Capítulo 12: Castiel

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Ella no apreció la tarde anterior, ni tampoco contestó los mensajes que le dejé. Estaba un poco preocupado «¿Y si le había pasado algo?», pensé pero inmediatamente me dije a mi mismo que solo estaba exagerando. Quizás ella solo lo había olvidado, o algo por el estilo.

Por eso ésta mañana me levanté temprano y llegué antes de lo usual al instituto, quería verla antes de empezar las clases, por lo cual me senté en una banca del patio a esperarla, pero nunca llegó. Después de estar sentado allí media hora decidí entrar a clases, posiblemente hubiese pasado frente a mí sin que me diera cuenta, pero tampoco estaba en clases, y cuando la busqué por los pasillos en el recreo tampoco la encontré.

Yo no era el tipo de chico que solía ir tras las chicas, ellas eran las que iban tras de mí ¿Pero por qué ahora me estaba sintiendo tan inseguro respecto a todo? Después del beso las cosas parecieron tomar un buen rumbo, y ahora realmente extrañaba sus labios.

Tal vez cometí un error al besarle, pudo ser demasiado pronto o precipitado, pero cuando nuestros labios se juntaron nada parecía ir mal; por el contrario, por primera vez en mucho tiempo un beso me provocaba algo, algo mucho más allá que sensaciones físicas.

Ansley no era como las demás, no era como aquellas otras chicas con las cuales tenía romances de una noche entre bares y alcohol, ella estaba un paso por sobre eso.
No entré a ninguna de las próximas clases, no tenía ningún sentido, en su lugar solo me senté en mi lugar habitual del sótano fumando cigarrillo tras cigarrillo, guardando cada colilla para no dejar evidencia mientras volvía a sentir aquella extraña atmósfera solitaria una vez más. Se sentía tan incomodo sin ella alrededor.

Estaba cayendo demasiado rápido en esto, quizás ambos estábamos cayendo, y sinceramente me asustaba no ser lo suficientemente bueno.

Saqué mi celular una vez más y me quedé mirando la fotografía que tenía en su perfil, su largo cabello negro estaba por todos lados mientras ella miraba hacia algún punto fijo lejos de la cámara con el ceño fruncido, envuelta en la bufanda roja que una vez le había dado. Chasqueé la lengua al darme cuenta de la forma en que la estaba mirando y me fui hasta los mensajes.

"¿Debería preocuparme?", tecleé pero a los segundos lo borré. Esto no era propio de mí y si quería algo de espacio se lo daría.

-¿Castiel? -una voz femenina vino desde la puerta del sótano y rápidamente escondí la cajetilla de cigarros que tenía.

-¿Qué? -dije estirando un poco el cuello, dándome cuenta que era Iris.

-Emmm... -dio unos pasos hacia dentro dejando la puerta abierta-. Nathaniel estaba buscándote.

No podía ser verdad. Puse los ojos en blanco tomando mi mochila rápidamente para largarme antes de que llegara él.

-Ah, estas aquí.

Demasiado tarde para mí. Nathaniel apareció justo detrás de Iris haciendo que la chica se hiciera hacia un costado.

-¿Qué quieres ahora? -pregunté sin mirarlo.

-Primero, ¿Ya firmaste el ultimo justificante de ausencia?

-No y no lo voy a hacer. ¿Puedes hacerte a un lado? -caminé hasta la puerta, pasando por su costado y empujándolo un poco. Iris miraba casi con miedo.

-¿Qué está mal contigo, Castiel? -bufó Nathaniel dándose media vuelta hacia donde estaba.

¿En serio estaba preguntando que estaba mal conmigo? El que parecía tener problemas entre nosotros era otro.

-Eso no es tu maldito problema.

-¿Por qué no afrentas las cosas como un hombre por una vez en tu vida?

Realmente ni yo mismo sabía que estaba mal conmigo pero estaba molesto, podía sentir la rabia recorrerme y sus palabras solo me hacían querer partirle la cara, algo que probablemente debí haber hecho hace mucho tiempo. Me di la vuelta dándole un empujón, haciendo que su espalda golpeara contra las taquillas que estaban al final del pasillo.

