Juramento ante la estrella.

Capítulo 11.

En algún punto de la ciudad.

Su maleta aún sigue tal y como hace algunos días, sin vaciar su contenido. No es tan ordenado, la verdad es que nunca lo fue. Apenas lo ha abierto para sacar pocas prendas que va a utilizar para asistir a ese nuevo instituto que su madre le inscribió aunque las clases en Ecuador ya comenzaron hace un mes y medio.

Hoy fue su primer día de instituto y todos sus compañeros de clase le dieron la bienvenida, pero también hubo chicos que se burlaban de él por su acento, chicas que le miraban de pies a cabeza y quedaban atónitas como si hubiesen visto a un actor de cine. Cómo no iban hacerlo, Julián aparte de ser un chico alto, tener ojos verdes, cabello castaño, piel clara; es demasiado guapo y elegante.

Para ser su primer día la ha pasado genial aunque no pudo caerle bien a los chicos, con las chicas fue distinto ya que eran ellas quienes se acercaban a hablar con él y no solo las de su clase sino también de otras. Su físico le ha ayudado a tener muchos ligues y amores pasajeros durante estos últimos cuatro años, pero no todo fue bueno para él.

Cuando era niño tenía una corta estatura, gordo y cachetón. Fue la burla de todos sus compañeros de escuela por su apariencia. Sufría de acoso por parte de su profesor de deportes ya que él no podía correr tan rápido como los otros niños. Todo cambió cuando llegó a la pubertad ya que todo su cuerpo fue experimentando muchas alteraciones de los cuales ahora está contento. Ha hecho a un lado los recuerdos de su pasado y vive del presente.

Y hablando del presente, se ha olvidado de que tiene que igualarse todas las materias y lo bueno es que no tendrá que esforzarse mucho en hacerlo porque ha pedido prestado los cuadernos a su compañera y los profesores también le han ayudado en eso.

Primero lo primero, a revisar su Facebook; tal vez tenga un mensaje, el que ha estado esperando desde la madrugada. Va directo hasta su escritorio y saca de uno de sus cajones el portátil que su madre le regaló hace dos días, lo prende y espera.

Listo. No se ha demorado mucho en cargar como le sucedía con el que tenía en España ya que este es nuevo. Dirige el ratón hacia la aplicación, cliquea dos veces y lo abre, escribe su correo y la contraseña. Sesión iniciada.

Se sorprende por la cantidad de mensajes que tiene por contestar, notificaciones y algunas publicaciones que han hecho un par de amigas de su antiguo instituto diciendo que lo extrañan y esperan que le vaya muy bien. Les enviará un mensaje más tarde, ahora lo importante es ver si está el mensaje de Ainhoa, su novia.

De entre los 17 mensajes que tiene en su bandeja de entrada no ha encontrado el de su chica, no le ha respondido todavía, deberá ser por algo. Esperaba tanto que le devuelva el mensaje y para colmo ni siquiera lo ha visto. Ya le pedirá explicación del por qué no lo ha hecho.

Deja abierto su Facebook y minimiza la pantalla, va a la carpeta donde tiene toda su colección de música clásica y escoge su favorito Moonlight Sonata de Beethoven, tendrá que concentrarse para hacer la tarea e igualarse las materias y qué mejor manera de hacerlo con música.

Coloca el portátil en la cama y vuelve a su escritorio, saca sus cosas de la mochila y los pone sobre ella. La física, química, biología y matemáticas se le dan muy bien; no será problema y lo deja a un lado. Por otro lado la literatura no se le da tan bien que digamos, pero hace su esfuerzo para comprender, la odia; no le gusta a pesar de que cuando era niño solía leer cuentos.

Toma el cuaderno de literatura de su amiga y el suyo, coge un bolígrafo azul y empieza a escribir. La música de fondo le ayuda bastante a concentrarse, este género siempre le ha gustado y también es la favorita de su madre.

Minutos más tarde suelta el boli cansado de tanto escribir. Se levanta y empieza a estirar su cuerpo, esto de las letras le va a estresar. Se dirige al portátil a checar si hay algún mensaje de su novia y nada, mira el reproductor la siguiente canción es de Frederic Chopin-Spring Waltz.