Desperté y el clima era perfecto, no sentía ningún tipo de malestar, la iluminación era diferente y al abrir los ojos, vi el cielo y entonces me di cuenta de que era el Olimpo.
-Veo que despiertas.-Dijo Zeus.
-¿Estoy en casa al fin?
-Así es.
-Pero cómo, ¿y Victoria? ¿Donde está ella?
-En la tierra donde pertenece.
-Pero no, no puedo dejarla sola.
-¿Y por qué no?
-Porque la amo, y ella me ama a mí
-Bueno, esa es la ironía del amor. -Dijo Zeus mientras se retiraba.
Entonces molesto tomé mi arco y flecha y le apunté a la cara de Zeus pero Hermes llegó a toda velocidad a detenerme.
-¿Estás loco a caso? ¿Qué intentas hacer? .-Dijo Hermes
-Volver al exilio, necesito estar con Victoria.
-No lo necesitas, querías esto hace meses y ahora lo tienes, no lo dejes ir.
-Ya no lo quiero, quiero estar con ella.
-Escúchame Eros, ella es una simple humana, envejecerá y eventualmente morirá y tú vivirás aquí por siempre haciendo tu trabajo, fuiste un ordinario humano por unos meses pero aquí arriba eres un dios, compórtate ahora como uno.
Aunque me doliera, él tenía razón, sin mí no habría más amor en el mundo. Nunca más, y la vida sin amor, no es vida.
-Está bien, me quedo.
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La ironía del amor.
DragosteUna fascinante historia de dioses donde el mismísimo dios encargado de el deseo y encanto del amor, Cupido, se enamora.