Conociendo a Victoria.

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Llevo más de un mes conociendo a Victoria y al mismo tiempo a este mundo. Creo saber quién es ella y qué tipo de persona es, y es tan sencilla como complicada.

Ella es una persona que no anhela el amor de una pareja ni el romance, ella es simple, disfruta de las cosas pequeñas, prefiere dar que recibir, es carismática, es inteligente, es tierna y  le gusta pensar ¿en qué? parece ser que en todo. 

Es de esas personas que prefieren escuchar a hablar, es confiable, es tranquila, estar a su lado me provoca paz, porque si ella está bien entonces nada en el mundo puede estar tan mal. Es grandiosa.

Fuimos una feria del pueblo como una cita, Hermess por fin me consiguió un poco de dinero y me enseñó un par de cosas que necesitaba saber para ir. Victoria va a mi lado platicando y riendo, y yo estoy contento, entonces la tomo de la mano, de sus delicadas manos, y ella acepta y aprieta con cariño mi mano, un gesto dulce. 

Subimos a casi todos los juegos, compramos un algodón de azúcar, me parece que así se llaman según Hermes, y nos sentamos sobre una banca para descansar los pies. 

-Amo esta feria, espero todo el año para que pase porque es lo mejor que pasa en este pueblo. -Dijo Victoria contenta.

-Es espectacular, estar en esas máquinas es como... Como volar. Dije. Y vaya que extraño eso.- Pensé. 

-Sí lo es, amo todo de este lugar, me hace tan feliz.

-Tú me haces feliz. Dije.

La cara de Victoria fue de incomodidad, de pronto soltó mi mano.

Lo siento, no quería incomodarte.-Dije.

-No es tu culpa Erick, yo, yo jamás he hecho esto sabes, nunca he tenido un novio antes o algo parecido. 

-Tampoco yo.

-Ay estás bromeando.

-Es enserio, podría jurártelo, podría decirse que yo soy aquel que ayuda a otros a enamorarse pero nunca se enamora. 

-Quizás por eso me caes tan bien, eres de los míos.-Dijo Victoria mientras reía. 

Esa noche la acompañé hasta su casa, al despedirse me dio un fuerte abrazo y jamás me había sentido más lleno. 

Camino a mi palmera en la playa, pensaba en por qué aún después de tanto tiempo ella no está lista, entonces vino a mi mente que quizás yo tampoco lo estoy. Vaya así nunca volveré al Olimpo. Suspiré. 


La ironía del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora