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 Navego un rato por la red antes de mi próxima reunión. Eso me permite actualizar mi perfil de Linkedin y añadir que además del sector bancario y finanzas, ahora también llevo tecnología.

Manu se acerca hasta mi mesa y se sienta sobre el borde.

—¿Gafas nuevas? —pregunta señalándome.

—Sí, me cansé de las anteriores.

Las nuevas son redondas y de pasta color havana. Me dan un aire más interesante cada vez que enciendo el ordenador.

Observo cuán de ajustados lleva Manu hoy los pantalones. Su camiseta verde musgo hace que resalten más sus ojos azules. Es curioso que hasta hace poco me pareciera un chico atractivo. Desde que he conocido a Daniel Morales, el resto de hombres me parecen cascarilla.

—¿Qué miras tanto?

—¿Qué miras tú?

Sacude la cabeza. Los mechones rubios le caen sobre los ojos.

—Tan cariñosa como siempre. ¿Vienes a fumarte un cigarro?

—No puedo, tengo que salir en cinco minutos.

Cierro Linkedin y me meto en Twitter. Tengo un par de menciones de Eva sobre mi cumpleaños del próximo sábado. Eso me recuerda que aún tengo que pensar lo que voy a hacer de cenar.

—¿Cómo llevas la organización de tu fiesta? —pregunta Manu con la vista fija en mi pantalla.

—No es una fiesta propiamente dicha. Es una reunión de amigas.

—¿Sigues sin querer invitar a nadie del trabajo?

—Por supuesto.

Mi compañero hace exagerados pucheros sobre mi sitio.

—¿Ni siquiera a mí?

Suspiro.

—Ya te lo he dicho Manu, solo chicas.

Sé que está deseando volver a reencontrarse con Eva. La invité a la fiesta que celebró McNeill por su trigésimo aniversario y ninguno de los dos se despegó del otro en toda la noche. Según Eva, Manu tiene un cuerpo para el pecado pero unas manos y una lengua torpes. No ha querido volver a verlo.

Sigo buceando por Twitter, voy a aprovechar a buscar el perfil de IA Software y ver lo que han hecho hasta ahora. Solo por curiosidad.

Cuál es mi sorpresa cuando veo que no encuentro ni rastro de su perfil. Está claro que nos necesitan. Espero que el trato se cierre.

Aunque no lo vaya a llevar yo directamente, me alegrará saber que al menos tuve algo que ver en ello.

Antes de abandonar el ordenador, mi sentido común me juega una mala pasada. Tecleo el nombre de Daniel Morales casi sin pensar en la barra del buscador de la red. Sin embargo, tampoco encuentro nada. Me siento tentada de comprobarlo en otras de las redes sociales a las que soy asidua pero me abstengo. Ni siquiera sé qué pretendo. Apago el monitor.

—Puede que dentro de poco tengas una cuenta nueva que llevar —le comento a Manu.

—¿Y eso?

—IA Software. Hemos ido a verlos esta mañana y me estoy fijando en que no están en ninguna red social.

—Llevo tantas cuentas ahora mismo que por otra más, ni me voy a enterar.

Manu es community manager de clientes tecnológicos. Se pasa el día generando y recopilando información de gigantes de Silicon Valley para filtrarla por las redes sociales.

EL VENENO QUE NOS SEPARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora