Vigésimo primero.

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Tenerle miedo al amor y al engaño, temerle a un profundo amor que te desgarra y de puede hundir, tenerle miedo a vivir a espaldas de otra persona.

Las cosas por la casa de Harry estaban en orden, su familia estable pero... ¿quiénes eran esos tipos que llegaban cerca de su casa y se iban como si nada? Los tipos parecían ser matones de primera, con sus rostros afeitados y sus fuertes músculos, pero siempre entraban a la casa de la chica de enfrente y él quería descubrir el por qué.

Ese día temprano tenía que ir con Louis a ver al médico, su segundo embarazo estaba siendo un poco más sencillo que el primero y eso era bueno para los dos o bueno, era mejor para Louis.

— ¿No hay nada de qué temer, verdad?-. Louis le habló a su alfa. El chico se veía embobado con la casa de enfrente. Negando con su cabeza, Harry regresó con su chico.

— No, no te preocupes, son cosas mías-. Cargó a su hijo en brazos y juntos fueron hacía la camioneta.

En el camino al médico, Louis veía a Harry más callado y eso no era que le preocupara, pero su cara de concentración pocas veces la veía y eso no era normal en su alfa.

Llegaron al hospital de forma rápida, Louis tomó a su hijo en brazos y Harry sólo lo seguía de cerca, no podía dejar de pensar en ese par.

— Espero que estés consciente de que te haré preguntas llegando a la casa-. Un Louis sentado en las incomodas sillas de espera lo recibió tan solo al llegar al consultorio.

— Estoy consciente de ello, sí-. Se sentó al lado de su omega y le fue inevitable no dejar su mano sobre la barriga del chico-. ¿Te encuentras bien?

— Sí Hazz, sabes que solo es una revisión de rutina-. Dejó su cabeza caer en el hombro del chico y le regaló una sonrisa floja-. Pero éste bebé me mata, ¿cómo es que tiene tan poquito y ya es descontrolado?

— No sé Lou, no sé-. Besó la nariz del chico y sonrió.

Una hora después la pequeña familia iba a casa con una sonrisa en su rostro y Louis no era capaz de soltar la pequeña ecografía, eran unos gemelos, tendrían dos pequeños bebés.

Dos semanas después de la visita al médico, Harry seguía viendo mal a la casa de la chica, ¿qué demonios hacían esos hombres saliendo y entrando de su casa?

Harry salía de su hogar rumbo al gimnasio, tenía pensado el seguir con su rutina ya que las peleas se acercaban y él quería salir bien en cada una de ellas y llegar a la final y terminar la temporada con nuevas energías pero... él no se esperaba a cierta chica corriendo a su casa, con el rostro lleno de lágrimas y pidiendo ayuda a la puerta de su casa.

— ¡Señores Styles! ¡Ayuda!-. Harry estaba por abrir la puerta en el momento en el que el llanto y el aroma de la chica llegó a su nariz, asustándolo y logrando así que abriera de inmediato la puerta.

— ¿Alexandra? ¿Está todo bien?-. La chica cayó en brazos del rizado llorando y sollozando. Harry de inmediato la colocó en el sofá y un Louis más dormido que despierto fue directo al sofá al ver a su alfa cargar con la chica.

— ¿Alex? Ay Dios, Alex-. Louis de inmediato corrió a con la chica y ella sollozó más al distinguir el fuerte omega dulce pero fuerte del omega, una mezcla de un omega y un alfa, un bebé.

— No quiero bebé, no lo quiero-. La chica se abrazaba a su estómago de forma fuerte e intentaba lastimarse el vientre pero el alfa detuvo sus movimientos aprisionando sus manos.

— No, no lo hagas Alexandra-. Por más que intentó no pudo evitar sacar su voz de alfa para intentar calmar a la omega, logrando así su cometido.

Después del aturdimiento por parte de Louis al escuchar la voz de su alfa, fue a ver a la chica. La pobre se encontraba en posición fetal en el regazo del alfa.

— Lo siento Lou, no fue mi intensión...-. Louis tapó la boca del alfa con su mano y éste sólo se quedó quieto intentando ver las intenciones del omega.

— Deja que vea lo que le sucede, no importa nada, sólo quiero verla-. Asintió aun algo aturdido y permitió que su omega se sentara con la chica para hacerla hablar.

— Hola, Alex-. Al ver a Louis, la chica suspiró y se abrazó a éste intentando conseguir confort.

—  Prometo responder todas sus preguntas pero por favor, no me dejen ir a casa, no puedo volver a esa casa-. Louis vio a los a su alfa y éste sólo pudo asentir. Si ella necesitaba de su ayuda, se la darían.

Los tres se sentaron en el sofá y después de que Louis le entregara a la chica una taza de té, ella por fin pudo empezar a contar su vida.

La chica vivía a base del dinero de su padre biológico, el hombre siempre dejaba que sus hombres fueran a protegerla, lo que el hombre no conocía es que uno de ellos siempre intentaba tocarla, no importaba si el otro hombre se encontraba cerca, él siempre había deseado a la chica y no pudo evitar tocarla el día de su celo, a consecuencias ahora cargaba a un bebé en su vientre pero no podía abortarlo, su omega se negaba a separarse del cachorro pero ella no podía, si su padre se enteraba... ella quedaría en la calle aunque el causante de ello fuera uno de sus hombres.

— Ten al bebé, yo veré qué hago-. Al escuchar aquello, Harry no pudo evitar el ver a su omega sorprendido.

— ¿E-Está seguro, señor Styles? No quiero ser una carga para ustedes-. La chica los veía nerviosa. Ellos eran excelentes padres pero sabía que ya cargaban con un bebé y Louis esperaba a otro... ¿qué haría?

Terminaron su plática de forma amena y se dispusieron ir a dormir. Por órdenes de Louis se quedaría en casa de ellos hasta que hablara con su padre y poder arreglar todo... por lo menos hasta que el bebé naciera.

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Los meses pasaron de forma rápida para todos, el nacimiento de los gemelos había sido inesperado ya que habían nacido en la madrugada despertando a todos en el hogar. La familia estaba contenta y la chica no podía esperar el día en que su hijo o hija naciera, a pesar de que no se quedaría con el bebé esperaba que la persona que lo cuidara le quisiera, así como ella lo hubiese hecho.

El día del nacimiento los había movilizado a todos en la casa y un pequeño bebé había llegado al mundo. Con un último beso en la frente a su hijo, la omega se fue a casa de su madre para vivir en paz, ni su padre ni su madre tenían conocimiento alguno sobre su nieto, ellos solo sabían que no se sentía bien en esa casa y que sus vecinos la habían ayudado a salir adelante, la mentira era algo inútil pero sus padres habían caído en ella, asintiendo y deseándole suerte en su vida.

Louis colocó al bebé en una manta y se dispuso a caminar por las frías calles hasta el hogar asignado. Él le había conseguido un hogar a ese pequeño, un sitio en donde le querrían y en donde sería protegido de todo mal.

Tocó la puerta y sonrió al ver a la joven pareja. Josh y Rubí eran dos chicos que ya tenían años de estar juntos y tener su unión, pero por desgracias de la vida y por problemas, la chica no podía tener hijos.

El momento en que Louis les comunicó sobre el bebé ellos aceptaron, aunque no fuera de su sangre, ellos aceptaron acogerlo como si lo fuese y eso dejó en el alma de la madre del pequeño y de Louis un fuerte sentimiento de bienestar.

— Gracias por ayudarnos, Louis-. El castaño les regaló una sonrisa y ellos arroparon al bebé en sus brazos.

— No es por nada, cuiden de él-. Colocó su capucha y antes de salir, escuchó el llamado de la chica.

— ¿Louis? Gracias por permitirme tener un bebé-. Sus ojos se cristalizaban y él sonrió, dándoles el adiós y teniendo en su corazón el conocimiento del bienestar a ese bebé.

30 Reglas De Boxeo | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora