Capítulo 10.

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En otro punto de la ciudad, minutos más tarde.

Una, dos, tres, ¿cuántas veces ha revisado su móvil? Ya perdió la cuenta, pero deben ser muchas. Sus amigas no la han llamado y ya son las siete treinta. ¿Les habrá pasado algo?

No lo cree, de seguro ya vienen en camino e irán juntas a zumba como antes. La tres Mosqueteras nuevamente reunidas haciendo lo que dejaron de hacer por culpa del segundo año de bachillerato que ya están cursando.

Se levanta de la cama y sale de su habitación para dirigirse al de su hermana, lo bueno es que Verenice aún sigue en casa y podrá hablar un rato hasta que lleguen sus amigas.

Toca la puerta antes de entrar, su hermana le pide que siga y entra. La ve frente al espejo muy hermosa como siempre, desde muy pequeña lo ha sido y eso lo sabe porque ha visto fotos de cuando Verenice apenas era una niña.

-Hola, ¿te interrumpo?-pregunta dubitativa.

-No, no te preocupes, no interrumpes en nada. Solo estoy haciendo un último arreglo a mis pestañas y listo.

-¡Estas muy guapa! Ya sé por qué razón tienes tan embobado a tu novio.-comenta Valentina acercándose a su hermana.

-Las dos somos muy guapas, solo mírate, tú también te estás convirtiendo en todo una señorita.

-Ya, pero no tanto como lo estás tú.

-Eso es porque yo soy mayor, ya te verás más guapa de lo que estás ahora.

-Creo que solo pasará en mis mejores sueños, pero en la realidad no.

Valen mira su imagen reflejada en el espejo, nunca será como sus amigas o como su hermana. La pubertad le ha negado las características físicas que muchas chicas de su edad poseen en gran cantidad. Ha tenido unos pequeños cambios en su físico, pero no como ella quería.

-Nuestros padres estarán por llegar, si timbran bajas a abrir la puerta, por favor.-le dice Verenice a su hermana que aún sigue mirándose al espejo.

-Bueno, cuando ellos lleguen yo les abro. ¿Y tú ya te vas?-pregunta Val.

-No, todavía debo de esperar a que mi novio llegue y también nuestros padres para poder decirles que saldremos a cenar fuera.-responde Verenice.

-¿Podré conocerlo?

-Claro, cuando venga te lo presento. Él también quiere conocerte porque cuando le he contado sobre ti me ha dicho que tal vez podrías hacer pareja con su hermano.-contesta muy divertida.

-¿Qué? ¿Hacer pareja con el hermano de tu novio? De verdad que estás loca, yo no estoy para esas cosas y nuestros padres no me dejarían tener algo con alguien. Ya sabes que para ellos lo primero es el estudio y después lo que sea.

-Venga, era una broma no te lo tomes muy enserio.

-Qué chistosa eres hermanita.-ríe irónicamente Valentina.-Te dejo tengo que ver si mis amigas ya vienen.

-¿No habían quedado a las 7?-pregunta su hermana.

-Sí, pero creo que habrá pasado algo para que no lleguen, ellas nunca me han fallado.

-¿Y si la llamas al móvil?

-Lo hubiese hecho hace rato, pero no tengo crédito en el mío.

-Ten el mío y llámalas.-Saca el móvil de su cartera y le entrega a su hermana. 

-Gracias Verenice, por eso es que te quiero.-un beso en la mejilla. 

Val se dirige hacia la puerta de la habitación de su hermana para hablar cómodamente sin que ella la escuche, marca el número de Corina y antes de pulsar el botón verde de llamada suena el timbre de la puerta principal.

Sus padres ya han llegado, debe bajar a abrir la puerta.

Baja con mucha rapidez y cuando abre la puerta no encuentra a sus padres, al contrario. Quienes están ahí son sus amigas, por fin han llegado.

Las recién llegadas hacen un escandaloso ruido cuando se abrazan, gritan y chillan.

-Pensé que ya no iban a venir, habíamos quedado a las siete y ahora son ocho menos cuarto.

-Perdónanos cariño, es que nos hemos encontrado a una vieja amiga de la infancia.-le dice Corina.

-Sí, mi prima Dayanara ha llegado hace unos días a Ecuador y nos quedamos platicando un momento.-comenta Romina.

-No se preocupen, la cosa es que ya llegaron y debemos irnos lo más rápido que podamos para llegar puntuales a zumba. Ya tendrán mucho tiempo en el camino para contarme de tu prima.

-Está bien, vamos que ya deberíamos de haber estado allá hace minutos.

-Esperen que me despido de Verenice y nos vamos.-Val se dirige hacia las escaleras y cuando esta por subir su hermana aparece.

-¿Ya te vas Valentina?

-Sí, ya debemos irnos. Cuídate y diles a nuestros padres que vuelvo después de dos horas.

-Tranquila, yo les aviso y vayan con cuidado.

Entre las cuatro se despiden y salen de casa de Valentina. Ya en la calle se deciden que nuevamente deben ir en taxi para empezar las clases con el resto de personas.

Por suerte llega uno al instante, lo detienen y las tres suben a la parte de atrás. El taxista mira por el retrovisor al trío de chicas que acaban de subirse y les pregunta a qué lugar van.

Dan la dirección, el chófer prende el motor y arranca. Las tres están muy emocionadas de volver a hacer cosas juntas como solían hacerlo antes, pero ninguna sabe qué pasará después de esa noche.

Juramento ante la estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora