Narra Sof:
Hoy es jueves, solo falta un día de sufrimiento, falta un día para quedarnos con la duda de qué hacer. Sé perfectamente que ninguna da el paso a preguntar sobre nuestra antigua rutina, ya que todas tenemos dudas sobre lo que pasaría.
-Mañana es viernes, al fín.-Dice Mel. Estamos las cuatro de regreso a casa, volviendo del instituto.
-Sii...-grita Nef, aliviada.
-Tengo miedo a preguntarlo, pero quiero hacerlo...-Dice Mel bajando el tono de voz, sonríendo tímidamente.-El viernes vamos a...
Nef no le deja terminar la frase y responde.
-No creo que se arriesgen a dejarnos dormir lejos de ellas, ¿No las conoces...?-Responde seria.- Sois mala influencia.-Acaba en risas.
Nosotras seguimos el camino en silencio. Estamos a una esquina de llegar a nuestra calle, cuando un gran camión blanco pasa por nuestro lado entrando a la misma. Nosotras terminamos los pasos hasta llegar a la esquina, y vemos al camión parar junto a la casa de Sof. De ellos bajan dos hombres y abren las puertas del maletero de su furgoneta.
-¿Alguien se muda aquí?-Pregunta Lily extrañada.
-Eso parece.-Responde Mel.
Estamos junto a la puerta de Lily. Las cuatro esperando saber quien sería nuestro vecino. Estábamos lo suficientemente lejos para no parecer acosadoras. Un bonito coche gris aparca junto a la furgoneta, y de él baja un chico joven.
-Madre mía.-Dice Nef.
-¿Ese no es...-Dice Mel mirándole fijamente.
-El enfermero....-Responde Lily divertida.
-Si, ese es.-Termino yo.
Él habla con los hombres de la mudanza, al parecer venía de trabajar ya que aún tenía la bata del hospital puesta. La misma que le vimos puesta en el ascensor. Las facciones de su cara o más bien sus ojos. Se me hacen muy familiares. Sin lograr saber a qué o quién me recuerdan.
-Bueno, me voy ya a casa.-Nos saluda Nef.-Que tengo hambre...
Todas nos despedimos, y cada una pone dirección a su casa. Paso junto a la furgoneta, y como la grandiosa cotilla que soy, echo un vistazo. Tiene cuadros, un sofá y unas cajas medio cerradas. Tras de mí.Un chico montado en su bicicleta, me pide el paso. Estaba en plena carretera. Por lo que me muevo tropezando con una caja que había en el suelo, de la que no me había dado cuenta estaba ahí.
Me agacho y recojo lo que había en la caja. Unos cuadernos, libros y fotos. Cuando recojo la última, oigo una voz.
-No me estarás robando, ¿no?-Levanto la cabeza y veo al enfermero, esbozando una bonita sonrisa que devuelvo sin molestia alguna.
-No, solo recogía lo que tiré. Lo siento.-Puse mi mejor cara de pena, avergonzada. Y él cogió la caja del suelo, poniéndola dentro de la furgoneta.
-Alexander White.-Dice estirando su mano hacia mí.
-Sofía Campbell.-Estrecho su mano.
Conectamos por un momento nuestras miradas. Mis ojos eran de un color extraño, entre marrón y verdes, pero algo oscuros. Los suyos sin duda, son el mejor verde que haya visto, sintiéndolo por Nef. Aparto mi mano con rápidez, para evitar malos entendidos y digo.
-Bueno, hasta luego.- Él me sonríe y yo camino rápidamente hacia mi casa. Y es que estaba excesivamente nerviosa, y yo no solía ponerme así con nadie. La mirada de ese chico era extraña, una que no podía descifrar, por más que quisiera.
NARRA MEL:
Coloco la correa en el cuello de mi perra y salimos. La tengo desde hace tres años, sin duda aprendí a cogerle a cariño. Ella pertenecía a otra familia, pero no pudieron hacerse cargo de ella por más tiempo, por lo que decidimos adoptarla. Ahora mismo Lahma, es una de las mejores cosas que hay en casa, es la que más felicidad transmite y eso nos hace bien a todos.
Estoy caminando junto a ella en dirección al parque, en el que por cierto, le encanta estar. Corre hacia el columpio, y vuelve corriendo hacia mí, saltando hacia mi cintura. Es un labrador, por lo que es bastante grande. Deduzco que está muy feliz, ya que hacía mucho tiempo que no era yo la que personalmente la sacaba de paseo. Cuando nos fuimos a Anvon, ella tuvo que quedarse con mi tío, estaba segura que él la cuidaría bien, pero aun así se me hizo muy difícil, y ahora que tenía tiempo, decido compartirlo con ella.
-Lahma.-La llamo para que no se aleje. No suele hacerme mucho caso, como ahora. Sigue en dirección a la carretera. Corro, y la agarro del collar.-¿Es que no me escuchas?-Le susurro agachándome junto a a ella y acariciando su cabeza con cariño. Ella acepta y recibe todo de mí, y mientras nos regalamos amor escucho un grito.
Levanto la cabeza y la veo. La popular Natalie Davis, ella ríe a carcajadas y se divierte con sus amigos. Pasan junto a mí, pero ni siquiera siente mi presencia, y es que todo en ella es mucho mejor. Sin duda, es entendible que sea popular, y es que tiene una perfecta sonrisa, un cuerpo estúpendo y un gran sentido del humor, que a más de uno le gustaría tener. Y puedo asegurar que esto que siento por ella no es envidia, sino amor. Un amor profundo y secreto, que nunca nadie sabrá porque tambien es imposible, tan imposible que era mejor ni pensarlo.
Ella es lesbiana. Una lesbiana mujeriega, a la que le encantaba hablar de mujeres, de su prototipo, y de lo que le gusta de ellas.Y no precisamente lo hace conmigo, más bien, para ella yo soy invisible o quizás un ser inerte, sin importancia. Yo no soy lesbiana, lo tengo totalmente asegurado, me encantan los hombres y todo lo que ello conlleva, pero lo que siento por esta chica es algo especial, algo confuso.
Lo más cerca que puedo estar de ella, es cuando habla con Lily o Nef. Ellas se conocen desde pequeñas, por lo que son amigas, pero conmigo o Sof, no tiene confianza, y creo tampoco le gustaría tenerla. Es como si no existiera dentro de su mundo.
Como un día normal, ella pasa y ni siquiera se percata de mi estancia en la calle, en el pueblo, o siquiera en la tierra. O quizá si lo hace, pero no le interesa. Y no sé que me duele más, que no me vea o que no quiera verme...
¿Qué tal hasta ahora?. Muchos personajes, y todos tienen un lugar importante en la historia. ¡¡GRACIAS POR LEER!!
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Bajo su amenaza
Historical FictionSólo Néfesis Blake podría ser capaz de actuar rapidamente en los momentos mas difíciles. Pudiendo hacerte dudar, cuando mas razón creías tener. Siendo demasiado inocente, y a veces demasiado buena cuando no debería serlo. Sólo Melody Turner podría i...