→ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛᴡᴇɴᴛʏ

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ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛᴡᴇɴᴛʏ
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ᴅᴇsᴛʀᴏʏ ʜɪᴍ
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“Pʀᴇғᴇʀɪʀɪ́ᴀ ϙᴜᴇ ᴍᴇ ᴍᴀᴛᴇɴ ᴀɴᴛᴇs ᴅᴇ ϙᴜᴇ ᴘɪᴇɴsᴇɴ ϙᴜᴇ ᴛᴇɴɢᴏ ᴍɪᴇᴅᴏ”

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“Pʀᴇғᴇʀɪʀɪ́ᴀ ϙᴜᴇ ᴍᴇ ᴍᴀᴛᴇɴ ᴀɴᴛᴇs ᴅᴇ ϙᴜᴇ ᴘɪᴇɴsᴇɴ ϙᴜᴇ ᴛᴇɴɢᴏ ᴍɪᴇᴅᴏ”

   Al abrir los ojos me encuentro con las palabras "Teme solo a Dios" pintadas en una sencilla pared blanca

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   Al abrir los ojos me encuentro con las palabras "Teme solo a Dios" pintadas en una sencilla pared blanca. Oigo agua que corre, pero esta vez viene de un grifo y no del abismo. No sé si sentirme tranquila o no al respecto. Pasan unos segundos antes de ver bordes en lo que me rodea, las líneas del marco de una puerta, una encimera y un techo.
   El dolor es un latido constante en cada parte de mi cuerpo, y aún siento las manos que me tocaron el cuerpo como si aún lo estuvieran haciendo. No debo moverme, eso empeorará todo. Veo una colcha azul de retazos bajo mi cabeza y hago una mueca cuando intento moverme para ver de dónde viene el sonido del grifo.
   Cuatro está en el baño, con las manos dentro del lavabo. La sangre que se borra de sus nudillos logra que el agua parezca color rosa. Tiene un corte en la comisura del labio, pero, por lo demás, luce ileso. Se examina los cortes de los nudillos con tranquilidad, cierra el grifo y se seca las manos con una toalla.
   Solo tengo un recuerdo de cómo llegué aquí, una imagen: tinta negra formando remolinos alrededor del lateral de un cuello y un suave vaivén que debe significar que me llevaban en brazos.
   Apaga la luz del cuarto de baño y se acerca a una pequeña nevera que se encuentra a un lado, sacando una bolsa de hielo. Nuestras miradas se cruzan y al instante en que lo hacen no puedo evitar susurrar:

   —Tus manos.

   —No son asunto tuyo —contesta. Si no me doliera incluso respirar, hubiera rodado los ojos.

   Él apoya una rodilla en el colchón y se inclina para ponerme el hielo debajo de la cabeza. Antes de que él pueda alejarse acerco mi mano hacia su labio inferior, adornado con un corte ya algo cicatrizado, pues no sangra. Acaricio lenta y delicadamente el lugar herido.

   —Alex —susurra, con los labios pegados a mis dedos—, estoy bien.

   —Siempre lo estás —susurro como un regaño y bajo la mano suspirando—. ¿Por qué estabas allí?

Dɪᴠᴇʀɢᴇɴᴛ [Tobías Eaton]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora