Capitulo 18

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CAPITULO 34

La cabeza de Harry latía ferozmente cuando se despertó en un estado al cual -desgraciadamente- se estaba acostumbrado. El giró la cabeza cuidadosamente para observar a su esposa dormida. Su esposa que no estaba durmiendo y no estaba allí, descubrió irritación. ¿Esa mujer nunca descansaba? Frunciendo el ceño, miró a dirección a la ventana. La manta estaba cerrada, dejando el cuarto a oscuras a excepción de la poca luz que venía de una pequeña chimenea. Harry no podía saber qué hora era. Podía ser medianoche o el mediodía. Murmurando entre dientes, se sentó cuidadosamente, luego sacó las piernas al costado de la cama. Allí hizo una pausa para colocar sus codos sobre las rodillas y agarrarse la cabeza con ambas manos. Se sentía como la mierda. Dios... Nunca solía despertarse con semejante dolor de cabeza ni siquiera antes de haber consumado el matrimonio. Ese era el precio de acostarse con su esposa... bien, suponía que valía la pena.

Sonriente ante esos pensamientos, miró a su alrededor buscando sus ropas, luego se dio cuenta de que las prendas que había usado el día anterior sin duda estarían siendo lavadas. Gruñendo ante ese inconveniente, se dio vuelta hacia el baúl cerca de la cama y se inclinó para abrirlo. Pero sintió que la cabeza le estaba por explotar y que la bilis subía por su garganta. Enderezándose, rápidamente se agarró la cabeza, intentando esperar hasta que el dolor se aliviase. Soltó un suspiro de alivio cuando el dolor finalmente cedió. Moviéndose con cuidado, lentamente se arrodilló delante del baúl. Hallando un par de pantalones y una túnica limpios, cautelosamente se enderezó y se sentó en la cama para vestirse.

Para su disgusto, se sintió débil y cansado cuando la tarea estuvo terminada. Harry decidió que su estado físico era lamentable. Sencillamente lamentable. Brevemente consideró la idea de acostarse por un rato hasta que se sintiese mejor, pero, recordando que así era exactamente como su esposa quería verlo -seguro y pasivo en una cama como un niño indefenso- descartó la idea rápidamente. El no era un niño indefenso ni un viejo reblandecido. Ya era bastante malo que las personas aquí en Tiernay pensasen que era un ogro. Y ni loco permitiría que se agregase la debilidad y la cobardía a la lista de sus pecados. El era un guerrero. Fuerte, habilidoso y muy capaz de cuidarse de sí mismo. Y estaba determinado a probarles eso... aunque muriese en el intento.

Haciendo mueca ante esa negra idea, Harry se levantó de la cama y caminó lentamente hacia la ventana. Quería saber qué hora era antes de ir al suelo inferior, y una mirada fuera debería responder su pregunta.

Corrió la manta que hacía de cortina en la ventana. Era de día. La luz del sol brillaba e hizo que le doliesen los ojos y la cabeza como si le estuviesen clavando agujas. Bien, eso respondía su pregunta. Si era pleno día el gran salón estaría lleno de gente participando en el almuerzo. Iría allí abajo y se uniría a ellos y les probaría que era un hombre cordial, civilizado y saludable.

Ignorando la debilidad que sentía en las piernas, Harry fue hacia la puerta, la abrió, luego saltó rápidamente hacia atrás cuando un cuerpo cayó a sus pies. Parpadeando por el dolor de cabeza por ese movimiento súbito, Harry miró al joven soldado que había estado apoyado contra la puerta. El muchacho se puso de pie rápidamente y se ruborizó intensamente.

"Buen día, mi lord," el soldado dijo rápidamente y en voz muy alta.

Estremeciéndose, Harry le frunció el ceño al muchacho. "¿Qué estabas haciendo?"

"Protegiéndolo, mi lord," el muchacho respondió rápidamente. Y bastante orgulloso también.

"¿Protegiéndome?" casi gritó Harry. Nunca había necesitado un guardaespaldas en toda su vida. No desde que había ganado sus espuelas como caballero del rey. Eso era una grave ofensa. El hecho que su esposa le hubiese puesto un guardia parecía probar que ella lo veía como un hombre débil. Después de la caía por las escaleras, lo había hecho cuidar por el perro; y ahora le había puesto un guardaespaldas. Dónde estaría el perro, Harry se preguntó irritado. No estaba para nada contento de hallarse abandonado por su esposa y su perro idiota, y de estar bajo el cuidado de un muchacho. Harry has caído muy bajo...

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