Disculpa aceptada.

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Después de llegar a la sala Matt me indicó que necesitaba ir al baño, por lo que me quedé en ese lugar para esperarlo. Al principio me quedé de pie cerca de uno de los sillones, pero pronto comencé a echar un vistazo a mi alrededor ya que su madre tenía un muy buen gusto. Todo el cuarto, en tonalidades azules, estaba adornado por infinidad de figuras de cerámica, cristal y algunas de diferentes metales. Todo esto lo acompañaba una infinidad de fotografías tanto de, al parecer, ella de joven y muy posiblemente el resto de la familia. Comencé a caminar para observar mejor dichas imágenes y entre ellas pude encontrar algunas de una hermosa mujer en un traje de baño de una sola pieza junto con un hombre de un cuerpo, no necesariamente musculoso, pero si bastante atlético en la playa. Quise suponer que se trataba de los padres de Matt cuando eran jóvenes, ya que la fotografía comenzaba a tornarse un poco amarilla debido al pasar de los años. Una pared completa estaba repleta de cuadros con rostros de jóvenes e instintivamente volteaba a ver a uno de ellos. En la imagen se encontraba un niño, con el cabello levantado en picos debido al gel utilizado, sonriendo de una manera bastante graciosa para la cámara; esos ojos no podían engañarme, se trataba de Matthew. Continué observando hasta que llegué a una mesa en la que se encontraba un teléfono y en ambos costados una fotografía, sin embargo, la que llamó mucho más mi atención fue una en la que una pareja estaba sentada en el verde pasto de lo que sería un parque, en compañía de un pequeño bebé de no más de 1 año de edad. De nuevo los ojos de ese pequeñín lo delataban por completo, dándome cuenta que se trataba del hombre que hace algunos meses había besado. Deposité la foto en su lugar dejándola lo más semejante posible a como la había encontrado para que nadie se diera cuenta que había husmeado, pero era demasiado tarde.

— Al parecer encontraste los tesoros de mi madre. — Me decía Matt, quien estaba recargado contra el marco de la entrada de la sala observándome. — Más te vale que no rompas nada o te las verás con ella.

— Sería incapaz de hacerlo, ¿cuánto tiempo llevas ahí? — Le preguntaba mientras dejaba mi mochila en uno de los sillones, la cual hace un momento había tomado en la cocina.

— No mucho, realmente no deseaba hacer ningún ruido. Me agrada bastante observarte. — Y ese comentario lo sellaba con un muy marcado suspiro.

— Igualmente me sorprendiste, pero creo que estaba aquí por una razón. ¿De que quieres que hablemos? — Le contestaba de una manera bastante cortante debido a que deseaba hacer lo que yo mismo me había indicado, apoyarlo hasta donde pudiera realizarlo.

— De hecho ni siquiera yo lo sé, solamente accedí para que mi madre deje de preocuparse tanto. Estoy bien, eres libre de irte si así lo deseas. — Y después de decir eso tomó asiento sobre uno de los sillones cruzando una de sus piernas y perdiendo su vista en la alfombra que revestía aquel cuarto.

Mi primer pensamiento fue tomar mis cosas, lo cual ya había realizado, e irme sin siquiera despedirme. Me molestó un poco su comentario debido a que había accedido a hablar con él y sin más me invitaba a irme si así lo encontraba bien, aunque después recapacité. No sé veía nada bien, su mirada no daba señales de vida y su semblante no era para nada similar a cuando lo conocí o cuando salimos por primera vez. Algo me dictaba a que debía quedarme e intentar hacer algo, por lo menos no quedaría en mi el hecho de no haberle brindado apoyo. Dejé mis cosas nuevamente en el sillón, dejándolas caer, por lo que hicieron un ruido bastante grave el cual hizo que Matt reaccionara y me volteara a ver.

— ¿Todo bien? — Me preguntaba mientras alzaba la mirada para verme.

— No lo sé, tú dime. — Me acerqué al sillón en el que se encontraba sentado y debido a que éste era individual me senté en uno de los reposabrazos. Matt volteó a verme sin dar crédito a que estaba ahí, tan cerca de él esperando una respuesta sin dejar de fulminarlo con la mirada.

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