Se pudo escuchar el golpe y un pequeño grito de sorpresa de Iris.

-¿Por qué mejor no te metes tus jodidas frases por donde te quepan? -espeté frunciendo el ceño, viendo como él recuperaba el equilibro.

-Nunca vas a dejar de ser un inmaduro -dijo mientras se acomodaba la camisa-. No voy a meterme en problemas por tu culpa así que no esperes que siga el juego.

Ni siquiera me moleste en responderle algo, solo seguí mi camino sin mirar atrás, lo mejor era salir de allí, cuando estaba casi en la salida escuché otra vez a Iris llamándome. Seguí caminando hasta que ella me alcanzó y caminó a mi lado.

-Sabia que Nathaniel y tú no se llevaban tan bien pero...

-Iris, no creo que sea buena idea hablar de Nathaniel ahora.

-Sí, tienes razón, lo siento -Negó con la cabeza sonriendo un poco-. Pero creo que Nathaniel te estaba buscando para preguntarte sobre Ansley.

-¿Qué con ella?

-No lo sé. Se ve que ustedes se llevan muy bien y como no ha venido los últimos dos días...

-No soy su niñera -dije deteniéndome justo en la esquina ya que sabia que ambos íbamos en direcciones contrarias.

-Pues es verdad pero...bueno ¿No quieres ir a tomar algo a la cafetería? Luces un poco tenso...

-¿Qué? -miré en dirección a la cafetería, con una idea cruzando mi mente.

-Yo invito -siguió hablando Iris.

-Eh, lo siento Iris pero ahora estoy algo ocupado, tal vez para la próxima.

-Oh, bien. Claro, no hay problema...Adiós entonces.

-Nos vemos luego.

Tan rápido como pude apresuré mi paso y caminé en dirección a la casa de Ansley, solo estaba a un par de cuadras por lo cual no me tomó demasiado tiempo llegar. Era una bonita casa con un lindo jardín, todo se veía bastante hogareño, todo lo contrario que mi casa.

Fui hasta la puerta principal y golpeé la puerta dos veces antes de que pudiera arrepentirme, porque una gran parte de mí sabía que era una muy mala idea ¿Y si su padre abría la puerta? ¿Qué les diría? ¿Podrían sentir el olor del cigarrillo aún en mí?

Pero lo peor de todo era darme cuenta lo mucho que me preocupaba causar una buena impresión.

A los pocos minutos apareció una mujer en la puerta, pude deducir en un segundo que era su madre, tenían un gran parecido, me dio una rápida mirada de pies a cabeza algo confundida.

-¿Sí? -preguntó sin abrir la puerta por completo.

-Oh...¿Aquí vive Ansley? -pretendí no saber porque no sabia por donde comenzar.

-Sí, ¿Quién eres tú?

Eso confirmaba el hecho de que Ansley no había hablado sobre mí, seguro ella recordaría un chico con el cabello rojo.

-Soy un compañero de clases, yo...-abrí rápidamente mi mochila y saqué un cuaderno cualquiera para luego dárselo-. Me pidieron que le trajera los deberes.

Me golpeé mentalmente ¿Los deberes? ¿No podía pensar en algo mejor? Pero al aparecer a ella le pareció bien, tomó el cuaderno y me dio una sonrisa diciéndome gracias.

-¿Ella está bien? No la vi en clases hoy -pregunté esta vez tratando de sonar casual.

-Sí, solo estaba un poco cansada, mañana te devolverá tu cuaderno, gracias por venir.

Di una sonrisa y me di media vuelta, antes de irme miré hacia el segundo piso, percatándome de la cortina que estaba media abierta. Era ella, me había visto, y aún así no bajó.

Ignoré lo incomodo que me hacia sentir eso y caminé de vuelta mi casa, donde podía encerrarme en mi cuarto y perderme entre mi guitarra y latas de cerveza.

Corazón de melón: Please, don't love meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora