Nathalie bailaba demasiado bien y yo bailaba como un chico apuntó de tener un paro cardíaco. La música seguía a todo volumen aún siendo casi las cinco de la mañana. Cuando la canción termino Nathalie literalmente me arrastro hasta la sala y se dejó caer en un sillón individual.
—Estoy demasiado cansada—me miró— ¿has visto a la chica con la que llegue?
—Yo ni siquiera te vi llegar— la mire.
—Bueno, olvídalo, ¿me puedo quedar en tu casa?
—¿Mi casa? Oh... está bien.
—Muchas gracias, eres un ángel.
—Lo se, todos me lo dicen— ella comenzó a reír.
—Tengo hambre, ¿quieres ir a comer algo?
—No creo que aún vendan comida a las cinco de la mañana.
—Yo conozco a un lugar que sí.
Dicho eso nos fuimos hacia el Jeep y ella me guío hacia el local de comida. Era un pequeño restaurante de tacos en donde había muy poca gente.
—¿Nathalie?—Pregunto un mesero— ¡Nathalie!—gritó de nuevo el chico moreno de la misma estatura de ella—, ¡que gusto verte por acá! ¿Hace cuanto no venías? ¿Siete meses?
—¡David! En realidad eran ocho meses— ella rió—. Te extrañé tanto cabeza hueca ¿qué crees? Ahora me verás más seguido, me mudé.
—¿Te mudaste? ¡Es lo mejor que me has dicho?— corrió a abrazarla— ¿por qué te mudaste? ¿Tu madre por fin dejó al idiota de Nicholas?
—Bueno fuera, en realidad nos mudamos por el trabajo de Nicholas. No lo soporto.
—Lo siento nena— la abrazo de nuevo— ¿y este chico quién es?— me miró y yo me puse incómodo.
—Oh, lo siento. David él es Dylan, mi vecino. Dylan él es David, un viejo amigo.
—De viejo no tengo nada— río—. Mucho gusto.
—Igual— sonreí
—¿Aún hay tacos— preguntó Nathalie mientras sobaba su barriga—. Muero de hambre.
—Claro que si. Iré a traerles los menús.
***
Después de que llegara nuestra comida charlamos un poco.
Nathalie me dijo que conocía a David porque se vino un mes de vacaciones a California hace ocho meses y se habían vuelto grandes amigos, sin embargo perdió todo tipo de comunicación con él, hasta ahora. Hablamos sobre cosas sin sentido, como porqué winnie pooh era amarillo y porqué el cielo azul. También hablamos de política aunque casi no entendíamos nada.
Media hora después decidimos irnos.—Oye Dylan, creo que mejor le diré a David que si me puedo quedar en su casa.
—¿Por qué?— pregunte algo decepcionado.
—Nicholas a esta hora está despierto, apuntó de irse al trabajo, y si ve que no estoy, y luego que estoy llegando contigo, quedándome contigo, me va a matar.
—Oh, bueno podemos quedarnos en casa de alguien más.
—No te preocupes, tú vete a tu casa y yo me voy con David.
—No, le llamaré a mi prima y nos iremos con ella.
No la deje hablar y le marque a Valeria.
—¿Dylan?— se escucho su voz de dormida del otro lado de la línea—¿Que sucede? ¿Por qué me marcas a las seis de la mañana?
—Val, ¿estás en tu casa?
—Si, ¿qué pasa?
—¿Crees que me pueda quedar esta mañana ahí, con una amiga?
—¿Con una amiga? Bueno, es raro pero está bien.
—Gracias Val, ya llego— colgué—. Listo, nos iremos a casa de mi prima.— deje el dinero en la mesa y nos fuimos.
***
—Hola Dyl— sonrió Valeria y después miro a Nathalie—. Y hola amiga de Dyl. Pasen.
—Gracias por aceptar que nos quedemos en tu casa Val.
—No hay de que, ¿quieren algo de beber?
—En realidad acabamos de comer.
—Bueno, cuéntame qué pasó Dylan.
Mientras le contaba a Valeria sobre el partido y la fiesta y mintiéndole un poco sobre el porqué estamos aquí; ella miraba atenta con su pijama de Bob esponja y su cabello rojizo recogido en una coleta.
—Y esa es la razón por la cuál estamos aquí.
—Así que ¿mis tíos te regañaran si te ven llegar a las seis de la mañana con tu amiga Nathalie? ¿Por qué lo harían? Espera... ¿Nathalie es tu novia? ¿Son novios? ¡Claro! Por eso se enojarían tus padres, ellos no te educaron para llegar con tu novia borracha –sin ofender– a las seis de la mañana.
—Ella no es mi novia.
—Nunca seré su novia.
—Si ajá.— Valeria sonrío—. Supongo que tienen sueño, hay una habitación sola arriba, pero es una cama matrimonial, dormirán juntos, yo me iré a dormir.— dicho eso subió y se durmió.
—Dylan muero de sueño, ¿crees que me pueda ir ya a la cama?
—Oh claro, te acompaño.
Al entrar a la habitación nos aventamos a la cama y nos quedamos dormidos.