpretó mal mi petición, yéndose sin siquiera darme un último beso antes de irse con su hermana. Por alguna extraña razón me daba la sensación de que tenía algo preparado para nosotros y que mi sugerencia no le había hecho demasiada gracia. Un problema que tendría que solucionar luego.

Ahora, debía centrarme en minimizar al máximo cualquier exageración que Cole pudiera hacer respecto a mi relación con Liam delante de mi madre. Lo amaba tanto como para dejarlo ser parte de la conversación pero lo asesinaría en cuanto comenzara a nombrar la palabras "boda" e "hijos" en la misma oración. No es que no fuese un bonito sueño, pero estaba bastante lejos de ocurrir. Muy lejos.

La llamada estaba próxima a llegar, tenía internet y era la cuarta vez que verificaba que la conexión fuese buena. Todo en la casa estaban avisados de que era importante esta comunicación con mamá, sobre todo porque terminaría por decirme cuándo volvería realmente. Estábamos cerca de cumplir los dos meses que dijo que tardaría en Berlín y, sinceramente, no veía la hora de que me dijera que regresaba. La extrañaba demasiado. Lo cierto era que, si bien las cosas con Michael habían ido más que genial, seguía necesitando volver a mi casa. Aún cuando estaba segura que no sería lo mismo, quería regresar a mi espacio.

—Tienes cara de cordero degollado, amiga.

—Que linda imagen mental me acabas de crear, Cole, muchas gracias —Arrugué la nariz para dejar muy en claro mi desagrado a su comentario—. En serio, sólo limítate en seguirme la corriente. No puedo contarle a mamá lo que...

Conviviendo con el enemigo. [Conviviendo #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora