→ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛʜɪʀᴛʏ ғɪᴠᴇ

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ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛʜɪʀᴛʏ ғɪᴠᴇ
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ᴍᴇᴇᴛ ᴛʜᴇ ᴅᴇᴠɪʟ
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ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛʜɪʀᴛʏ ғɪᴠᴇ╔══════════╗ᴍᴇᴇᴛ ᴛʜᴇ ᴅᴇᴠɪʟ╚══════════╝

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"Cᴀ́ᴇᴛᴇ ʏᴀ﹐ ᴄᴀ́ᴇᴛᴇ"

   Mi cabeza rebota contra el cemento, siento el rostro caliente, y la boca llena de sangre

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   Mi cabeza rebota contra el cemento, siento el rostro caliente, y la boca llena de sangre. Es el décimo golpe que aguanto casi sin quejarme, pero mi fuerza no es tanta. Dos hombres se encuentran frente a mí, vestidos de negro, cláramente pertenecientes a Osadía.
   Si estuviéramos en igualdad de condiciones, tal vez podría dar una pelea digna. Pero no.
   Estoy sentada, con mis manos atadas por detrás del respaldo y mis piernas en la misma situación, sólo que en las patas de la silla. Hombre uno coge el respaldo y me levanta del suelo de manera brusca, mi vista se nubla y pequeños puntos negros aparecen en mi campo de visión. Tal vez puedo aguantar un poco más, pero no sé qué tanto será ese "más".

   —¿Dónde está, _____? No quiero volver a preguntarlo —ultima hombre dos. Dibujo una mueca de sonrisa en mi rostro, sin decir una palabra. Otro puñetazo cae, esta vez, en mi estómago, y me hace toser tanto que logro distinguir las gotas de sangre manchando mis piernas.

   —Jeanine se enojará —dice hombre uno, al fin siendo un poco inteligente. Sin embargo, hombre dos cruza los brazos y suelta un chasquido con su lengua, viéndome desde arriba.

   —Dijo que le sacáramos la verdad, sea como sea.

   Las puertas de la habitación se abren, y antes de que ambos hombres salgan, uno de ellos entierra sus dedos en mi hombro dañado, arrancándome un grito de dolor que se ahoga por mi obstinada necesidad de no mostrarme débil. Quién quiera que sea se ríe gravemente, mientras siento cómo el castaño cabello se me pega a las sienes. La sangre en esa zona baja hasta mi mandíbula y, aunque antes podía oler su característico aroma metálico, hace tres golpes que he dejado de respirar por mi nariz. Algo me dice que probablemente se encuentra muy inflamada como para permitir el pasaje de aire.
   Cuando ambos hombres dejan la habitación, una figura delgada y pequeña atraviesa la puerta. Mis ojos apenas pueden comprender la imagen que se da frente a ellos, pero ahí está. Después de tanto tiempo, Tamar se encuentra caminando hacia mí, con su cabello castaño claro recogido en una trenza de lado. Su redondo rostro aniñado me regala una mueca de sonrisa antes de acercar un cuenco con agua y un trapo húmedo a mi rostro, limpiando mis heridas.
   Sigue conservando esos estúpidos lentes sin aumente, y me cuestiono a mí misma si no vivimos en mundos opuestos. Ella, con su falda tubo azul y su camiza blanca que huele a lavandas. Luego yo, lastimada como la mierda, con la ropa hecha jirones y una herida de bala que parece jamás va a sanar si todos siguen metiendo sus asquerosos dedos en ella.
   Ella y yo nos miramos, pero ninguna dice una palabra. Me sorprende siquiera que se encuentre aquí, debería estar en cualquier lugar menos frente a mí.

Dɪᴠᴇʀɢᴇɴᴛ [Tobías Eaton]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora