Estar recostada con la cabeza colgando de mi cama no le iba a caer nada bien a mi madre cuando me viera, pero era todo lo que podía hacer luego de haber apartado lo que necesitaba llevar a la casa de mi padre. Había pasado los últimos tres días juntando todo lo que creía necesario para llevar a lo que sería mi casa por los próximos meses. Cole me había obligado a llevar algo más que una simple mochila.
Lo odiaba por eso.
-Me obligas a hacer esto y ni siquiera estás aquí. -Refunfuñé cuando vi la pila de libros que aún no había empacado.
Estaba esperando a Cole para que me ayudara con todo esto, debía llegar luego de su entrevista por un trabajo de verano. Mamá, por su parte, tenía la casa hecha una revolución. Desde que ambas nos iríamos, había tomado la decisión de dejar todo acomodado a su antojo, sin contar que estaba armando su equipaje y el trabajo que debía presentar en el congreso. Además, aún debía acomodar la agenda de sus pacientes para que no quedaran sin atención en el tiempo que ella no estuviera presente.
Conclusión: La casa estaba llena de papeles y tazas de café por todos lados, sin el orden que Katherine Shelton quería que haya antes de irse.
Por supuesto, yo me encargaba de mantener todo a raya para que ella no se pusiera más histérica de lo que ya estaba. Aunque, como todos, necesitaba mi receso y, por ende, me encontraba con la cabeza colgando cómodamente mientras meditaba que más necesitaba guardar o cuánto tiempo tardaría en llegar toda la sangre en a mi cabeza.
-Tu madre dijo que estarías empacando -La voz de Rosse me llegó a los oídos sorprendiéndome-, pero jamás creí que te encontraría con tu cabeza colgando.
La tierna y dulce Rosse estaba haciendo lo imposible por no reírse de mí, lo estaba viendo. Sus comisuras le ordenaban que lo hiciera pero, al parecer, su buena educación se lo impedía. Arqueé una ceja en su dirección haciendo que su fuerte convicción por no reírse se fuera al tacho. No pudo contener más sus ganas de reír, comenzó a hacerlo sin control, y yo tuve que unirme con ella.
-En serio, Sam, padeces un serio caso de locura. -Dijo Rosse cuando pudo tomar un poco de aire tras parar de reír.
-Lo tengo, no lo voy a negar -Dije mientras me sentaba como un indio en medio de mi cama-. Pero ustedes me aceptaron así, por lo que no se librarán en sus vidas de esta loca.
-Es bueno saberlo -Dijo mientras se sentaba en el borde de mi cama-. Venía a ver como llevabas todo esto. Digo, sé que es difícil para ti tener que retomar toda esta cosa con tu padre después delo que viviste...
-Sí, creo que tú me entiendes mejor que nadie -Murmuré mientras que le sonreía de lado-. Ya lo viviste con tu papá -Ella asintió-. Te lo diré a ti porque entiendes lo que estoy viviendo, sabes de qué estoy hablando.
-Dime. -Me sonrió con la intención de alentarme.
Ver a Rosse allí, apoyándome, me hizo recordar a la cantidad de veces que nos escondíamos para hablar de lo mal que nos sentíamos por la separación de nuestras padres. Me había costado contarle esto a ella, por temor a que me rechazara, pero Rosse no era así. Ella enseguida comenzó a contarme su experiencia, concordando conmigo que no sería lo mismo. Ella había logrado reconstruir su relación con su papá varios años atrás, yo estaba a punto de ver si eso era posible. Suspiré antes de hablar.
-Creo que una parte de mi quiere que esto pase -Miré el techo de mi habitación-, es decir, ¿Quién no querría tener una buena relación con su padre? -Cerré los ojos con fuerza al recordar mi reacción cuando él me acarició el pelo en silencio, tal y como lo hacía cuando era pequeña- Pero tengo miedo de su familia nueva, Ross, estaría bien si fuese solo su esposa, pero tiene dos hijos y a eso es a lo que más le temo.
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Conviviendo con el enemigo. [Conviviendo #1]
Teen FictionLo único que Samantha Clare, más conocida como Sam, quería antes de ir a la Universidad era disfrutar de su último verano con sus amigos. Pero nada más lejos de su realidad. Tras años de no querer saber nada con su padre, se ve obligada a mudarse pa...