Estoy esperando a Morales en su despacho. Es bastante amplio pero dada su inclinación por el derroche, me lo imaginaba mucho másgrande y ostentoso. Tiene un ventanal tras la mesa que le otorga unas vistas considerables del resto del Parque Empresarial de La Finca. Entra mucha luz, eso me gusta. A un lado tiene una librería enorme repleta de libros de software, biografías y algunos títulos de ciencia ficción. Al otro, hay una zona de reunión con una pizarra magnética, una mesa redonda y varias sillas.
En su mesa, enorme y de cristal con vinilo, hay un Mac imponente, con su teclado, su ratón inalámbrico y un portapapeles a rebosar. Pero lo que más me sorprende no es nada de eso sino el muñecotrol de pelo verde fosforito en punta que tiene en una esquina y el portalápices de "Los Caballeros del Zodíaco" que tiene en la otra.
Qué hombre más raro. ¿Juega con muñequitos cuando se queda a solas? Me río sin poder evitarlo.
En cuanto siento cómo abren la puerta, me levanto de un salto.
La larga falda verde se me ha quedado enganchada bajo el bolso, la recojo de un manotazo muy poco grácil por mi parte. Morales sonríe mientras camina y se dirige al otro lado de la mesa dejando caer lo que parece ser nuestra propuesta. Está tan impecable como de costumbre. Parece haber nacido para llevar esos trajes tan caros y seguro que hechos a medida.
Se sienta y yo lo hago también. Me retiro la trenza para dejar que me caiga por la espalda. Nos quedamos mirando sin articular palabra.
Noto cómo mi pulso aumenta de ritmo sintiéndome observada por el verde esmeralda de sus ojos. No tengo forma de saber si a él le ocurre igual. Si es así, disimula muy bien.
—¿Cómo estás?
La pregunta me pilla desprevenida.
—Bien. ¿Y tú?
—Muy bien —sonríe.
La puerta vuelve a abrirse y entra la chica que nos atendió la primera vez que vine a IA con Sandra. Conduce un carrito con bebidas y platos de comida que acerca hasta la mesa de reunión.
—Ponlo aquí, Erika —ordena Morales.
La chica asiente y comienza a dejar los platos sobre el escritorio. Es bastante joven, probablemente tendrá mi edad. Es mona, castaña, de pelo largo y con muchas pecas por toda la cara. En cuanto termina su cometido, recoge el carrito y se encamina a la puerta.
—Que aproveche.
—Gracias —contestamos nosotros al unísono.
Vuelvo mi atención a la mesa, hay dos sándwiches de pavo de pan con arándanos, patatas paja y agua para beber. No lo entiendo muy bien. Cuando me dijo que viniera con hambre, ¿se refería a un triste sándwich o hay algo que no pillo?
—Si no te gusta, podemos pedir otra cosa pero tiene que ser algo rápido porque tengo otra reunión dentro de un rato.
—No, gracias. Esto está bien.
Morales nos sirve el agua y se lanza contra su plato sin miramientos.
—He traído una copia de la propuesta para ir reescribiendo sobre las cláusulas. ¿Te parece bien?
—Perfecto —respondo antes de dar un mordisco a mi sándwich. Es muy jugoso, con algún tipo de salsa que no logro identificar.
Bastante más comestible que los de McNeill.
—Cuando hablas de "la cobertura en los medios que la agencia considere adecuados", ¿te refieres a que no podremos tener decisión sobre los medios en los que queramos aparecer?
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EL VENENO QUE NOS SEPARA
RomanceCarla no lo ha pasado bien, ni por sus anteriores relaciones con los hombres, ni por su trágico pasado adolescente. Fría y distante con todo aquel que se le acerca, es una mujer que no necesita un caballero andante. Esta veinteañera sabe cuidar muy...