Capítulo 9: Ansley

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Estaba dibujando figuras sin sentido con mi dedo sobre el mantel, era domingo y a mamá le gustaba que pasaramos la mayor parte del día juntos como una familia, y eso incluia almorzar juntos.

—No has comido nada, Ansley ¿Algo va mal? —preguntó mamá en un tono aprensivo.

—No tengo hambre, comeré luego —dije con una mueca de desagrado y haciendo el plato a un lado, pero rápidamente pinté una sonrisa en mi rostro para que no me bombardearan con preguntas.

—¿Cómo te va en el instituto? ¿Ya tienes amigos? —preguntó papá mientra le daba una mascada a su pan.

—Un par, mmm —dije mientras pensaba en alguna respuesta ingeniosa, el primero que venia a mi mente era Castiel pero no me parecía buena idea hablar de él ahora—. Está Rosalya, Violeta e Iris, son muy agradables, a veces me quedó con ellas estudiando en las tardes...

—¿Y algún chico? —preguntó esta vez mamá reprimiendo una sonrisa.

Podría hablarles de Castiel ¿Pero qué les diría acerca de él? ¿Era buena idea decirles que nos saltábamos la mayor parte de las clases para quedarnos el sótano hablando de cosas sin sentido? ¿O tal vez comentarles que me había escapado de casa hace unas noches solo para verle a él? Claramente no era una buena idea.

Mis padres eran buenos, realmente les quería, pero ellos habían construido a mi alrededor una imagen de hija perfecta, limitándome en muchos aspectos. La mayor parte del tiempo me la pasaba haciendo todo lo que me pedían sin siquiera inmutarme pero la verdad me estaba cansando de aquello.

Pensamientos de eso seguían persiguiéndome y entrando en mi cabeza cada vez más seguido. Tenía diecisiete años, era el momento perfecto para comer errores e intentar cosas. Si no era ahora, probablemente no seria nunca.

—No hablo mucho con los chicos mamá —contesté como si fuera algo obvio.

—Cambiando de tema, ¿Fuiste por los resultados de tus exámenes?

—Oh —cerré los ojos ante la pregunta, maldiciendo en voz baja. Lo había olvidado por completo —Iré durante la semana.

Hace ya varias semanas me habían llevado al hospital, cuando mi padre vio los dedos azules, nos dijeron que era un extraño síndrome que podía ser causado por el frió pero que aún así harían exámenes. Aunque últimamente me he sentido mejor, al menos no me he desmayado en casas otra vez.

Después de todo un día en familia puedo ir por fin a la cama y dormir.

                                                                                  ***

La gente suele odiar los lunes, sobretodo la gente de mi edad, a nadie le gusta levantarse temprano para tener que ir al instituto. Antes yo también los odiaba pero ahora se siente diferente.

Castiel me hace no odiar los lunes. Porque lunes significa instituto e instituto significa él. Verlo a él.

Nunca creí en el amor a primera vista y cursiladas como esas, tampoco es que estuviera enamorada de Castiel, pero incluso pasar tiempo con él se sentía tan...real. Cada vez que estabamos juntos había una extraña electricidad en el aire. Cuando estas demasiado tiempo hundida bajo el agua y la respiración comienza a faltarte y la desesperación a recorrerte desde la punta de tus dedos, entonces en ese momento sales a la superficie dando un respiro para volver a llenar tus pulmones de aire. Castiel era aquel respiro para mí.

No esperaba ser lo mismo para él, pero quería tratar. La antigua yo probablemente se hubiese conformado con mirarlo desde lejos, de hecho aquella idea cruzó por mi mente más de una vez, pero ahora había algo en mí que me empujaba a más.

Corazón de melón: Please, don't love meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora