Victoria parecía un nombre lindo, y su portadora era aún más linda, qué más podía pedir, si la oportunidad de enamorarme estaba entre mis brazos en este preciso momento.
-Oye Erick, debo irme, usa las flechas que le quedan, me gustaría que me pudieras enseñar algún día- Dijo ella.
-Pero claro, podría ser mañana mismo.-Dije.
-Excelente, esta vez traeré el arco de mi padre y practicaremos en la costa de la playa.
-Aquí estaré señorita Victoria.
-Uh, sólo Victoria, hasta luego Erick.- Se despedía mientras reía.
Oh vaya, no puedo creerlo, ella es hermosa, no sé cómo rayos tuve tanta suerte, espero no haya sido cosa de Zeus que justo la encontrara en este preciso lugar el día en que me desterró. Ni modo, terminaré estas flechas y luego buscaré donde dormir.
Me acosté en una banca, tuve suerte de aparecer en una playa pues no hacía frío y mi ropa era lo suficiente para estar cubierto. Sólo escuchaba las olas del mar, una tras otra y concilié el sueño, era extraño, jamás me había sentido así, cansado.
Desperté al día siguiente y había una canasta con ropa y una medalla con el símbolo de los dioses, seguro fue obra de Hermes, gracias colega, es lo menos que puedes hacer por mí. Había bastante ropa diferente como para una semana, sólo era cuestión de buscar donde asearme, pero por suerte el mar estaba frente a mí.
Camino al pueblo me acerqué a ver qué podía hacer, pero mi estómago se estaba volviendo loco, moría de hambre. ¿De dónde puede sacar un poco de comida un joven querubín en estos rumbos?
Había un puesto con frutas y decidí tomar una manzana, se veía deliciosa.
-Alto ahí ladrón ¿qué crees que haces niño?.- Dijo la señora que atendía el puesto.
-Yo, tomo una manzana, ¿no es obvio?
-Debes pagar por ella niño tonto.
-Pero crecen en los árboles, son un regalo de Zeus para la tierra.
-Entonces ve y baja tu propia manzana de un árbol joven ladrón, ahora largo de aquí. Dijo mientras me arrebató la manzana.
Me fui y estaba tan hambriento, necesito dinero, Hermes debió cubrir eso antes de la ropa. Un momento, la medalla de los dioses, es de oro, debe valer algo. ¿Pero dónde puedo vender esta reliquia? Y pronto frente a mí, un puesto con un letrero que decía ''Compra de oro y plata'' Oh vaya, estaba salvado.
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La ironía del amor.
Roman d'amourUna fascinante historia de dioses donde el mismísimo dios encargado de el deseo y encanto del amor, Cupido, se enamora.