Capítulo 2

134 14 13
                                    


Ese mismo día, horas antes del hecho.

Un último esfuerzo y listo, los deberes de matemáticas están terminados. No se le da muy bien eso de los números, pero da lo mejor de sí misma para entenderlos. Jamás le dijeron que el segundo de bachillerato sería tan complicado. Claro que pensó que todo sería diferente, más tareas y mayor responsabilidad. Y ahora lo sabe, es todo y también lo que no se había imaginado. ¡Uf! Esto es una pesadilla y más aún con los ejercicios de cálculo de integrales que el profesor ha enviado para toda la semana que estará ausente por problemas de salud.

Cesar Mendoza es uno de los maestros de matemáticas más estrictos del instituto y gusta ver a los estudiantes sufrir con los ejercicios que envía a estudiar. Su método de enseñanza se basa en si no aprendes por las buenas pues la haces por las malas y él lo hace por la segunda opción ya que si no lo hace de esa forma sus alumnos nunca aprenderán.

 Lo odia mucho, pero por primera vez desde hace mucho tiempo está tranquila porque no tendrá que soportarlo en clases. Ha sido algo bueno que enfermara no sólo por ella sino también para todos, ya que esta semana tenían exámenes y muchos no se enteraban de nada en sus clases, temían mucho suspender su materia.

¿Quién iba a imaginar que el bachillerato era mucho más difícil que la primaria? Si esto es peor ni quiere pensar en cómo será la vida de un universitario, de tan solo hacerlo le duele la cabeza y deja de agobiarse con ese tema. Deja el lápiz en su lugar, cierra el cuaderno y lo deja a un lado del escritorio, se levanta y se lanza sobre la cama. Quiere descansar, ha tenido un día muy ajetreado y dormir le sentaría muy bien.

Se descalza las pantuflas y se mete dentro de las sábanas. Cuando era pequeña su madre antes de dormir le decía que contara las ovejas del uno al diez y para su edad aún lo sigue haciendo. Empieza la cuenta, una oveja, dos, tres, en el cuarto sus ojos van cerrándose lentamente, cinco, seis, siete, ocho, nueve y...ring, ring, ring. Es su móvil, la están llamando. Sus ojos nuevamente se abren como platos, como si quisieran salirse de sus cuencas y se quita las sábanas de encima.

¿Dónde ha dejado el móvil? No lo recuerda, trata de saber de dónde proviene el sonido, por fin da con él, se encuentra dentro de la mochila fucsia que ha usado esta mañana. Lo abre y saca lo más rápido posible, mira quién ha osado en llamarle cuando estaba a punto de acostarse a dormir y es su amiga. ¿Qué es lo que querrá Romina? Contesta.

-¿Si? ¿Qué pasa mujer? Has interrumpido mi sueño.-Pregunta un poco molesta.

-Hola Cori, perdona, pero se me había olvidado decirte que esta noche pases por mi casa que luego iremos a la de Valentina porque tenemos zumba. ¿No se te habrá olvidado, no?-dice Romina mientras vuelve a disculparse por lo que ha pasado.

¿Hoy tienen zumba? ¿Qué día es hoy? Piensa un instante y...Sí, hoy es miércoles. Son tres veces por semana, esta noche es la segunda clase de la primera semana de Marzo, lo había olvidado por completo. Con todas las tareas que ha tenido ni siquiera lo recordaba.

En ese mismo instante, al otro lado de la línea.

No responde. ¿Qué le habrá pasado? Le ha dicho que esta noche tienen zumba y se ha quedado en silencio. No sabe qué le pasa.

-Cori, ¿te encuentras bien? ¿Qué ha ocurrido?-pregunta Romina muy asustada al ver que su amiga no responde y rompiendo el silencio que se producido entre ellas. Segundos más tarde responde una voz apagada, suena muy apagada y ella no es así.

-Sí, me encuentro bien. Solo que no recordaba la clase de zumba de hoy por la noche. Con estas tareas que el profesor Cesar ha dejado para esta semana ni siquiera he tenido tiempo de ponerme al tanto de mis otras actividades.-responde con desgano.

Juramento ante la estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora